Calma tras el bombardeo

Probablemente, ni tan siquiera el ya desaparecido Bergam¨ªn, ni Antonio Saura, ni ninguno de aquellos otros intelectuales y artistas espa?oles que se pronunciaron contra el retorno y la instalaci¨®n del Guernica de Picasso en Espa?a, pudieron sospechar el triste destino inmediato que le aguardaba a tan preciado legado.Porque si acertaron a denunciar la odiosa manipulaci¨®n publicitaria que creyeron ver en los protagonistas pol¨ªticos que gestionaron la vuelta de la genial obra, quiz¨¢ no sospecharan con su boutade que aquella actitud iba a tener su r¨¦plica correspondiente en la lamentable ley del silencio. que sus sucesores en el poder han dispuesto en todo lo que se refiere al legado Picasso, deseosos quiz¨¢ de homologarse en cuanto a la manipulaci¨®n pol¨ªtica m¨¢s mezquina de una obra tan entra?ablemente unida a la tr¨¢gica historia de nuestro pa¨ªs y emblema moral m¨¢ximo, para toda la humanidad del grito rebelde del arte contra la violencia.

Es cuanto menos extra?o que, tras el hist¨¦rico bombardeo informativo que acompa?¨® el antes y el despu¨¦s inmediatos de la llegada del Guernica a Espa?a, se haya producido, casi por ensalmo, la amnesia m¨¢s absoluta en los medios oficiales actuales.

No digo ya que se eluda cualquier visita oficial o simple menci¨®n por parte de quienes en su juventud rebelde adornaban las paredes con posters del cuadro, ni que se hayan abandonado o, al menos, lentificado las gestiones para concluir la recuperaci¨®n de los restos pendientes del legado, ni, en fin, que se haya artificialmente divorciado la reciente venida de La dama oferente del conjunto org¨¢nico en el que est¨¢ o deber¨ªa estar encuadrada esta pieza, pero que ni siquiera se vigile la adecuada conservaci¨®n de este incomparable patrimonio, me parece intolerable.

Pero como, por fatal desgracia, a las actitudes irresponsables desde un punto de vista moral les suelen suceder otras, f¨ªsicamente m¨¢s peligrosas, de rango material, he aqu¨ª que esta dejadez o abandono oficial voluntario respecto al legado Picasso est¨¢ teniendo penosa corroboraci¨®n en la incorrecta conservaci¨®n de una parte sustancial del mismo; exactamente: la de los dibujos, cuya exposici¨®n ininterrumpida a lo largo de los ¨²ltimos cuatro a?os vulnera todas las normativas museogr¨¢ficas dictadas al respecto y que, de continuar as¨ª, pone en grave peligro su superviviencia.

Una demostraci¨®n hiriente del abandono de las piezas es que contin¨²a el mismo error que se cometi¨® hace cuatro a?os en dos carteles de los dibujos, por el que la n¨²mero 34, Cabeza llorando (I), est¨¢ situada donde deber¨ªa estar la n¨²mero 37, Madre con ni?o muerto (IV), estando, adem¨¢s, el pelo que tiene pegado la cabeza de la mujer de este ¨²ltimo llena de polvo adherido, as¨ª como, en general, todos los marcos tienen una capa purulenta y hasta motas blancas de lo que parecen ser desconchones de la pintura.

Polvo en las vitrinas

La situaci¨®n ha llegado a un punto que, basta una simple inspecci¨®n ocular para apreciar detalles tan escandalosos como esa invasi¨®n de polvo en el interior de las su puestas vitrinas protectoras, cuyos cristales est¨¢n tan sucios por dentro como por fuera, lo cual no s¨®lo es una fragante demostraci¨®n de negligente indiferencia por parte de los responsables del Museo del Prado, sino del fracaso del sistema de aislamiento ideado.

Con todo, mucho m¨¢s grave es a¨²n que se incumplan normas elementales museogr¨¢ficas para la conservaci¨®n de obras sobre papel, que indican tax¨¢tivamente que no deben estar expuestas a la luz de ning¨²n tipo durante per¨ªodos prolongados.

Los dibujos de Picasso est¨¢n, sin embargo, permanentemente expuestos, sin m¨¢s interrupci¨®n que las horas de cierre del museo, durante los ¨²ltimos cuatro a?os, desde ese mismo d¨ªa del mes de octubre de 1981 en que se abri¨® al p¨²blico su instalaci¨®n en el Cas¨®n.

Tiempo de exhibici¨®n

Para que se hagan una idea del problema que hoy afecta de manera grave a la integridad del legado del Guernica, indicar¨¦ simplemente que el tiempo m¨¢ximo que la mayor¨ªa de los museos sensatos dejan mostrar en p¨²blico dibujos oscila aproximadamente en torno a los seis meses; que en Jap¨®n la norma es de tres a?os de descanso por cada tres meses de exposici¨®n, y que incluso en nuestro pa¨ªs se public¨® una disposici¨®n legal de protecci¨®n patrimonial, con fecha de 29 de julio de 1939, que proh¨ªbe expl¨ªcitamente la exhibici¨®n por m¨¢s de seis meses de obras sobre papel.

Estando al parecer retenida la provisi¨®n de fondos (60 millones de pesetas) que hace falta para que venga a Espa?a el legado testamentario al Museo del Prado de Douglas Cooper -dos obras de Juan Gris y una de Picasso-, cuyo precio en el mercado no hace falta decir que multiplicar¨ªa al menos por 10 la cifra antes rese?ada, la situaci¨®n en que se hallan los dibujos de Picasso conservados (?) en el Cas¨®n demuestra c¨®mo se puede hacer una mala gesti¨®n con y sin dinero.