URSS-EE UU: moderado optimismo
LAS NEGOCIACIONES previas al encuentro entre Reagan y Gorbachov, previsto para el 19 y 20 de noviembre, difunden un vago aire de optimismo. Consiste, sobre todo, en la descripci¨®n de las propuestas presentadas a Shultz y Reagan por el ministro de Asuntos Exteriores sovi¨¦tico, Shevardznadze, como algo nuevo. No es importante s¨®lo que en la URSS est¨¦n cambiando las l¨ªneas pol¨ªticas principales, sino que Estados Unidos est¨¦ dispuesto a reconocerlo y no responda, como es habitual, que no encuentra novedades y que se trata de mera propaganda.No es probablemente casual que el ¨²ltimo gran cambio en la URSS, el de Tijonov por Rishkov, se haya producido al tiempo de la conversaci¨®n en la Casa Blanca y a poco m¨¢s de 20 d¨ªas de la reuni¨®n en la cumbre. No es que el nuevo primer ministro -un especialista en econom¨ªa- pueda tener un peso decisivo en la pol¨ªtica internacional del pa¨ªs, sino que incide en la maniobra de rejuvenecimiento que va borrando la vieja guardia -es decir, el esp¨ªritu conservador y naturalmente pacato de quienes tuvieron que aceptarlo todo para sobrevivir y medrar- para sustituirla por las posibles nuevas ideas. Parece que este efecto es considerable en EE UU, y que incluso el hecho de que no sea el cansado y eterno rostro de Gromiko el que haya llevado el borrador de las propuestas ha contribuido a dar una nueva din¨¢mica a la cuesti¨®n.
Lo que se sabe es poco. Parece que la propuesta se centra en una reducci¨®n sustancial de los misiles de largo y medio alcance con base en tierra sovi¨¦tica, y requiere que la guerra de las galaxias del presidente Reagan se reduzca, por lo menos, al estado de experimentaci¨®n en laboratorio, sin llegar a la construcci¨®n de prototipos, y menos a¨²n a su experimentaci¨®n. No parece que sea un tema en el que Reagan vaya a ceder f¨¢cilmente, pero s¨ª pueden aumentar las presiones de la opini¨®n p¨²blica y calificada sobre Reagan.
Un estudio militar del Congreso ha concluido que la SDI -Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica, nombre oficial del programa de misiles con base espacial- puede incrementar la carrera de armamentos y que "no es tecnol¨®gicamente posible". Invierte el informe la idea de defensa: la iniciaci¨®n de la SDI har¨ªa m¨¢s peligrosa la situaci¨®n de guerra nuclear que su descarte. Hay que pensar que en la descripci¨®n positiva y matizadamente optirri¨ªsta del secretano de Estado y del presidente al borrador sovi¨¦tico existe un deseo de no enfientarse abiertamente con esta opini¨®n del Congreso y con el inter¨¦s con que ha sido acogida por el p¨²blico. Es cierto que el Pent¨¢gono se ha apresurado a negar valor profesional al informe del Congreso, insistiendo en la supuesta filosof¨ªa pacifista -la SDI evitar¨ªa un ataque por sorpresa y har¨ªa m¨¢s barato un sistema defensivo que uno ofensivo-, pero es indudable que en estos momentos un rechazo de las ideas generales sovi¨¦ticas estar¨ªa mal acogido en el mundo y en EE UU.
Se sabe tambi¨¦n de estas conversaciones previas que el presidente Reagan ha introducido en ellas otros temas: derechos humanos, situaci¨®n en el Oriente ¨¢rabe y discusi¨®n de otros puntos de tensi¨®n; es decir, que no ha cambiado su idea, nada desde?able, de que la reducci¨®n de armamentos no es posible por s¨ª misma ni tiene significado real en tanto no se llegue a una reducci¨®n considerable en los puntos de tensi¨®n mundial. Hasta ahora la posici¨®n sovi¨¦tica consist¨ªa en deslindar el tema del armamento del de apaciguamiento del mundo por una filosof¨ªa tambi¨¦n estimable: el gran arsenal es cosa de las dos grandes potencias exclusivamente, mientras que los temas mundiales afectan a todos y deben ser discutidos en un foro mundial. Ser¨¢ interesante saber si la nueva direcci¨®n sovi¨¦tica es ahora m¨¢s sensible a la globalizaci¨®n de Reagan, y si ese vistazo al mundo puede tener un desarrollo amplio en la conferencia de noviembre.
El hecho de que estas conversaciones previas hayan dado un buen semblante a la cuesti¨®n no debe indicar definitivamente que la entrevista Gorbachov-Reagan vaya a tener un fin optimista. Los puntos de oposici¨®n siguen siendo mucho m¨¢s fuertes que los puntos de acuerdo, y la enorme potencia del armarnentismo en los dos pa¨ªses no es f¨¢cil de contener. Habr¨¢ que ver si, efectivamente, la URSS ofrece algo m¨¢s que un nuevo semblante: una nueva profundidad. Pero habr¨¢ que ver tambi¨¦n si Reagan es capaz de un cambio dr¨¢stico en sus razones pol¨ªticas, que son las que dos veces consecutivas han sido apoyadas por una mayor¨ªa considerable en su pa¨ªs.
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