Disneylandia en Espa?a

A simple vista puede parecer que la posible instalaci¨®n en Espa?a de una Disneylandia es algo trivial, que no debe dar lugar a la pol¨¦mica. Sin embargo, y como l¨²cidamente expone Juan Benet en el art¨ªculo aparecido en este diario (EL PAIS, 23 de septiembre de 1985), nada m¨¢s lejos de la realidad.El montaje de Disneylandia en Espa?a supone un paso m¨¢s de la penetraci¨®n ideol¨®gica en nuestro pa¨ªs de normas de conducta y moldes sociales que, de manera sutil, van minando la personalidad cultural propia, hasta conseguir suplantarla por la particular y maniquea visi¨®n del mundo enviada desde Estados Unidos. Tampoco resulta muy convincente el argumento que justifica la instalaci¨®n en base a la creaci¨®n de puestos de trabajo. No cabe duda que muchas familias encontrar¨ªan en ello alivio a su precaria situaci¨®n, pero para crear empleo no es obligatoriamente necesaria Disneylandia. Un Gobierno competente (dudo que el actual lo sea) tiene el deber moral de promover todo tipo de industrias que no supongan la hipoteca de una cultura y de una forma de sentir y de ser.

Por ¨²ltimo, s¨®lo queda a?adir que produce verg¨¹enza la pobreza mental de algunas autoridades y alcaldes de la zona, que han acogido el proyecto con un entusiasmo rayano en el aldeanismo, como si de la llegada de un nuevo mister Marshall se tratara.-