Cr¨ªtica rosa y negra
Una s¨¢tira de la curiosa simbiosis entre famosos y revistas especializadas o, como dice el t¨ªtulo y la frase consagrada, revistas del coraz¨®n. La superficie es liviana, dentro de un g¨¦nero de humor que deriva hacia lo negro en un momento dado, pero con sus correspondientes mezclas de sentimentalismo y simpat¨ªa.La duquesa y el envejecido playboy -su primer amante en otros tiempos- montan el espect¨¢culo de sus exclusivas de boda, relaci¨®n o divorcio, entran en negocios de imagen, trabajan noche tras noche en su exhibici¨®n y reciben cheques suficientes de la revista que les ha comprado su vida; o la ficci¨®n de su vida, porque la intimidad y los entimientos van por otras v¨ªas. Esta especie de avidez va ganando terreno y se lleva hasta el final: la muerte, o el asesinato bien vendido, que ya es lo ¨²ltimo que se cotiza bien...
Revistas del coraz¨®n
De Juan Jos¨¦ Alonso Mill¨¢n.Int¨¦rpretes: Nino Bastida, Anal¨ªa Gad¨¦, Margarita Garc¨ªa Ortega, Alicia Moro, Jos¨¦ Luis de Vilallonga, Adriana Vega. Escenograf¨ªa de Tony Cort¨¦s. Vestidos de Mar¨ªa Teresa Vega, Mar¨ªa Alegre y Manuel Pifia. Direcci¨®n: Juan Jos¨¦ Alonso Mill¨¢n. Teatro Marquina. Madrid, 20 de septiembre.
Alonso Mill¨¢n no ha pretendido apurar esta situaci¨®n o esta cr¨ªtica: la distancia por el abultamiento, por la elevaci¨®n al absurdo y por la comercialidad. Todo est¨¢ construido en tomo a esta idea de crear un espect¨¢culo para el gran p¨²blico, quiz¨¢ para el mismo que lee las revistas del coraz¨®n.
Elegantes modelos
Los incontables y elegantes modelos que luce Apal¨ªa Gad¨¦ -de Mar¨ªa Teresa Vega- forman parte de un tipo de teatro, el de la alta comedia, al que se iba para ver como se vest¨ªa la primera actriz; no se quedan atr¨¢s los de sus dos m¨¢s j¨®venes compa?eras de escena, vestidas por Mar¨ªa Alegre y Manuel Pi?a. Jos¨¦ Luis de Vilallonga no es actor de teatro, pero a?ade un nombre propio de revista del coraz¨®n, y un vestuario sobrio y elegante, y unas actitudes siempre a punto.El di¨¢logo est¨¢ cuajado de nombres propios y de situaciones de actualidad, y las frases de ingenio -que abundan- no son nunca demasiado hirientes, no pasan de lo que el maestro del g¨¦nero, Benavente, llam¨® alfilerazos. El mismo estreno form¨® parte de la gran promoci¨®n de la obra: con muchas de las personas citadas, o de la lista de famosos, en el patio de butacas, acuciados por los fot¨®grafos mismos de las revistas criticadas, algunos de cuyos directores estaban presentes.
Para que la comercialidad de la obra fuese mayor la obra tendr¨ªa que descargarse de algunas escenas sobrantes, de algunas prolongaciones que resultan in¨²tiles. Se advierte que Alonso Mill¨¢n ha querido dar m¨¢s dimensiones al simplemente recubrimiento ingenioso y fr¨ªvolo del tema, ahondar en los personajes y ofrecer contrapuntos m¨¢s humanos, pero en realidad todo ello va en detrimento de la comedia. La trascendencia se le va de las manos.
La interpretaci¨®n es excelente en Anal¨ªa Gad¨¦, que por s¨ª misma realiza la humanizaci¨®n del personaje hasta donde le es posible, y que une a su elegancia sus matices de buena actriz. Jos¨¦ Luis de Vilallonga deja perder todas sus frases; su voz es imperceptible. Parece contratado para estar: y est¨¢. Margarita Garcia Ortega tuvo su ¨¦xito personal. Los dem¨¢s, pasaron.
Al p¨²blico seleccionado del estreno, parte misma del espect¨¢culo, pareci¨® gustarle la obra, a partir del elegante decorado de Tony Cort¨¦s; sus incidencias, sus admin¨ªculos y sus ara?azos. Alonso Mill¨¢n habl¨® al final para ofrecer los aplausos a la compa?¨ªa y, especialmente, a Anal¨ªa Gad¨¦.
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