Alfons¨ªn

DON FELIPE de Borb¨®n entrega hoy a Ra¨²l Ricardo Alfons¨ªn, presidente de la Rep¨²blica Argentina, el Premio Pr¨ªncipe de Asturias de Cooperaci¨®n Iberoamericana, concedido en los dos a?os anteriores a Belisario Betancur, presidente de Colombia, y a los pa¨ªses del Grupo de Contadora. El acto, en el que tambi¨¦n recibir¨¢n sus distinciones el fil¨®sofo Jos¨¦ Ferrater Mora, el historiador Ram¨®n Carande, el pintor Antonio L¨®pez y el poeta ?ngel Gonz¨¢lez, ser¨¢ presidido por los Reyes, cuya presencia subrayar¨¢ la importancia de unos premios creados en gran medida para hacer patente la unidad cultural y de valores de los pa¨ªses de habla castellana.Alfons¨ªn, que se enorgullece de su ascendencia gallega, es una de las figuras pol¨ªticas m¨¢s respetables y ejemplares de la historia reciente del continente americano. Su victoria electoral de 1983, que cerr¨® la siniestra etapa de la dictadura militar y abri¨® inesperadas perspectivas para la pacificaci¨®n, la democratizaci¨®n y el saneamiento econ¨®mico de la sociedad argentina, es la culminaci¨®n de una vida consagrada a la defensa de la libertad. Su coraje moral, su honradez pol¨ªtica y su valent¨ªa para tomar decisiones fueron factores decisivos para derrotar en las urnas al peronismo, cuya hegemon¨ªa en la vida argentina desde 1945 no hab¨ªa tenido hasta ese momento otra alternativa que el golpe militar o la proscripci¨®n electoral y hab¨ªa bloqueado el normal funcionamiento del sistema. No es, sin embargo, un caudillo populista ni un l¨ªder fabricado por los laboratorios y las agencias de imagen. La confianza que merece Alfons¨ªn a sus compatriotas descansa sobre su capacidad para hacer frente a los compromisos adquiridos, su detonante fuerza oratoria y su energ¨ªa de pol¨ªtico, que desdicen del aspecto de hombre bonach¨®n que prodiga.

La herencia recibida por Alfons¨ªn no invitaba a pron¨®sticos optimistas. El terrorismo de Estado organizado por la dictadura hab¨ªa dejado en la moral colectiva de los argentinos las huellas de los miles de desparecidos, e implicado a la c¨²pula de las fuerzas armadas en la perpetraci¨®n de esos cr¨ªmenes y en la pr¨¢ctica sistem¨¢tica de la tortura. La sociedad argentina ten¨ªa que sumar adem¨¢s la humillaci¨®n de la guerra de las Malvinas, las incertidumbres del conflicto con Chile en torno al canal de Beagle, la hiperinflaci¨®n monetaria y la gigantesca deuda externa. Alfons¨ªn ha llevado ante los tribunales a los principales responsables del genocidio, ha sentado las bases para el di¨¢logo sobre las Malvinas, ha alcanzado un acuerdo con Chile (respaldado con un refer¨¦ndum popular), ha creado una nueva unidad monetaria -el austral- para instrumentar un plan antiinflacionario y se ha sumado a las iniciativas que buscan en Latinoam¨¦rica soluciones realistas para una renegociaci¨®n equitativa de la deuda. No hay duda de que sus dificultades son todav¨ªa muchas y de que no est¨¢ exento de las tentaciones de los pol¨ªticos. Quienes le acusan de querer prolongar su poder a trav¨¦s de la construcci¨®n de un gigantesco partido desde el radical -una nueva especie de PRI mexicano- inciden en sospechas similares a las que se vierten sobre el PSOE y su estrategia en Espa?a. Pero con independencia de ello y de lo que el futuro depare a la Rep¨²blica Argentina, pocos se hubieran atrevido a pronosticar hace dos a?os un balance tan impresionante y positivo como el que su presidente puede hoy ofrecer.