El 'Achille Lauro', recibido en G¨¦nova con emoci¨®n y j¨²bilo
El sino del trasatl¨¢ntico Achille Lauro es la mala suerte. El mi¨¦rcoles por la noche lleg¨® con retraso a G¨¦nova a causa del mal tiempo. En ese momento conclu¨ªa, con emoci¨®n y j¨²bilo, sobre una marca de gente, l¨¢grimas, gritos, abrazos y desmayos, la tr¨¢gica aventura del secuestro del barco por un comando formado por cuatro miembros del Frente de Liberaci¨®n de Palestina (FLP). El buque inici¨® ayer un nuevo crucero por el Mediterr¨¢neo. hasta el 28 de octubre, con 439 pasajeros. En las ¨²ltimas horas se retiraron un 40% de las reservas.
Cuando el Achill e Lauro atrac¨® a las 23.07 horas del mi¨¦rcoles en el puerto de la capital de Liguria, como un fantasma iluminado en la noche, todo fue fiesta y alegr¨ªa. Desde el mar, la orquesta lanzaba al aire las notas del himno escrito especialmente para el crucero, quese mezclaban con las sirenas que saludaban a los cientos de personas que se hacinaban en el muelle para recibirlo.Desde N¨¢poles hab¨ªan llegado, tras diez horas de tren, numerosos familiares de miembros de la tripulacion. Y, cuando el Achille Lauro, imponente, se present¨® ante los ojos de la gente, se destaparon cientos de botellas de champa?a cuya espuma se mezclaba con las l¨¢grimas de los napolitanos. Lloraban de emoci¨®n las madres, las esposas y los hermanos de los tripulantes. Lloraban, por solidaridad con los que lloraban, amigos y curiosos. Pero la emoci¨®n alcanz¨® su cota m¨¢xima cuando se levant¨® el puente y la marea de familiares entr¨® en el buque. Todos a empujones, con los carabineros arrollados por la furia de los napolitanos borrachos de gozo que sub¨ªan gritando, con los brazos de par en par desde lejos, preparados para abrazar a quienes tanto y con tanta ansia y angustia hab¨ªan esperado durante los -d¨ªas interminables y dram¨¢ticos del secuestro.
Total confusi¨®n
Televisiones de todo el mundo, sobre todo norteamericanas, se disputaban las primeras entrevistas con los secuestrados. La confusi¨®n era total. Uno de los tripulantes, al abrazarse a su madre, perdi¨® los nervios. Ocho hombres tuvieron que sujetarle, ante el temor de que se arrojase del.barco en medio de una crisis hist¨¦rica mezcla de dolor y emoci¨®n.
Los periodistas, a empujones y codazos, se esforzaban para entrar en el Achille Lauro, conocido ya como el buque de los misterios.
Un informador advirti¨® enseguida que la flecha que indicaba el camino hacia el restaurante estaba perforada por un impacto de bala, de cinco cent¨ªmetros de anchura, que parec¨ªa la firma dejada por los terroristas. Un oficial del barco indicaba con el dedo, en el paseo, de popa, a¨²n sin limpiar, una mancha de sangre ennegrecida, testigo dram¨¢tico, mudo pero visible, del asesinato del jud¨ªo norteamericano Leon Klinghoffer.
Un periodista, micr¨®fono en ma?o, pregunt¨® a una napolitana que corr¨ªa a abrazar a su marido si hab¨ªa sabido que el secuestro acababa de provocar una crisis de Gobierno. La mujer le mir¨® como alucinada y, con un gesto muy napolitano y significativo, respondi¨®: "Para nosotros, la ¨²nica crisis es la de nuestros hijos sin trabajo, ?se entera?".
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