Reagan reinterpreta el proceso de control de armamentos y provoca una tormenta pol¨ªtica
La Casa Blanca ha difundido en las ¨²ltimas semanas una nueva interpretaci¨®n del Tratado sobre Limitaci¨®n de Sistemas Bal¨ªsticos Antimisiles (ABM), seg¨²n la cual ese texto firmado en 1972, fundamento y base de todo el proceso de control de armamentos que se concret¨® en los acuerdos SALT, no impide ni limita en modo alguno el desarrollo ' la prueba e incluso la fabricaci¨®n de las nuevas armas que EE UU necesita, para la Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (SDI), o guerra de las galaxias. La noticia, quiz¨¢ por su car¨¢cter t¨¦cnico, pas¨® relativamente desapercibida en la Prensa internacional, pero sus repercusiones pol¨ªticas fueron sonadas e inmediatas.
Fue el consejero de Seguridad Nacional, Robert McFarlane, quien solt¨® la bomba, hace exactamente dos semanas, cuando dijo, en una entrevista televisada durante la tarde del domingo 6 de octubre, que el tratado de 1972 "aprueba y autoriza" el desarrollo y la prueba de sistemas ABM basados en el espacio "que incluyan nuevos conceptos f¨ªsicos", como los rayos l¨¢ser y otras energ¨ªas dirigidas.Tres d¨ªas m¨¢s tarde, el mi¨¦rcoles 9 de octubre, altos funcionarios de la Casa Blanca que no quisieron ser identificados confirmaron en un encuentro con periodistas que las declaraciones televisadas de McFarlane no constitu¨ªan una opini¨®n aislada, sino que reflejaban lo que ya era una posici¨®n fija de la pol¨ªtica de la Administraci¨®n. Parece ser, que la reacci¨®n del secretario de Estado, George Shultz, fue esta vez violenta, porque el mismo viernes 10 de octubre se celebr¨® en la sede de la Presidencia una reuni¨®n que, seg¨²n la cadena de televisi¨®n CBS, respondi¨® a "una sutil amenaza de dimisi¨®n" del propio Shultz.
A la cita de la Casa Blanca ¨²nicamente asistieron el presidente, Ronald Reagan, el secretario de Defensa, Caspar Weinberger, y el director de la Oficina para el Control de Armamentos, Kenneth Adelman, adem¨¢s de los ya citados Shultz y McFarlane. Edel curso de esa entrevista, que los medios de comunicaci¨®n describieron como "emocionalmente tensa", el secretario de Estado pudo convencer al presidente de que el Tratado ABM debe seguir siendo respetado de una manera estricta, con lo que pareci¨® cerrarse, al menos provisionalmente, una crisis de Gabinete de la que la propia Prensa estadounidense s¨®lo ha podido informar con un retraso de una semana.
El incidente ha dejado planteado, sin embargo, un interrogante sobre la posibilidad de que la Administraci¨®n Reagan deje en suspenso los acuerdos vigentes en materia de control de armamentos precisamente en v¨ªsperas de la pr¨®xima cumbre Reagan-Gorbachov, ya que un eventual deterioro del Tratado ABM deteriorar¨ªa tambi¨¦n los acuerdos SALT que en ¨¦l se basan. Ahora bien, seg¨²n el embajador Gerard Smith, jefe de la delegaci¨®n que negoci¨® los tratados ABM y SALT bajo la Administraci¨®n Nixon, la nueva interpretaci¨®n que ofreci¨® McFarlane hace dos semanas y luego confirm¨® la Casa Blanca convierten al Tratado ABM en "letra niuerta".
No puede decirse que las declaraciones de McFarlane fueran una completa sorpresa, ya que era evidente que al menos un sector importante de la Administraci¨®n estadounidense se mov¨ªa desde hace tiempo en esa misma l¨ªnea. Durante el pasado mes de septiembre, tanto Weinberger como Adelman y altos funcionarios de la Casa Blanca reiteraron que la SDI podr¨¢ pasar por las fases de investigaci¨®n, desarrollo y prueba, hasta el punto mismo del eventual despliegue del sistema de defensa, sin violar el actual Tratado ABM. Sin embargo, nadie explicaba c¨®mo se resolver¨ªa la contradicci¨®n entre este enunciado y el art¨ªculo quinto del tratado, cuyo primer apartado establece que "cada parte se compromete a no desarrollar, probar o desplegar sistemas ABM o componentes del mismo basados en el mar, en el aire, en el espacio, o m¨®viles basados en tierra".
Las pruebas antisat¨¦lites, que no est¨¢n reguladas, ofrecen una posibilidad de experimentar en las .condiciones prohibidas por el tratado tecnolog¨ªas susceptibles de ser tambi¨¦n empleadas en la defensa contra misiles. Pero las posibilidades descubiertas por McFarlane son mucho m¨¢s amplias. El consejero de Seguridad Nacional entiende que las nuevas armas de la guerra de las galaxias, como el l¨¢ser o los rayos de part¨ªculas, simplemente no est¨¢n sujetas al tratado de 1972, de manera que la SDI puede ser desarrollada y experimentada sin trabas.
McFarlane basa esta opini¨®n en una nueva lectura del art¨ªculo dos. del texto firmado hace 13 a?os, que establece: "Para los efectos de este tratado, un sistema ABM es un sistema para contrarrestar misiles bal¨ªsticos estrat¨¦gicos o sus elementos en trayectoria de vuelo, que actualmente consta de a) misiles interceptores ( ...) b) lanzadores ABM ( ... ) c) radares ABNI ( ... )". Seg¨²n el consejero de Seguridad Nacional, ni el l¨¢ser ni ninguna de las nuevas armas que se consideran ahora para la defensa espacial aparecen en esta enumeraci¨®n, ni est¨¢n, por tanto, retringidas por el tratado.
La Casa Blanca ha completado este argumento, al revelar la existencia de una llamada Declaraci¨®n Acordada D, firmada por Richard Nixon y Leonid Breznev junto con el tratado, que sigue siendo secreta, pero en la que m¨¢s o menos se dec¨ªa que si nuevos sistemas ABM "basados en otros principios f¨ªsicos", llegaran a ser desarrollados en el futuro, "las limitaciones espec¨ªficas para dichos sistemas y sus componentes se someter¨¢n a discusi¨®n y acuerdo mutuo".
El embajador Smith, que no conoc¨ªa el texto de este documento, ha afirmado que "es simplemente imposible que una declaraci¨®n acordada sobresea una disposici¨®n del tratado". Otro diplom¨¢tico estadounidense, Raymond Garthoff, que form¨® parte de la delegaci¨®n de su pa¨ªs que negoci¨® el tratado ABM, ha escrito que, en agosto de 1971, EE UU y la URSS llegaron a un acuerdo "para prohibir" los sistemas de defensa antimisiles basados en "sistemas de tecnolog¨ªas futuras ex¨®ticas", y que en ese acuerdo qued¨® recogido el conjunto de una serie de art¨ªculos concretos del tratado. La apreciaci¨®n de Garthoff resulta coherente con la posici¨®n que siempre ha sostenido el asesor presidencial Paul Nitze, en el sentido de que a medida que la SDI avance, se har¨¢ necesario revisar y renegociar el Tratado ABM por los procedimientos previstos en el mismo texto del acuerdo.
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