Punto sin retorno

Encaramado en una escalera, a la puerta de un cine de P¨¦saro, durante el festival de esta ciudad en 1968, Pier, Paolo Pasolini, echando chispas por los ojos, con aspecto de campesino terco, peque?o y temible, arremeti¨® ¨¦l solo contra un grupo de autotitulados revolucionarios que pretend¨ªa hacer la revoluci¨®n llev¨¢ndose por delante al portero asalariado de aquel cine. Grit¨® entonces Pasolini algo que, ahora que se le conmemora tanto, deb¨ªa estar grabado en m¨¢rmol all¨ª mismo: "S¨®is la peste de este tiempo".Desde entonces, Pasolini no dio cuartel a los, en frase acu?ada por ¨¦l, fascistas de izquierda. Nada volvi¨® a ser lo mismo desde esta cristalizaci¨®n moral de la furia, ¨¦sta s¨ª revolucionaria, de Pasolini, que mostr¨® y demostr¨® para siempre que no se es fascista por las ideas que se dicen tener, sino por la manera de tener las que se tienen, sean cuales sean.

Este instante ¨¦tico del cineasta Pasolini es, dentro del cine europeo de la izquierda, un punto sin retorno. Nadie como ¨¦l encarn¨® la identidad entre el intelectual y el artista, entre el creador de ideas y el creador de belleza. Y nadie mejor que Pasolini demostr¨® que, cuando no se posee esta identidad, pretender hacer cine de izquierda es una quimera propia de incompetentes, cuando no una farsa propia de p¨ªcaros.