Soberbio conjunto
De aut¨¦ntico acontecimiento musical cabe calificar el estreno de la ¨®pera Moses und Aron, de Arnold Schoenberg, en el Gran Teatro del Liceo, de Barcelona. La Ciudad Condal le deb¨ªa el estreno al compositor vien¨¦s, que precisamente aqu¨ª, el 10 de marzo de 1932, seg¨²n consta en el manuscrito, acab¨® de escribir la m¨²sica del segundo acto.Fue una solemne inauguraci¨®n de la temporada 1985-1986, no cabe ninguna duda: aunque el p¨²blico no llenara completamente la sala ?dificultades con la dodecafon¨ªa? ?tentador fin de semana para huir de crispaciones urbanas? Ambas cosas, probablemente- y aunque no asistieran a la representaci¨®n todos los vips que hab¨ªan sido anunciados en un principio, la calidad musical alcanzada en este estreno de obra y de temporada confiri¨® la m¨¢xima dignidad a la convocatoria. La direcci¨®n del teatro se ha apuntado un magn¨ªfico primer tanto, que est¨¢ teniendo la repercusi¨®n deseada en los medios de comunicaci¨®n.
Moses und Aron
De Arnold Schoenberg. Franz Mazura, Wolfgang Neumann, Suzanne Calabro y Czeslava Slania, en los principales papeles. Producci¨®n y direcci¨®n esc¨¦nica: Hans Neugebauer. Cuerpo de Baile, Orquesta y Coro del Teatro del Liceo. Direcci¨®n: Uwe Mund. Teatro del Liceo. Barcelona, 2 de noviembre.
El gran dilema que persigui¨® a Schoenberg a lo largo de su dilatada experiencia art¨ªstica, y que encontr¨® en Moses und Aron su m¨¢s sublime y tensa manifestaci¨®n, fue la dicotom¨ªa entre arte y vida, entre pensamiento y acci¨®n, entre idea y estilo (as¨ª se titula precisamente una de sus m¨¢s importantes obras te¨®ricas), entre ideolog¨ªa y praxis hist¨®rica.
La idea y la palabra
Es ¨¦ste, en definitiva, el gran debate entre Mois¨¦s y Aar¨®n: el primero posee la idea de Dios, pero es consciente de la imposibilidad de representar tal idea; el segundo, en cambio, posee la palabra y una supuesta capacidad para hacerla extensiva a todo el pueblo de Israel, pero en el momento en que lo intenta se traiciona a s¨ª mismo y conduce a sus s¨²bditos por el camino de las falsas divinidades: ¨¦l s¨ª es capaz de ofrecer im¨¢genes, pero son im¨¢genes que no responden a la idea verdadera. Adorno ha se?alado que en esta dicotom¨ªa reside precisamente la clave de la relaci¨®n schoenbergiana entre m¨²sica y judaismo, resuelta en la ¨®pera con una impenetrable iron¨ªa: Aar¨®n, el hombre de las im¨¢genes, est¨¢ condenado a cantar durante la obra, es decir a utilizar un lenguaje sin im¨¢genes, mientras que Mois¨¦s recita, ¨²nico recurso que el compositor pod¨ªa emplear para formular dram¨¢ticamente la voz del Antiguo Testamento.Las ¨²ltimas palabras de Mois¨¦s del segundo acto, pronunciadas sobre un fa sostenido al un¨ªsono (nota fat¨ªdica de la cuarta tritono,el diabolus in musica), son la s¨ªntesis inigualada de todo este planteamiento: "Oh palabra, t¨² palabra, queme faltas".
A todo ello responde el pueblo de Israel con estupor, lascivia, abandono, temor: la obra, como fragmento religioso que es, en palabras de Adorno, no hubiera podido omitir este aspecto. Es un pueblo destinado a vivir aislado en el desierto, como se anuncia en el tercer acto, un pueblo que ha de sufrir la contradicci¨®n entre su religiosidad y un mundo que no la comprende: tal es la obsesiva contradicci¨®n que Schoenberg descubr¨ªa entre su propia idea y una sociedad de entreguerras abocada por completo a posturas laicas. La ¨²nica respuesta posible es el aislamiento, la soledad.
Por todo ello, no cabe en este comentario destacar individualidades: la ¨²nica posibilidad de que la obra funcione es como conjunto. La versi¨®n del Liceo fue soberbia en este sentido: el director Uwe Mund, ante una orquesta volcada y un coro extraordinario, sabiamente preparado por Romano Gandolfi y Vittorio Sicuri y que supo hacer frente a las m¨²ltiples dificultades de la partitura (en alg¨²n punto ¨¦sta llega a exigir hasta doce voces diferenciadas) sac¨® el m¨¢ximo partido. Cont¨® adem¨¢s con solistas -de primera l¨ªnea como Franz Mazura (Mois¨¦s), Wolfgang Neumann (Aar¨®n), Suzanne Calabro (una chica), Czeslawa Slania (una inv¨¢lida).
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