Reagan y Gorbachov conversan dos horas sin asesores el primer d¨ªa de la 'cumbre'

Viene de la primera p¨¢ginaPara Washington, lograr este primer contacto personal era pr¨¢cticamente el fin prioritario de la cumbre. "Pero no se ha tratado s¨®lo de hablar del tiempo, inform¨® el portavoz sovi¨¦tico, Leonid Zamiatin. Sin embargo, para llegar a un acuerdo, a?adi¨®, "no basta una hora. Se necesita un di¨¢logo serio y concesiones mutuas".

La delegaci¨®n sovi¨¦tica, que sigue insistiendo en que la cumbre debe producir acuerdos sobre los temas claves como el control nuclear, concedi¨® un significado importante al tiempo que Reagan y Gorbachov estuvieron a solas y que refleja que los l¨ªderes no -s¨®lo se conocieron, sino que pudieron entrar en detalles. Para Larry Speakes, el portavoz norteamericano, el inesperado encuentro de la tarde, celebrado en un pabell¨®n junto a una piscina, al borde del lago Leman, refleja que "los dos l¨ªderes tienen capacidad de conversar sin alzar la voz".

Fuentes norteamericanas filtraron que el presidente, que ha sido preparado intensamente para la cumbre con un gui¨®n, no le cont¨® a Gorbachov las an¨¦cdotas de sus tiempos de Hollywood o las sacadas de sus lecturas del Reader's Digest, con las que suele explicar en t¨¦rminos muy simples la realidad del mundo.

El presidente ten¨ªa unos papeles preparados que le sirvieron para explicar al l¨ªder del Kremlin la visi¨®n norteamericana de la situaci¨®n internacional, los puntos criticables, en su opini¨®n, de la conducta sovi¨¦tica y las posibles ideas para que esa actitud pueda rectificarse mediante la negociaci¨®n. Tambi¨¦n precis¨® Reagan cual ser¨¢ el comportamiento de Washington en el futuro. El secretario general del PCUS respondi¨® con una presentaci¨®n general similar.

La principal sorpresa de la jornada, no positiva para EE UU, fue el inesperado almuerzo mantenido por Gorbachov con el reverendo de raza negra Jesse Jackson, ex candidato dem¨®crata a la presidencia y uno de los cr¨ªticos m¨¢s severos de la pol¨ªtica de Reagan. Jackson jug¨® a favor de la propaganda sovi¨¦tica, seg¨²n observadores occidentales, al entregar al dirigente de la URSS una petici¨®n para detener las pruebas nucleares, firmada por m¨¢s de un mill¨®n de norteamericanos.

Jackson tambi¨¦n le present¨® a Gorbachov el problema de los derechos humanos en la URSS y en este tema, dijo el reverendo, "su respuesta no fue satisfactoria". Los portavoces norteamericanos trataron anoche de quitar importancia a este incidente que para algunos supone romper el pacto de confidencialidad sobre las conversaciones. El sovi¨¦tico Vladimir Lomeiko, dijo anoche que "Gorbachov hace lo que quiere con su tiempo libre y que el encuentro no tiene nada que ver con el contenido de las conversaciones".

El encuentro internacional m¨¢s importante de los ¨²ltimos seis a?os dio comienzo a las diez y un minuto de la ma?ana, a un grado bajo cero, con 60 segundos de retraso, cuando los dos hombres m¨¢s poderosos del planeta se dieron un apret¨®n de manos e intercambiaron controladas sonrisas, ante el palacete Fleur d'Eau.

El tosco Zil negro de Gorbachov, con matr¨ªcula de Mosc¨², se detuvo en el camino de gravilla y el secretario general sali¨® del autom¨®vil, sin esperar casi a que le abrieran la puerta. Un cuarto de hora antes hab¨ªa llegado Reagan, anfitri¨®n de la primera jornada, en su espectacular Cadillac negro, tra¨ªdo desde Washington.

Los historiadores quiz¨¢ no logren ponerse de acuerdo sobre donde se produjo el primer contacto, en cual de los 10 escalones de la escalinata trasera de la casa. Reagan, sorprendiendo a todos y en un gesto psicol¨®gico dirigido a subrayar su fortaleza, esperaba a su hu¨¦sped sin abrigo. En el segundo apret¨®n de manos, antes de entrar en la residencia. Gorbachov, que se hab¨ªa quitado su anticuado sombrero, coment¨® con el presidente el detalle del abrigo. Cuando cruzaron el umbral, Reagan puso la mano en la espalda de su adversario.

Aluvi¨®n de preguntas

La siguiente escena tuvo lugar en una peque?a habitaci¨®n, decorada en azul claro, con la paredes llenas de libros y un fuego en la chimenea. Los dos l¨ªderes se sentaron en unos sillones amarillos de respaldo alto, con los int¨¦rpretes a sus lados. El presidente vest¨ªa de azul oscuro, camisa blanca y corbata a rayas roja y azul. Gorbachov llevaba un traje a rayas y corbata roja y negra.

Un poco nerviosos, pero sonrientes, aguantaron un aluvi¨®n de preguntas de la Prensa. Rompieron el hielo con unos comentarios de Gorbachov sobre las dificultades que suele tener para superar los problemas dio la diferencia horaria en los vuelos transoce¨¢nicos. "En un viaje a Canad¨¢ tard¨¦ dos semanas en recuperarme". Un periodista de la televisi¨®n americana le pregunt¨® si es verdad, como dijo Gromiko, que es un pol¨ªtico duro, "con bonita sonrisa y unos dientes de acero". "A¨²n tengo mis dientes", respondi¨®, y a?adi¨®: "Creo que el presidente y yo tenemos buenas bases para mantener unas buenas conversaciones".

Reagan, preguntado por su primera impresi¨®n sobre el ¨²nico l¨ªder sovi¨¦tico que ha conocido personalmente en cuatro a?os, dijo: "hemos tenido una cordial bienvenida y creo que ambos compartimos los mismos objetivos". El dirigente sovi¨¦tico pidi¨® a los periodistas que no se precipitaran y quisieran saber si habr¨¢ m¨¢s cumbres, pero s¨ª confirm¨® que Mosc¨² propondr¨¢ aqu¨ª que las negociaciones d¨¦ armamentos de Ginebra se reanuden antes de la fecha prevista, que es el 16 de enero. A esta conversaci¨®n asist¨ªa, como reportero de Playboy, el hijo del presidente, Ron, que le hab¨ªa pedido a su padre que le dejara estar presente en este momento hist¨®rico.

Los dos dirigentes interrumpieron su primer contacto a solas a las 11.22 horas, dirigi¨¦ndose a una habitaci¨®n contigua, donde alrededor de una mesa oval tra¨ªda especialmente desde Nueva York les esperaban sus respectivas delegaciones, integradas por seis personas cada una. En la norteamericana, por primera vez en la historia de las cumbres, se sent¨® una mujer, Rozanne Ridgway, la responsable de los asuntos europeos en el Departamento de Estado. Durante una hora, los dos equipos continuaron los planteamientos generales iniciados por sus l¨ªderes. Tras separarse para comer (Reagan almorz¨® con sus asesores), volvieron a reunirse las dos delegaciones para tratar durante dos horas escasas las cuestiones relacionadas con el control de armamentos. En este punto reside la principal diferencia que hace pr¨¢cticamente imposible un acuerdo entre EE UU y la URSS, al no aceptar Reagan limitaciones o negociaci¨®n sobre la guerra de las galaxias. En la sesi¨®n de la tarde, Ridgway fue sustituida por el embajador Paul Nitze, el principal asesor de la Casa Blanca para el control de armamentos.