Una gran hoguera
Suele decir Rostropovich, poseedor de unos medios t¨¦cnicos incre¨ªbles, que en un int¨¦rprete es m¨¢s importante la proyecci¨®n de la propia personalidad que la misma t¨¦cnica- El viernes, el m¨²sico de origen sovi¨¦tico demostr¨® en el teatro Real, ante los Reyes y ante una amplia representaci¨®n de la sociedad espa?ola, una vez -m¨¢s, su capacidad de comunicaci¨®n, verdaderamente fabulosa.Tocaba Slava -as¨ª le denominan sus familiares y amigos- el Concierto en do mayor de Haydn, y los veintitantos profesores de la RTVE parec¨ªan movidos por un resorte vital: su impulso era distinto, renovada su atenci¨®n y casi in¨¦ditas sus posibilidades din¨¢micas.
Recuerdo que hace a?os, en el Festival de Berl¨ªn, sucedi¨® otro tanto con la Orquesta de la Radio. Aunque hab¨ªa d¨ªrect r tanto para la entonces reci¨¦n descubierta partitura de Haydn, cuanto para el segundo concierto de Shostakovich dedicado a Slava, la verdadera batuta era el violonchelo de Rostropovich, la fuerza incontenible de su continuidad, la capacidad expresiva fruto y exteriorizaci¨®n de una pasi¨®n interior que atiza la existencia toda del m¨²sico y toma llameantes todos sus quehaceres, art¨ªsticos y humanos. Rostropovich es como una gran hoguera.
Concierto-homenaje a los Reyes de Espa?a
Orquesta Sinf¨®nica de Radiotelevisi¨®n espa?ola. Solista y director: M. Rostropovich.- Obras de Montsalvatge, Haydn y Shostakovich. Teatro Real. 22 de noviembre.
Temperatura vital
Pero ser¨ªa equivocado pensar en el violonchelista o en el m¨²sico, por decirlo m¨¢s ampliamente, como un excitado perorador sonoro s¨®lo porque su temperatura vital y el calor de su afectividad alcancen tan elevados grados. Uno de los secretos de Slava es su profundo concepto del silencio, la valoraci¨®n que sabe otorgarle como parte integrante del continuo musical.
Desde el punto de vista humano, es muy conocida una bell¨ªsima an¨¦cdota contada por el pro.~ pio Rostropovich. Su amigo y profesor de composici¨®n Dimitri Shostakovich le telefoneaba de cuando en cuando: "Ven a casa r¨¢pidamente"; el violonchelista acud¨ªa a la cita sin tardanza; lo recib¨ªa el compositor y le invitaba: "Si¨¦ntate, ahora podemos estar en silencio". Pasaba media hora, Dimitri se pon¨ªa en pie: "Gracias, Slava, hasta pronto".
Es decir, alguien que estimaba tanto a Rostropovich como Shostakovich sab¨ªa de su capacidad de silencio. S¨®lo teni¨¦ndola muy en cuenta se comprender¨¢ la inusitada belleza de su Haydn entra?able y confidencial, el misterio largo, atmosf¨¦rico, paisajista, con fr¨ªa vibraci¨®n de noches blancas, el largo en la Quinta sinfon¨ªa de Shostakovich.
Un admirable m¨²sico
Porque Rostropovich podr¨¢ no ser un director virtuosista en ese 30% que ¨¦l mismo asigna a la t¨¦cnica, pero s¨ª es, al ciento por ciento, un admirable m¨²sico. De ah¨ª que importen poco ciertas imperfecciones de detalle cuando se realizan versiones sustantivamente musicales y apasionadamente ver¨ªdicas. Ante el Shostakovich de Rostro, la mayor¨ªa de los que escucharnos se nos antojan artificiosos y exagerados: pura demagogia musical.
Inaugur¨® Rostropovich su concierto-homenaje a los Reyes de Espa?a con la Fanfarria para la alegr¨ªa de la paz, compuesta para la ocasi¨®n por Xavier Montsalvatge, premio Nacional de M¨²sica del presente a?o. Son cuatro minutos musicales bien trazados y escritos para la plantilla completa de la orquesta, que alzan su voz jubilosa y ofrecen a don Juan Carlos y do?a Sof¨ªa la emblem¨¢tica alegr¨ªa de la paz.
A ella se sum¨¦ el p¨²blico que llen¨® el teatro Real y ovacion¨® incansablemente a los Reyes, al gran violonchefista y director titular de la Sinf¨®nica Nacional de Washington y a la Sinf¨®nica de Radiotelevisi¨®n, esta vez especialmente presta en su entrega y particularmente sensible en su respuesta a la presencia, al gesto y, sobre todo, a la musicalidad de Rostropovich.
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