El piloto hundi¨® un hacha en la cabeza del jefe de los secuestradores
El comandante del Boeing 737 de la Egypt Air, secuestrado en vuelo de Atenas a El Cairo, supo a los pocos minutos de desviar el avi¨®n al aeropuerto de Luga, en La Valetta (Malta), que estaba amenazado de muerte si no lograba despegar de nuevo. Aun as¨ª, el capit¨¢n Hani Galal, de 39 a?os, aprovech¨® la falta de dominio del ingl¨¦s del jefe del comando pirata para alertar sobre los movimientos en el interior del aparato y aconsejar sobre la forma en que deb¨ªa producirse el asalto. Finalmente pudo huir tras hundir un hacha en la cabeza al jefe de los piratas.
"Al final, aquella amenaza se convirti¨® en realidad y el jefe de los secuestradores, que respond¨ªa al nombre de Nabil, y que en todo momento estuvo en la cabina de los pilotos, salvo cuando sal¨ªa a los lavabos, tir¨® tres granadas sobre el pasaje y se volvi¨® hacia m¨ª dispar¨¢ndome a la cabeza con una pistola. Pude esquivar algo el disparo, que s¨®lo me roz¨®, y le hund¨ª un hacha contra incendios en el cr¨¢neo. El pirata cay¨® al suelo, pero se mov¨ªa todav¨ªa. Yo entonces abandon¨¦ el aparato y creo que el secuestrador muri¨® despu¨¦s a consecuencia de los disparos del grupo de asalto egipcio", explica Galal.Para el piloto egipcio, los secuestradores eran "asesinos de primera clase, gente desesperada" que nunca le comunicaron sus reivindicaciones o a d¨®nde quer¨ªan ir. "Desde que el avi¨®n aterriz¨® en Luga los secuestradores comenzaron a matar rehenes. La primera v¨ªctima fue una mujer israel¨ª a la que dispararon a bocajarro y arrojaron al exterior", a?ade.
El secuestro se inici¨® a los 10 minutos de abandonar el aeropuerto de Atenas, seg¨²n Galal. El jefe de los piratas entr¨® en la cabina de los pilotos. "Me coloc¨® un rev¨®lver en la nuca", dice, "y ya no se separ¨® de mi salvo para ir a los lavabos. En ese momento, uno de los guardas de seguridad egipcios que viajaban en el avi¨®n dispar¨® y mat¨® a uno de los secuestradores, pero los disparos despresurizaron la cabina de los pasajeros, tuve que comunicar a los secuestradores que deb¨ªamos tomar tierra en seguida y me dirig¨ª a La Valetta".
"Cuando llev¨¢bamos seis horas en una de las pistas del aeropuerto, las autoridades maltesas rodearon el avi¨®n con tanquetas. El jefe del comando se puso muy nervioso y empez¨® a pedir los pasaportes al pasaje y a matar con intervalos de pocos minutos a los israel¨ªes y norteamericanos que hab¨ªa a bordo. En total, creo que fueron seis. Yo escuchaba los gritos de clemencia de los que iban a morir y observaba la sangre fr¨ªa con la que eran asesinados. Despu¨¦s de cada muerte se re¨ªan y daban saltos de alegr¨ªa".
Para Galal, estuvo claro desde ese momento que la ¨²nica soluci¨®n era que se tomara el avi¨®n por asalto, y comenz¨® a instruir a la torre de control del aeropuerto, primero, y al grupo especial egipcio que vol¨® desde El Cairo, despu¨¦s, de los movimientos y ubicaci¨®n de los secuestradores, aprovechando que Nabil no dominaba el ingl¨¦s y que sal¨ªa a veces de la cabina. "Fue en una de esas salidas cuando cog¨ª el hacha contra incendios que llevamos en la cabina y me la guard¨¦ en la manga. Esa hacha fue la que luego utilic¨¦ cuando Nabil me dispar¨®", dijo.
"Cuando, finalmente, se inici¨® el asalto", asegur¨®, "los secuestradores intentaron escapar lanzando tres granadas contra unas 70 personas que quedaban entre el pasaje. Fue el infierno..., hab¨ªa ocho ni?os entre los pasajeros que murieron. Los que escaparon con vida estaban en la parte delantera, cerca de la puerta de los pilotos, y salieron corriendo detr¨¢s de algunos secuestradores que intentaron abandonar el avi¨®n".
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