El presidente egipcio no teme las consecuencias del desenlace del secuestro
Varios miles de estudiantes denunciaron ruidosamente en El Cairo la humillaci¨®n que EE UU inflig¨ªa a Egipto cuando cazas norteamericanos interceptaron el avi¨®n de Egypt Air en el que volaban los secuestradores del trasatl¨¢ntico italiano Achille Lauro. Pero cuando un mes m¨¢s tarde el presidente, Hosni Mubarak, orden¨®, cediendo acaso a presiones de Washington, asaltar un aparato secuestrado de la misma compa?¨ªa, nadie se ha echado a la calle para criticar la iniciativa, y las escasas protestas de la oposici¨®n parlamentaria carecen de fuerza.Respaldado por Occidente, y especialmente por EE UU, que aprob¨® su dif¨ªcil decisi¨®n de asaltar el Boeing 737 desviado el s¨¢bado de su ruta y estacionado en Malta, el presidente Mubarak tampoco parece tener nada que temer de su oposici¨®n parlamentaria, cuyo principal exponente, Fuad Seragedin, l¨ªder del partido Neo Wafd (conservador), declar¨®, tras ser recibido anteayer en palacio, que los "salvajes e inhumanos" secuestradores "impusieron esa opci¨®n a Egipto". No en balde ha sido justamente su semanario, Al Wafd, el que formul¨® ayer las acusaciones m¨¢s directas lanzadas hasta ahora contra el l¨ªder libio, coronel Muammar el Gaddafi, al que describe como el "supervisor" del secuestro, que se sald¨® con la muerte de 59 personas.
Seragedin desautoriz¨® as¨ª a su lugarteniente Wahid Raafat, que 48 horas antes hab¨ªa pedido a t¨ªtulo personal la dimisi¨®n del ministro de Defensa, mariscal Abdel Halim Abu Ghazala, responsable del "fracaso absoluto" de la operaci¨®n de rescate, por haber tomado "una decisi¨®n precipitada cuando hubiese sido posible lograr un mejor resultado mediante la negociaci¨®n". "No hemos evocado", afirm¨® Seragedin a su salida del encuentro con el jefe del ?stado, "la renuncia de ning¨²n ministro".
Entre la oposici¨®n representada en la Asamblea del Pueblo, s¨®lo el jefe del Partido Laborista, Ibrahim Chukri, proclam¨® inicialmente su intenci¨®n de solicitar la apertura de una investigaci¨®n parlamentaria. Pero no contaba con el peso suficiente en la C¨¢mara baja, frente a los 390 esca?os del partido gubernamental, como para hacer prosperar. sus puntos de vista.
Consciente de sudebilidad, o acaso convencido por Mubarak, que le recibi¨® ayer en audiencia, Chukri acab¨® reconociendo que "fue necesario hacer uso de la fuerza" y parec¨ªa dispuesto a conformarse con escuchar desde su esca?o el comunicado del Gobierno, que en principio ser¨¢ le¨ªdo ma?ana s¨¢bado ante la Asamblea para informar de las circunstancias que condujeron al Ejecutivo a tomar el aparato por la fuerza.
Entre las fuerzas extraparlamentarias, los ultraintegristas de la Sociedad de Conducta Isl¨¢mica del jeque Hafez Salama, que tanto se movilizaron el pasado verano para imponer la ley isl¨¢mica, brillaron por su total ausencia en el escenario pol¨ªtico -tambi¨¦n hab¨ªan, curiosamente, desaparecido durante la crisis del Achille Lauro-, con la esperanza, acaso, de no convertirse nuevamente en el blanco predilecto de la eficaz represi¨®n del ministro del Interior, Ahmed Rochdi.
Tampoco los estudiantes progresistas corearon, como lo hicieron en octubre, esl¨¢ganes para exigir a Mubarak "menos humillaciones para Egipto", y s¨®lo, en definitiva, el Partido Nacional Unionista y Progresista de Jaled Mohiedin, la formaci¨®n legal situada m¨¢s a la izquierda en el abanico pol¨ªtico, se manifest¨® verbalmente para pedir "una investigaci¨®n que permita aclarar este asunto". Mohiedin sospecha que hubo fuertes presiones de EE UU para convencer a Mubarak de recurrir a la violencia.
Entre los colaboradores del presidente, nadie ha emitido la menor cr¨ªtica sobre la contundente actuaci¨®n de las fuerzas egipcias en Malta, aunque, seg¨²n se rumorea, el influyente consejero para la Pol¨ªtica Exterior, Usama el Baz, era partidario de prolongar la negociaci¨®n 24 horas m¨¢s para conocer las condiciones de los terroristas.
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