Yugoslavia, una evoluci¨®n at¨ªpica
En este a?o de aniversarios ligados a la terminaci¨®n de la II Guerra Mundial, un tema casi permanente es el de la divisi¨®n de Europa que se produjo como consecuencia de los acuerdos de Teher¨¢n y Yalta. Pero ese fen¨®meno tuvo sus excepciones: los casos at¨ªpicos, los pa¨ªses que, por una u otra raz¨®n, escaparon a su inserci¨®n en los dos bloques, encabezados, respectivamente, por la Uni¨®n Sovi¨¦tica y Estados Unidos. En un reciente seminario de la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo en Sevilla, el historiador Jean Ellenstein examin¨® los casos de Finlandia y Austria. Otra evoluci¨®n at¨ªpica, en la que querr¨ªa detenerme aqu¨ª, es la de Yugoslavia, que celebra ahora el 402 aniversario de la fundaci¨®n de su nueva existencia estatal. El 26 noviembre de 1945 se proclam¨® en Belgrado la Rep¨²blica Federativa de Yugoslavia, que iba a marchar, a partir de entonces, por caminos a todas luces sorprendentes, sobre todo en el terreno de las relaciones internacionales.El punto de partida para comprender esa evoluci¨®n original es que los yugoslavos lograron liberarse por ellos mismos de la ocupaci¨®n del Ej¨¦rcito hitleriano. A diferencia de otros movimientos de resistencia, que eran fundamentalmente clandestinos, a lo sumo con peque?os grupos de combatientes concentrados en zonas monta?osas, lo extraordinario de la obra de Tito es que constituy¨® un verdadero ej¨¦rcito dentro de Yugoslavia, y asimismo las estructuras iniciales de un nuevo Estado. Su apoyo fundamental fue el partido comunista, pero tuvo la aportaci¨®n de otros grupos democr¨¢ticos que se unieron a ¨¦l en la guerra antihitleriana. A comienzos de 1942 (la invasi¨®n de Yugoslavia por Hitler se produjo en abril de 1941) se dictan unas normas para constituir comit¨¦s populares, que deb¨ªan encargarse de administrar los territorios liberados de la ocupaci¨®n extranjera. En oto?o de aquel a?o, el territorio liberado representaba ya unos 50.000 kil¨®metros cuadrados, m¨¢s que la superficie de Suiza.
Una nueva legalidad
Al a?o siguiente, en Jajce -antigua capital medieval de los reyes de Bosnia- se celebr¨® una reuni¨®n relativamente amplia del Consejo Popular Antifascista de Liberaci¨®n, nuevo ¨®rgano que asumi¨® los poderes ejecutivo y legislativo. Esta reuni¨®n proclam¨® la destituci¨®n del Gobierno yugoslavo, que, con el rey, se hallaba refugiado en Londres. Aqu¨ª surge una caracter¨ªstica que distingue ya entonces el caso yugoslavo de lo que ocurrir¨ªa en otros pa¨ªses europeos. Proclamar una nueva legalidad, al margen del rey y de la Constituci¨®n anterior, en plena guerra significaba una ruptura pol¨ªtica muy seria. Por un lado, con los brit¨¢nicos, y con los aliados en general. ?stos, sin embargo -por evidentes razones militares-, siguieron ayudando a Tito. Pero significaba tambi¨¦n una ruptura con la pol¨ªtica que la URSS propugnaba para los movimientos de resistencia. Stalin consider¨® la reuni¨®n de Jajce como una desobediencia grave de un partido comunista que no se somet¨ªa a sus orientaciones. En el encuentro que tuvo lugar en Mosc¨² entre Churchill y Stalin, en octubre de 1944 (poco antes de Yalta), en el que se realiz¨® el famoso reparto de zonas de influencia, Stalin acept¨® que la influencia en la futura Yugoslavia se repartiese del modo siguiente: el 50%, para el Reino Unido, asociado a EE UU, y el 50% para la URSS. Luego la historia ha ido por otro camino.
La guerra revisti¨® en Yugoslavia una dureza y una crueldad terribles. Se calcula que murieron 1.700.000 yugoslavos, lo que representa un porcentaje tr¨¢gicamente alto para una poblaci¨®n de unos 15 millones de habitantes. En la ¨²ltima fase, las tropas sovi¨¦ticas ayudaron, concretamente, a la liberaci¨®n de Belgrado. Pero es evidente que el clima pol¨ªtico y psicol¨®gico era muy distinto en la sociedad yugoslava de lo que ocurr¨ªa en otros pa¨ªses en los que el factor absolutamente determinante de la liberaci¨®n de la ocupaci¨®n hitleriana hab¨ªa sido el Ej¨¦rcito sovi¨¦tico. Tito y sus compa?eros llegaron a Belgrado para hacerse cargo del poder desde sus puestos de mando en las zonas monta?osas del pa¨ªs, no desde la URSS, como en los otros pa¨ªses integrados luego en el bloque sovi¨¦tico. Pero Stalin no prest¨® mayor atenci¨®n a ese hecho: crey¨® que, al ser un pa¨ªs gobernado por comunistas, podr¨ªa someterlo a sus directivas, tanto en cuanto a la forma de edificar el nuevo Estado como en las orientaciones de pol¨ªtica exterior. En la medida en que encontr¨® dificultades, aument¨® la presi¨®n en los diversos terrenos. Quiso incluso imponer que actuasen sus propios servicios de informaci¨®n, y as¨ª empez¨® un verdadero proceso contra los comunistas desobedientes.
En 1948 la pol¨¦mica se hizo p¨²blica, con las acusaciones de Stalin y Molotov de que los dirigentes yugoslavos estaban traicionando al socialismo y se hab¨ªan convertido en agentes del imperialismo. Entonces, la URSS y Stalin ten¨ªan un prestigio extraordinario; por ello resulta sorprendente, incluso ahora, c¨®mo Tito y el equipo que le rodeaba, formados en la ortodoxia pura de la Internacional Comunista, tuvieron el coraje y la inteligencia pol¨ªtica de asurnir, con todas sus consecuencias, la ruptura con Mosc¨². Entre los factores que contribuyeron a esa actitud hay un hecho poco conocido: el comunismo yugoslavo ten¨ªa un nivel te¨®rico relativamente alto, gracias a personalidades como Moshe Piade y Edouard Kardelj, que pudieron dar unos fundamentos marxistas s¨®lidos al nuevo camino que Yugoslavia ten¨ªa que emprender.
El factor sin duda m¨¢s decisivo fue el patriotismo, exaltado durante la guerra, y que se personif¨ªcaba en Tito a los ojos de masas ampl¨ªsimas del pa¨ªs. Otro factor interesante pudo ser el gran papel que los yugoslavos de las Brigadas Internacionales (se les llamaba los espa?oles) desempe?aron al lado de Tito en la guerra contra Hitler -y luego en cargos fundamentales del nuevo Estado-, mientras en otros pa¨ªses del Este fueron perseguidos, y en ciertos casos fusilados. Sin duda la guerra civil espa?ola hab¨ªa aportado, en el movimiento comunista, experiencias vivas que romp¨ªan con algunos de los dogmas del comunismo tradicional. Stalin hizo todo por borrarlas en numerosos partidos comunistas. No puede ser casual que en dos heterodoxias comunistas tan importantes como la italiana y la yugoslava, pueden observarse ciertas ra¨ªces que dimanan de la expenencia espa?ola.
Yugoslavia se encuentra, pues, en 1949 -a?o en el que se firma el Tratado de Washington y en el que las contradicciones entre Mosc¨² y Washington est¨¢n en niveles de m¨¢xima tensi¨®n- enfrentada de modo brutal con la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Stalin amenaz¨® y prepar¨® una intervenci¨®n militar. Tito no dej¨® lugar a dudas de que se defender¨ªa con las armas. Organiz¨® incluso un estado mayor en las monta?as de Croacia por si estallaban las hostilidades. Por fin, Stalin prefiri¨® utilizar otros medios de presi¨®n, convencido de que podr¨ªa eliminar a Tito con relativa facilidad. Muchos creyeron que, en esa coyuntura, Yugoslavia no tendr¨ªa m¨¢s remedio que inclinarse hacia el otro campo, el occidental, si quer¨ªa garantizar su posici¨®n independiente. La geograf¨ªa permit¨ªa tal evoluci¨®n. Aqu¨ª surge otro de los rasgos at¨ªpicos de la evoluci¨®n yugoslava, su opci¨®n por una pol¨ªtica de no alineamiento.
Bastiones en torno a Mosc¨²
En los a?os cincuenta, la pol¨ªtica norteamericana, con John Foster Dulles en la Secretar¨ªa de Estado y en plena ola del macartismo, se dedic¨® a plasmar una serie de tratados, parecidos al de la OTAN, que tend¨ªan a crear bastiones en torno a la URSS: la Organizaci¨®n del Tratado Central (CENTO), en la parte central de Asia; la Organizaci¨®n del Tratado del Sureste Asi¨¢tico (SEATO), en esta zona.
Frente a las presiones de EE UU, empe?ado entonces en trasladar a escala mundial la divisi¨®n en bloques militares que se hab¨ªa producido en Europa, la reacci¨®n dominante en esa gran parte del mundo que sal¨ªa del colonialismo fue rechazar esa divisi¨®n que les llegaba de fuera. En 1955 tuvo lugar la famosa Conferencia de Bandung, que defini¨® esa posici¨®n, fuera de los bloques, del Tercer Mundo. En realidad, aunque el marco era totalmente diferente, Yugoslavia ten¨ªa que hacer frente a una opci¨®n similar. En 1961 se celebr¨® en Belgrado la primera conferencia en la cumbre del Movimiento de los Pa¨ªses No Alienados. A pesar de los cambios mundiales, de los problemas que ha tenido Yugoslavia, esa orientaci¨®n de su pol¨ªtica exterior sigue vigente.
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