La invasi¨®n de Timor Oriental
?Diez a?os de guerra, de hambre, de terror y de opresi¨®n! Diez a?os de genocidio en sus tres dimensiones: f¨ªsica, psicol¨®gica y cultural, al que el pueblo m¨¢rtir de Timor-Este ha sido sometido, a la fuerza, por el agresor indonesio.Desde la invasi¨®n de Timor Oriental, el 7 de diciembre de 1975, y la consiguiente anexi¨®n llevadas a cabo por el ej¨¦rcito indonesio, m¨¢s de 200.000 vidas timorenses cayeron para siempre en el campo del honor, segadas por los repetidos e intensos bombardeos por mar, tierra o aire, o indirectamente por el hambre, las enfermedades y todo tipo de privaciones que no son, en definitiva, m¨¢s que otras tantas consecuencias de la misma guerra.
Sin embargo, y a pesar de toda la violencia, las matanzas, las torturas, las violaciones, la desaparici¨®n y la muerte de centenares de timorenses, por el ¨²nico crimen de querer librarse del feroz neocolonialismo de Indonesia en su deseo de hacer de Timor-Este un Estado soberano e independiente, a pesar del evidente desequilibrio de fuerzas entre Timor e Indonesia un hecho ins¨®lito se impone y produce admiraci¨®n en todo el mundo: el peque?o y heroico pueblo timorense, bajo el liderazgo del Movimiento nacionalista de Timor- Este independiente, ofrece una resistencia cada vez m¨¢s tenaz a nuevos batallones indonesios, cuyos soldados, visiblemente fatigados e incapaces de competir en valor con los heroicos guerrilleros timorenses, que demuestran cada d¨ªa una moral mayor en su lucha, sin mostrar desfallecimiento en su conquista por la libertad y la independencia de Timor, contrastan profundamente con el desgaste moral del ej¨¦rcito invasor.
?Como explicar esta diferencia de ¨¢nimo entre las dos fuerzas rivales? El pueblo timorense lucha por un ideal elevado y sublime, lucha por la libertad, por lajusticia y la independencia del territorio patrio. Por el contrario, el soldado indonesio lucha sin ning¨²n ideal, lucha apenas para cumplir las ¨®rdenes de sus superiores y para satisfacer ambiciones desmedidas de un expansionismo extempor¨¢neo y retr¨®grado, tan solo mantenido por unos cuantos generales que compiten en la carrera hacia el poder. El pueblo timorense se siente tan orgulloso de defender la integridad del territorio patrio que prefiere morir en la l¨ªnea de fuego, como hombre libre que vivir una vida de esclavo innoble bajo la bota de Indonesia.
Durante los diez a?os de obligada convivencia, caracterizada por una situaci¨®n deprimente e impropia de seres humanos, el pueblo de Timor no exige de Indonesia nada m¨¢s que el reconocimento del derecho de autodeterminaci¨®n de Timor Oriental, en consonancia con la Carta de la ONU y las Convenciones Internacionales de los derechos civiles y humanos para vivir en un plano de igualdad como naci¨®n soberana e independiente, en un mundo libre. Digamos pues que, sea cual fuese el futuro de Timor y por muy dif¨ªcil que se presente el caso, deber¨¢ resolverse no por v¨ªa de fuerza militar, sino por medios diplom¨¢ticos basados en el di¨¢logo transparente de renuncia y buena voluntad, hasta conseguir una paz basada en la justicia, que manda dar a Dios lo que es de Dios y a los timorenses lo que es de los timorenses. Obispo de Timor Este.
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