El d¨¦ficit y la reforma fiscal, batallas que Reagan ha de lidiar en el Congreso
Ronald Reagan se enfrenta esta semana a su verdadera cumbre en dos importantes cuestiones pendientes de pol¨ªtica interna: el d¨¦ficit presupuestario y la reforma fiscal, cuando a¨²n no se han apagado los ecos triunfales del ¨¦xito obtenido ante la opini¨®n p¨²blica por sus entrevistas en Ginebra con el l¨ªder sovi¨¦tico, Mijail Gorbachov. Reagan advirti¨® ayer a los l¨ªderes del Congreso de Estados Unidos ante la posible aprobaci¨®n de recortes "inaceptables" en los gastos militares.El presidente norteamericano envi¨® el lunes una carta a los congresistas en la que les advert¨ªa que la reforma fiscal, que ha convertido en el objetivo prioritario de su segundo mandato, "estar¨ªa muerta" por varios a?os si esta semana no aprueban una ley presentada ante la C¨¢mara de Representantes.
Por encima de las relaciones con la URSS y del control de armamentos, el problema n¨²mero uno con que se enfrenta Estados Unidos es el d¨¦ficit presupuestario, que determinar¨¢ el ¨¦xito o fracaso final de esta presidencia. La continuaci¨®n del rearme deseado por Reagan, que le permitir¨¢ negociar con los sovi¨¦ticos desde una posici¨®n de fuerza, y el futuro de su pol¨¦mica guerra de las galaxias dependen de la capacidad final del Congreso y la Casa Blanca para reducir los n¨²meros rojos del d¨¦ficit y lograr que el pa¨ªs no contin¨²e gastando 200.000 millones de d¨®lares (32 billones de pesetas) m¨¢s de lo que ingresa.
Toda la capacidad de comunicaci¨®n y la magia de Reagan, desplegada efectivamente en la cumbre, chocan ahora con la realidad de las cifras y los diferentes intereses defendidos por los legisladores, como se refleja en esta batalla prenavide?a que libran el Congreso y la Casa Blanca.
Despu¨¦s de que la Administraci¨®n clamara durante meses por un presupuesto equilibrado, el Congreso est¨¢ a punto de votar una ley que, si es aprobada, reducir¨¢, autom¨¢tica y forzosamente, el d¨¦ficit a cero, equilibrando el presupuesto antes de 1991. El problema de la audaz medida es que puede poner a Reagan ante el dilema de tener que subir los impuestos si quiere continuar aumentando los gastos de defensa.
La reducci¨®n anual del d¨¦ficit, con unos techos fijos insalvables, que implicar¨¢ la aprobaci¨®n de la ley Gramm-Rudman, nombres de los senadores republicanos que la proponen, obliga a la presidencia y al Congreso a acordar fuertes reducciones del gasto p¨²blico y, si no son capaces, autom¨¢ticamente se producir¨¢n los recortes, que afectar¨¢n por igual al gasto civil y al militar. El d¨¦ficit se reducir¨¢ paulatina y anualmente en 36.000 millones de d¨®lares, y quedan exentos de los recortes la red m¨ªnima de seguridad social y siete programas contra la pobreza.
Si ambas c¨¢maras aprueban la ley Gramm-Rudman, la pelota pasa al campo de Ronald Reagan, que, si finalmente decide, como parece, firmar la ley, deber¨¢ presentar en enero un presupuesto para el a?o fiscal 1987 con s¨®lo un d¨¦ficit de 144.000 millones de d¨®lares.
Fuentes del Congreso norteamericano manifiestan su escepticismo sobre la posibilidad de que la Casa Blanca pueda cuadrar un presupuesto que contenga aumento en el gasto militar. Reagan desea que los gastos militares aumenten un 3% anual por encima de las tasa de inflaci¨®n, y sin subida de impuestos.
Para este a?o fiscal de 1986, el compromiso Gramm-Rudman propone un d¨¦ficit de 171.900 millones de d¨®lares, que obligar¨¢ antes del 1 de marzo a una reducci¨®n de 11.000 millones m¨¢s en el gasto por encima de los 55.000 millones ya previstos. "Si el presidente insiste en un 3% m¨¢s para defensa, tendr¨¢n que ser desmantelados 50 programas sociales, a menos que se aumenten los impuestos", ha advertido el presidente del Comit¨¦ de Finanzas del Senado, Bob Packwood.
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