Una Navidad electr¨®nica
La publicidad en televisi¨®n no necesita pretextos para existir, pero es una realidad estacional, atenta al pulso de los d¨ªas. Los publicitarios conocen como nadie -salvo los mendigos y los pol¨ªticos- la naturaleza humana y esperan que la vida les depare la ocasi¨®n de ofrecer sus mensajes, en los que la oportunidad se disfraza de inocencia y frescura. La Navidad es quiz¨¢ el momento en el que se tira la casa por la ventana.Pero lo que acaba siendo abusivo llega a ser insoportable: las continuas referencias a unas fiestas laicas, cuyo modelo y s¨ªntesis publicitaria acaba suplantando a toda celebraci¨®n. En los tiempos primitivos, cuando la humanidad a¨²n no hab¨ªa llegado a saborear Ias beneficios de la verdadera vida televisiva, la gente organizaba las fiestas verdaderas a su aire.
Ahora la uniformidad es ya fatal 3, absoluta, porque el tono y el estilo lo imponen los anuncios publicitarios. Ellos, m¨¢s que los sentimientos reales, son los que marcan el clima y la emoci¨®n. Familia, ni?os, abuelos, libaciones y sonrisas se mezclan en apretado haz para configurar una representaci¨®n de la fiesta adecuada a los tiempos que corren. ?C¨®mo podr¨ªa existir una celebraci¨®n sin el champa?a cuyas burbujas animan cualquier desilusi¨®n y son el mejor signo de la frivolidad obligada que sustituye al fervor religioso para los no creyentes?
Vivimos una ¨¦poca secularizada, en la que la trascendencia adopta disfraces sutiles para hacerse perdonar. La Navidad publicitaria laica reviste caracteres de drama sentimental nost¨¢lgico, comida de reencuentro o reconciliaci¨®n familiar; no existen reparos en recurrir al tren, como s¨ªmbolo de unidad. El turr¨®n es su talism¨¢n, y las luces ¨ªntimas su mejor exponente visual. De nada sirve que las cat¨¢strofes cotidianas no falten en esos d¨ªas y que el juego espantoso del azar multiplique los accidentes, como si la vida exterior, ignorante de la sacralidad invernal, siguiera su curso, ajena a las fechas se?aladas. Los spots conjuran u?a forma de vida que s¨®lo existe en el soporte fotoqu¨ªmico con el que ha sido registrada, y las instituciones y personas se olvidan de su existencia cotidiana para creer en una f¨¢bula c¨®moda a la que las im¨¢genes publicitarias sirven de veh¨ªculo y se?al consoladora.
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