33 / El gironazo
Franco, en el fondo, no sab¨ªa muy bien qu¨¦ hacer con el Poder. El Poder, m¨¢s que un lleno, es un vac¨ªo. Hay que llenarlo con algo. Franco no sab¨ªa con qu¨¦. Franco quer¨ªa el Poder por dos razones:a) Resoluci¨®n de sus traumas de pubertad (el marino que no pudo ser, etc.).
b) Reconversi¨®n de Espa?a hacia un tradicionalismo cuartelero, disciplinado y quieto (1).
El intento de los intelectuales de Burgos (2) por llenar de contenido aquel espantoso vac¨ªo de un golpe militar de tres a?os fue acogido por Franco, como quiz¨¢ ya se ha contado aqu¨ª, con recelo e indiferencia. Poco despu¨¦s se produce el gironazo. La ascensi¨®n gloriosa de Gir¨®n a los cielos del Ministerio de Trabajo. Franco, que viv¨ªa m¨¢s bien a la defensiva de los falangistas, y los ten¨ªa como chicos de los recados, acept¨® bien a Gir¨®n, porque era un falangista d¨®cil, de la cepa castellana de On¨¦simo, y no de la cepa madrile?a y m¨ªtica de Jos¨¦ Antonio (3). Franco sab¨ªa que, tanto una dictadura como una democracia, s¨®lo se legitiman hoy por sus realizaciones sociales (lo cual es una manera impl¨ªcita de darle la raz¨®n a Marx, mientras se le niega: se ha practicado en el mundo entero, incluida la URSS). El propio Franco se lanz¨® a las realizaciones sociales (los famosos pantanos de sus ingenieros fieles), y dej¨® hacer a un demagogo falangista, como Gir¨®n, que hab¨ªa conquistado leyenda en el Alto de los Leones, y que era de los que cre¨ªan o quer¨ªan creer que la Falange era una forma de socialismo que se elevaba a los cielos, eucar¨ªstica, exenta del dogmatismo de Lenin y el ego¨ªsmo del capital. Gir¨®n hizo todo lo que puede hacer una dictadura de derechas para distraer al pueblo: demagogia. Y sobre todo hizo discursos, discursos que estaban muy bien, a sus efectos, y que jam¨¢s hemos sabido qui¨¦n se los escrib¨ªa: a lo mejor era el negro de s¨ª mismo. El gironazo es lo que les da a los espa?oles una como vaga idea de por d¨®nde va a ir el R¨¦gimen.
Franco, tras obtener la mayor¨ªa absoluta y un mill¨®n de muertos, no hab¨ªa explicado a los espa?oles su programa de Gobierno, salvo discursos ret¨®ricos y autoinvictos. Que los de siempre iban a seguir tomando gambas a la plancha, eso ya lo ve¨ªamos nosotros. Que los pobres iban a vivir mejor, e incluso en unas Universidades Laborales para obreros que les perpetuar¨ªa como tales obreros, eso ya fue una novedad que nos explic¨® don Jos¨¦ Antonio de Gir¨®n y Velasco, con su voz macho de vino de Toro y de Cigales. Y es cuando se impuso la igualdad de oportunidades, pero la igualdad de oportunidades para morirse de hambre. Cualquiera ten¨ªa la oportunidad de morir de hambre en una esquina, en un viaje al fin de la noche, sin haber le¨ªdo a Celine, o en un comedor de Auxilio Social, ni un hogar sin lumbre ni un espa?ol sin pan (yo deb¨ª ser la excepci¨®n al lema casi her¨¢ldico, en el cual, por otra parte, cre¨ªa sin reservas). El Seguro Obligatorio de Enfermedad, la Seguridad Social, las Universidades Laborales, etc. Todo ello son inventos personales de Gir¨®n, que le dio, as¨ª, un contenido a una Victoria vac¨ªa: se iba a hacer la justicia social de izquierdas desde la derecha. Pues qu¨¦ monada. Ocho horas de trabajo, prohibici¨®n de despido, pagas extraordinarias. A lo m¨¢s que llega la superderecha en el superpoder es a mimetizar el sistema social de los socialismos, lo que quiere decir que se quedan en unos modestos cism¨¢ticos de la religi¨®n del siglo: lo social. Como todo esto puede hacerse, mal que bien, en plan Potemkin, y a las se?oras de los ricos, adem¨¢s, les gusta mucho, pues se hace, y yo ya ten¨ªa un jersey de borra y unas botas de becerro que me hab¨ªan dado en Auxilio Social (por recomendaci¨®n, claro, que la caridad no deja de ser un trapicheco de gente bien). Con el jersey de borra iba a la escuela por las ma?anas y con las botas de becerro iba al Ateneo Literario de mi provincia por las tardes, de oyente, como hoy Guerra, y all¨ª aprend¨ª muchas cosas, aunque hubo alg¨²n homosexual que me afe¨® la condici¨®n r¨²stica de mis botas, mientras yo le afeaba la cursiler¨ªa cursi de sus sonetos. El Ateneo estaba en la casa rom¨¢ntica del poeta Zorrilla, nortes fr¨ªos de la ciudad, entre conventos y, huertos y huertos de conventos.
La lucha de clases, en fin, reaparec¨ªa en aquel mundo de un romanticismo comido por la polilla (en que m¨¢s de una vez visit¨¦ al viejo autor del Tenorio, antes de su muerte, para entrevistarlo en El Norte de Castilla). Miguel Delibes me contrat¨® a m¨ª en el Norte, su peri¨®dico, unos a?os despu¨¦s de que le dieran el Nadal, precisamente para hacer entrevistas tan dif¨ªciles como la de don Jos¨¦ Zorrilla, que se hab¨ªa muerto hac¨ªa casi un siglo. A uno, en el periodismo y la literatura, le han pedido siempre lo imposible. Y uno, que es un profesional, lo ha dado cuando ha podido. Y sobre la aludida lucha de clases, larvada en los cuarenta / cincuenta, cay¨® la prosa violenta y l¨ªrica, bronca y demag¨®gica de Gir¨®n, que adem¨¢s era paisano, y a ver c¨®mo convenc¨ªa uno a la gente de que la demagogia no tiene nada que ver con la democracia:
?Qu¨¦ ha quedado de los discursos de Gir¨®n, aparte el discurso mismo, si es que ha quedado?
Las Universidades Laborales no laboralizaron a nadie.
La igualdad de oportunidades no igual¨® a nadie: los ricos siguieron yendo al colegio del Pilar y los ni?os pobres a "La gota de leche".
La Seguridad Social es hoy un embrollo contable y burocr¨¢tico que el PSOE se ha encontrado, no bajo el pico de la alfombra, porque no cabr¨ªa, sino bajo el pico de la Historia. Y en este plan. Gir¨®n y Velasco, el le¨®n de la estepa castellana, hoy vive o viv¨ªa en Fuengirola, "tierra de amor y de ilusiones", seg¨²n un viejo bolero, con granja y playa propia. De lo suyo no ha quedado nada. En la democracia ha hecho un poco de plazaorientalismo, hasta el 23/F. Luego ha comprendido que sus gozos ya no son m¨¢s que sombras y sus voces ya ni siquiera son ecos.
La revoluci¨®n de Marx no est¨¢ pensada para el campesinado, sino para el proletariado industrial, modelo Manchester. El fascismo, que no es sino la respuesta exasperada y mim¨¦tica al marxismo y todos los socialismos, tambi¨¦n nace capitalino y trata de ganarse, ya que no al proletariado, a las clases medias urbanas. Eso es lo que da cuerpo a la Falange, en los a?os treinta. Pero al fascismo espa?ol le sale una rama r¨²stica, como pa¨ªs agr¨ªcola que somos, y m¨¢s lo ¨¦ramos entonces: el caudillismo agrario de On¨¦simo Redondo y otros caudillismos ped¨¢neos. De ah¨ª viene Gir¨®n. Por eso su fascismo no es intelectual y asusta menos a Franco. (Franco, en su pavor por los intelectuales, inclu¨ªa a los de derechas.) El padre e mucha prole, en el campo, no se llama proletario, sino patriarca, ya desde la Biblia. Proletario es el obrero industrial responsable de una prole, en el argot de Marx/Engels. Franco, cuando a¨²n no so?aba con la industrializaci¨®n de Espa?a, decide que el vicecaudillo del campesinado puede ser el castellano Gir¨®n, y le hace ministro de Trabajo (con una duraci¨®n ins¨®lita en el cargo). Cuando la industrializaci¨®n incipiente y la camisa azul de Gir¨®n empiezan a tornarle anacr¨®nico, Franco lo aparca. No se entiende bien el franquismo p¨®stumo y encendido de hombres como Gir¨®n, en los 20/N, cuando ellos saben mejor que nadie que Franco les traicion¨® o les utiliz¨® de manera cruenta. (Blas Pi?ar vive marginado por el Caudillo desde el a?o 61, y quiz¨¢ sea ¨¦sta la explicaci¨®n de que en su profusa oratoria se haya ocupado m¨¢s de Jos¨¦ Antonio y de la Virgen que del General¨ªsimo, mimetizando incluso al creador del fascismo espa?ol en peinado y actitudes, a veces.) El gironazo, pues, fue una "revoluci¨®n" dentro de la Revoluci¨®n Nacionalsindicalista, en los primeros tiempos del invento, y Gir¨®n cumpli¨® bien su tarea de llenar una Victoria vac¨ªa. Siquiera la llen¨® con palabras. Franco se sab¨ªa negado para la oratoria y tuvo siempre junto a ¨¦l hombres que llenasen este vac¨ªo verbal, este otro vac¨ªo: Gir¨®n, Ridruejo en los primeros tiempos, Fraga.
El franquismo espa?ol, fen¨®meno muy curioso de estudiar, y cuyo origen intelectual y se?orito ya hemos elucidado aqu¨ª, pasa con Giron a una demagogia vagamente campesina. Franco, por otra parte, necesitaba figuras falangistas .practicables" con que tapar el vac¨ªo del Gran Ausente (JA), que fue un trauma nacional de cierta derecha durante varios a?os. Hab¨ªa que tapar la imagen de Jos¨¦ Antonio falangista, desde la Falange misma. Gir¨®n lo hizo a su manera, de modo que sus utilidades fueron m¨²ltiples para el Caudillo. Esto explica los privilegios anteriores y posteriores que ha disfrutado y disfruta. Su largo mandato no fue gratuito. Los falangistas de ojo poco fino pudieron creer que con Gir¨®n se perpetuaba la "Falange aut¨¦ntica", su Falange. Muy al contrario, se desvirtuaba para siempre, si pensamos en el origen intelectual y cosmopolita que tuvo en la "Minerva" incesante, motorcito de nuestra Historia, de don Ernesto Gim¨¦nez-Caballero.
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