?Se cura con los a?os?
Hay quien asegura que la juventud es una enfermedad que se cura con los a?os, opini¨®n que la m¨¢s reciente producci¨®n estadounidense se empe?a en desmentir al dedicar una gran parte de sus dineros y su esfuerzo mental a fabricar filmes para consumidores j¨®venes y de mentalidad infantil.En el caso de Daryl -el t¨ªtulo original separa cada una de las letras del nombre con un punto-, el protagonista es una criatura manipulada y perseguida por todos, v¨ªctima inocente de poderes que no controla. El ej¨¦rcito se empe?a en destruir al citado cr¨ªo, que, como si quisiera seguir al pie de la letra un sabio y viejo consejo hitchkokiano al respecto, es una bomba ambulante que mantiene la tensi¨®n emocional de la pel¨ªcula con la siempre inminente amenaza de su estallido.
Director: Simon Wincer
Int¨¦rpretes: Mary-Beth Hurt, Michael MeKean,Kathryn Walker, Barret Oliver. Gui¨®n: David Ambrose, Allan Scott, Jeffrey Ellis. M¨²sica: Marvin Harnlisch. Estreno en cine Juan de Austria y Palacio de la M¨²sica 1.
?Estamos ante una v¨ªctima o ante un verdugo?; ¨¦sa es la cuesti¨®n. Ese p¨²blico infantil y adolescente, que supone un enorme tanto por ciento de los espectadores reales de cine en los Estados Unidos, ha determinado que los espect¨¢culos se hagan especialmente para ¨¦l, pero casi siempre la imaginaci¨®n de los adultos, al ponerse al servicio y explotaci¨®n de los peque?os espectadores, da resultados poco estimulantes, que est¨¢n por debajo de las posibilidades intelectuales y de sensibilidad de la audiencia.
Manipulaci¨®n
Eso es precisamente lo que sucede con esta Daryl, que se dir¨ªa una met¨¢fora perfecta, aunque involuntaria, de la manipulaci¨®n de que es objeto una platea destinada al consumo de cine por los peque?os espectadores.
Muy lejos de este filme quedan inolvidables pel¨ªculas como Moonfleet o Viento en las velas, por poner dos grandes ejemplos de pel¨ªculas con ni?os y para ellos, que ayudaban a crecer a ¨¦stos y devolv¨ªan a los adultos el onirismo perdido por el camino que les condujo desde su propia infancia a su edad adulta. Y no se trata ahora de reivindicar ¨²nicamente el cine de grandes autores consagrados, como es el caso de Fritz Lang o Alexander Mackendrick, directores de los dos citados filmes, sino tambi¨¦n de a?orar divertimentos menos complejos, pero igulamente brillantes, como, por ejemplo, los elaborados por Robert Siodinak y Jacques Tourneur en El temible burl¨®n y El halc¨®n y la flecha.
Todos esos t¨ªtulos m¨ªticos ten¨ªan en com¨²n el proponer ficciones que transcurr¨ªan en el pasado, sue?os volcados hacia ¨¦pocas en que hab¨ªa un mayor lugar para la aventura humana. Por el contrario, el mundo de las computadoras y de las m¨¢quinas ha tendido a convertir al ni?o de sujeto en objeto, un determinismo que no debiera ser consustancial a ese tipo de pel¨ªculas si la imaginaci¨®n no estuviera dominada por los efectos especiales y la realidad por el realismo.
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