Los problemas de la f¨¢brica de helic¨®pteros brit¨¢nica amenazan abrir una crisis en el Gobierno de Thatcher
Los problemas financieros de la ¨²nica f¨¢brica de helic¨®pteros del Reino Unido han dejado de ser un tema puramente econ¨®mico para convertirse en una crisis pol¨ªtica de primera magnitud, en cuya soluci¨®n se juega su futuro una de las figuras claves en el Gobierno de Margaret Thatcher, el secretario de Defensa, Michael Heseltine.
Lo que empez¨® el pasado verano como una mera operaci¨®n de rescate de la compa?¨ªa Westland, una f¨¢brica de helic¨®pteros civiles y militares del oeste del Reino Unido, ante unas p¨¦rdidas estimadas para 1985 en una cantidad cercana a los 100 millones de libras esterlinas (unos 23.000 millones de pesetas), se ha convertido en un enfrentamiento entre dos filosof¨ªas pol¨ªticas, representadas, respectivamente, en el Gabinete por Heseltine y por el titular de Industria, Leon Brittan.Para hacer frente a sus p¨¦rdidas, y con el fin de conseguir un socio capaz de asegurar la viabilidad futura de la compa?¨ªa a trav¨¦s de contratos a largo plazo, el Consejo de Administraci¨®n de Westland anunci¨® su intenci¨®n de recomendar a sus accionistas la aceptaci¨®n de una oferta de la empresa norteamericana United Technologies, fabricante de los famosos helic¨®pteros Sikorsky, en colaboraci¨®n con Fiat, para comprar un 30% de participaci¨®n en su accionariado.
Sikorsky se compromet¨ªa a una inversi¨®n de unos 72 millones de libras, la garant¨ªa de un mill¨®n de horas de trabajo para Westland a lo largo de los pr¨®ximos tres a?os y la subcontrataci¨®n de varias unidades de sus helic¨®pteros Black Hawk. Esto ocurr¨ªa a finales de septiembre.
A principios de diciembre, y despu¨¦s de unas reuniones mantenidas con Heseltine, un consorcio europeo compuesto por las firmas General Electric y British Aerospace, del Reino Unido; Messerschmitt-Boelkow-Blohm, de la Rep¨²blica Federal de Alemania; Augusta, de Italia, y Aerospatiale, de Francia, anunciaron su intenci¨®n de realizar una oferta a Westiand, tambi¨¦n por el 30% de participaci¨®n en su capital. La oferta se concreta unos d¨ªas m¨¢s tarde y mejora en algunos puntos la norteamericana. Ofrece un mill¨®n de libras m¨¢s que Sikorsky por las acciones, as¨ª como asegurar un mayor n¨²mero de horas de trabajo.
Hasta aqu¨ª, los aspectos t¨¦cnicos. Sin embargo, son los pol¨ªticos los que han convertido la crisis de Westland en una noticia de primera plana, dada la intensidad de la lucha entre Helseitine y Brittan y la importancia de las dos filosof¨ªas mantenidas por los dos ministros.
Para Heseltine, defensor desde hace tiempo de una industria militar independiente europea que recalque el papel de los miembros europeos de la Alianza Atl¨¢ntica, la ¨²nica opci¨®n posible para Westland y para los intereses de defensa brit¨¢nicos es aceptar la oferta del consorcio europeo. Seg¨²n Heseltine, sin esa colaboraci¨®n europea las industrias militares del viejo continente, ya de por s¨ª d¨¦biles, no tienen la m¨¢s m¨ªnima posibilidad de hacer frente en el futuro a la competencia norteamericana. Igualmente, el ministro de Defensa opina que la entrada de Sikorsky en Westland supondr¨ªa en el futuro el control financiero de la compa?¨ªa brit¨¢nica.
Por su parte, Brittan mantiene la teor¨ªa de que el Gobierno debe dejar a los accionistas de Westland que decidan sobre la mejor oferta y que la obsesi¨®n europea de Heseltine no solamente es proteccionista, sino que choca con la pol¨ªtica del Gobierno de introducir m¨¢s competencia en los contratos de defensa.
La primera ministra, Margaret Thatcher, ha tratado de mostrarse imparcial en su actitud en una carta dirigida al presidente de Westland, interpretada por ambos bandos como un apoyo a sus respectivas posiciones. Pero fuentes cercanas a su residencia han manifestado que fuma en pipa por el da?o que el tema Westland est¨¢ haciendo a la unidad del Gobierno.
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