La 'cumbre' de Mexicali
EN VISPERAS de la entrevista que Miguel de la Madrid celebr¨® con Ronald Reagan en mayo de 1984, la revista Newsweek public¨® una nota en la que daba a conocer que una "directiva" del Consejo de Seguridad de EE UU (NSDD 124) recomendaba "dureza" en las relaciones con M¨¦xico, con el argumento de que una ayuda en el terreno econ¨®mico deb¨ªa tener como "precio" el apoyo mexicano a la pol¨ªtica de Reagan en Centroam¨¦rica. Tal noticia no fue ni confirmada ni desmentida. Pero no cabe duda que en en la preparaci¨®n de la cumbre Reagan-De la Madrid que acaba de tener lugar en Mexicali c¨ªrculos de la Administraci¨®n norteamericana esperaban que dicha reuni¨®n se caracterizase por cierto "desinter¨¦s" de M¨¦xico en las cuestiones centroamericanas y, a la vez, por un mayor esfuerzo de EE UU por ayudar a resolver el problema angustioso de la deuda exterior de su vecino meridional. Sin embargo, no parece que las cosas han ido por ese camino, sobre todo porque el problema de Centroam¨¦rica ha ocupado un lugar sustancial en las conversaciones y las discrepancias se han manifestado con bastante claridad.Para valorar debidamente la actitud del presidente De la Madrid conviene recordar los t¨¦rminos grav¨ªsimos en que se plantea el problema de la deuda exterior. ?sta ha crecido de 25.000 millones de d¨®lares en 1977 ¨¢ unos 96.000 millones en la actualidad. Solamente para pagar los *intereses de esta deuda en el a?o que acaba de iniciarse, M¨¦xico necesita unos 4.000 millones de d¨®lares. Y l¨®gicamente, el presidente De la Madrid ten¨ªa que situar esta cuesti¨®n en un' lugar central de sus conversaciones con el presidente de EE UU. Pero lo ha hecho con inteligencia, evitando colocarse como un deudor que est¨¢ pidiendo ayuda. De la Madrid ha abordado esta cuesti¨®n hablando, en cierto modo, como portavoz del conjunto de los pa¨ªses latinoamericanos acosados por la magnitud de la deuda y ha sustentado los principios b¨¢sicos de la Declaraci¨®n de Montevideo que ¨¦stos han aprobado. Su tesis central es que, para pagar, dichos pa¨ªses necesitan desarrollarse y, por tanto, los pa¨ªses acreedores (y particularmente EE UU) tienen que contribuir por inter¨¦s propio, a crear unas condiciones en que el pago de la deuda no signifique par¨¢lisis del desarrollo. No cabe duda que tal planteamiento obstaculiza los intentos de instrumentalizar el tema de la deuda, porque vuelve a colocar la pelota, en cierto sentido, en el campo del mundo industrializado. En concreto, Reagan ha aceptado ayudar a M¨¦xico a pagar los intereses de su deuda, y por parte mexicana se ha expresado una actitud favorable al plan del secretario del Tesoro de EE UU, James Baker, tendente a lograr que cr¨¦ditos de la banca privada faciliten la soluci¨®n del endeudamiento,
En torno a los problemas pol¨ªticos, y en particular los referentes a Centroam¨¦rica, han quedado patentes serios desacuerdos en las declaraciones hechas por las dos partes, y no se ha redactado comunicado com¨²n. Tampoco en este terreno se ha limitado el presidente De la Madrid a exponer los puntos de vista de la diplomacia mexicana. Lo m¨¢s caracter¨ªstico de su actitud ha sido, sin duda, que ha llamado la atenci¨®n de Ronald Reagan sobre la ampl¨ªsima coincidencia que existe entre los pa¨ªses latinoamericanos para oponerse a los planes intervencionistas de EE UU contra Nicaragua; para preconizar una soluci¨®n global que respete los intereses leg¨ªtimos de todos los, pa¨ªses, afirme los principios de autodeterminaci¨®n de los pueblos con renuncia a la intervenci¨®n, y se alcance una salida pac¨ªfica a las controversias. Tal es la actitud defendida por el Grupo de Contadora, compuesto por Panam¨¢, Costa Rica, Venezuela y M¨¦xico. Pero sustentan estas mismas ideas los pa¨ªses del llamado grupo de apoyo, es decir, Argentina, Brasil, Per¨² y Uruguay. Esta enumeraci¨®n debe invitar a la reflexi¨®n, sobre todo porque resulta obvio para todo el mundo que EE UU no respeta esos principios en su actitud con respecto a Nicaragua. De la Madrid aludi¨® incluso a las graves consecuencias que tendr¨ªa una situaci¨®n b¨¦lica, aludiendo as¨ª de forma clara a determinadas intenciones. que los dirigentes norteamericanos no han disimulado.
Ha de tenerse en cuenta que las condiciones internas de M¨¦xico, con enormes dificultades. econ¨®micas, agravadas a¨²n por las consecuencias del terrible terremoto que ha sufrido y con un sistema pol¨ªtico r¨ªgido que despierta no pocas zonas de descontento, son desfavorables para que, en el plano de las relaciones exteriores, pueda tener plena eficacia una pol¨ªtica independiente. Con todo, de los hechos conocidos se desprende, por el momento, que el presidente De la Madrid ha sabido sortear los peligros indudables que rodeaban su reciente entrevista con Reagan.
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