El problema de la Westland implica a otro ministro brit¨¢nico
El retorno a la actividad parlamentaria el lunes, tras el descanso de Navidad, ha aumentado a¨²n m¨¢s, si cab¨ªa, la tensi¨®n en torno a la actuaci¨®n del Gobierno brit¨¢nico respecto a la soluci¨®n de los problemas financieros de la compa?¨ªa de helic¨®pteros Westland, que provocaron el pasado jueves la dimisi¨®n del ministro de Defensa, Michael Heseltine. Los debates de anteayer y ayer en la C¨¢mara de los Comunes han envenenado hasta tal punto la atm¨®sfera que ya se habla de la dimisi¨®n de un segundo ministro: el titular de Comercio e Industria, Leon Brittan.En un agitado y ruidoso debate el lunes, Brittan compareci¨® para explicar el papel m¨¢s que comprometido en la crisis de Westland que el informe de Heseltine le atribu¨ªa. ?ste, que ocupaba su esca?o en los bancos traseros de la C¨¢mara, tras permanecer silencioso, s¨®lo intervino para preguntar a su ex colega Brittan si hab¨ªa conocido la existencia de una carta de sir Raymond Lygo, director general de la compa?¨ªa nacionalizada de aviaci¨®n British Aerospace.
Tras haberlo negado dos veces, el gallo cant¨® en forma de reconocimiento oficial por parte del n¨²mero 10 de Downing Street, residencia de la primera ministra, de que efectivamente hab¨ªa llegado la carta.
Conocido esto en Westminster, tanto en los esca?os de la oposici¨®n como en algunos del Partido Conservador atronaron gritos, m¨¢s que sonaron voces, exigiendo que el ministro pidiese perd¨®n por haber enga?ado a la C¨¢mara.
A las 22.15 del mismo d¨ªa, un Leon Brittan demudado entonaba el mea culpa explicando que no hab¨ªa sido su intenci¨®n enga?ar a la C¨¢mara y que la carta de British Aerospace era confidencial y destinada a la primera ministra, as¨ª como que la misiva no era del director general, sino del presidente de la compa?¨ªa, sir Austin Pearse. Sus embarazosas explicaciones no convencieron a casi nadie, y tras ellas pudieron o¨ªrse en los Comunes las primeras peticiones de dimisi¨®n.
En su primera declaraci¨®n parlamentaria desde la crisis de Heseltine, Margaret Thatcher sali¨® ayer en defensa de su vapuleado ministro afirmando que no aceptaba que hubiese enga?ado a la C¨¢mara. La primera ministra asegur¨® que Brittan no dimitir¨ªa, y tras presiones del l¨ªder de la oposici¨®n, Neil Kinnock, acab¨® prometiendo que publicar¨ªa la carta confidencial.
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