Del barroco al cine, pasando por Bohemia
Con un teatro Real rebosante de p¨²blico se inaugur¨® el s¨¢bado por la noche el ciclo Grandes orquestas, presentado por Iberm¨²sica y patrocinado por la Uni¨®n de Explosivos R¨ªo Tinto (ERT). Once formaciones de reconocido prestigio desfilar¨¢n por el escenario de la plaza de Oriente con directores y solistas de tanto renombre como Ternirkanov, Lubbock, Metha, L¨®pez Cobos, Jarvi, Ashkenazy, Conlon, Mrawinski, Janson, Abbado, John Williams, Miriam Fried, Mirella Freni, Pl¨¢cido Domingo, Maria Jo¨¢o Pires y Henryk Szeryng. Jorge Rubio dirigir¨¢ a la Sinf¨®nica de Mosc¨² y la Sociedad Coral de Bilbao un programa homenaje a cuatro compositores espa?oles, cuyo centenario conmemoramos este a?o: Espl¨¢, Guridi, G¨®mez y Donostia.El breve y virtuosista grupo
Grandes Orquestas del Mundo
St. Martin in the Fields. Director: Kenneth Sillito. Solista: John Williams, guitarra. Obras de Corelli, Wassenaer, Giuliani, Vivaldi y Dvorak. Teatro Real, 25 de enero.
londinense The Acaderny of St. Martin in the Fields, que dirige ahora el violinista Kenneth Sillito (ya conocido como primera figura del Cuarteto Gabrieli), obtuvo un triunfo de excepci¨®n, en uni¨®n del guitarrista australiano John Williams (Melbourne, 1942). Dos cl¨¢sicos del instrumento -discretamente amplificado, lo que redund¨® en un mejor equilibrio con la orquesta-, como son el Concierto en la mayor, de Mauro Giuliani (Barletta, 1781; N¨¢poles, 1828), y el en re, de Vivaldi, escrito originariamente para mandolina, tuvieron interpretaciones magistrales en la t¨¦cnica y el estilo. Como encore, Williams y el grupo londinense ofrecieron el tema de la, por otras razones, pol¨¦mica pel¨ªcula de Michael Cimino El cazador (1978), distinguida con cinco oscars. Es autor de la amable y superficial p¨¢gina Stanley Myers.
El autor identificado
Aportaci¨®n interesante del programa era el ¨²ltimo concierto arm¨®nico de los seis compuestos -entre 1725 y 1740- por el holand¨¦s conde Wilhelm van Wassenaer, se?or de Twickel, donde naci¨® en 1692, para morir en La Haya 74 a?os despu¨¦s. Estas bellas y condensadas p¨¢ginas estaban atribuidas a Pergolesi por la mayor¨ªa, aunque algunos se las adjudicaran a su editor Carlo Riccioti y Hans Joachim Moser propusiera la candidatura de Johan-Adam Birkenstock. La inc¨®gnita fue despejada hace unos a?os -en 1980, concretamente-, cuando Albert Dunning encontr¨® en el castillo de Twickel los manuscritos que public¨® despu¨¦s, precedidos de dos ensayos titulados Seis conciertos en busca de autor y El autor identificado. Wassenaer, hijo de diplom¨¢tico, fue ¨¦l mismo embajador en Par¨ªs y Colonia y quedan testimonios escritos de su dilentantismo musical.En fin, la espl¨¦ndida Serenata, de Dvorak, y el segundo concerto grosso de la Opus 6, de Arc¨¢ngelo Corelli -a quien probablemente conoci¨® el holand¨¦s-, en versiones tan serias de estilo como esplendorosas de ejecuci¨®n, completaron un programa que todav¨ªa hubo de ser ampliado ante las largas ovaciones del p¨²blico asistente.
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