Vender humo
Hace ahora 20 a?os, d¨ªa m¨¢s, d¨ªa menos, un peque?o grupo de periodistas espa?oles y argentinos nos encontr¨¢bamos en el piso d¨¦cimo de un edificio comercial de la famosa calle de Corrientes, de Buenos Aires, con los ojos pendientes de las teclas de un teletipo que, perezosa y cansinamente, saltaban a ratos para imprimir un mensaje sobre el rollo de papel. La pereza no era achacable a ninguna aver¨ªa t¨¦cnica, sino a la contrataci¨®n de una l¨ªnea a las compa?¨ªas telef¨®nicas respectivas de Espa?a y Argentina a mitad de su velocidad normal, 50 baudios, equivalentes a 60 palabras por minuto, con el fin de ahorrar dinero.Al otro lado de la l¨ªnea, otro grupo de profesionales, varios j¨®venes leones dispuestos cada uno de ellos a descubrir a su propio Livingstone (recuerdo perfectamente a Juan Rold¨¢n, Jos¨¦ Antonio Rodr¨ªguez-Counceiro, Encarna Valenzuela y tantos otros), preparaba en el austero pero magn¨ªficamente situado edificio de Ayala, 5, sede de la agencia Efe, S. A., un programa de transmisi¨®n de noticias, que yo, como director-gerente de la agencia y con la audacia propia de los 31 a?os, esperaba vender a los medios de comunicaci¨®n, primero en Argentina y despu¨¦s en el resto de Am¨¦rica Latina.
Tal era la lentitud de la transmisi¨®n, 30 palabras por minuto, por las razones aducidas anteriormente, que el reci¨¦n nombrado jefe de la oficina de Buenos Aires, el veterano agenciero Ernesto Bonasso, ex redactor de Reuter, France-Presse y ANSA, y uno de los pocos socialistas argentinos adem¨¢s del fundador del partido, Arturo Palacios, se dirigi¨® a m¨ª y, con su marcado acento porte?o y con una filosof¨ªa digna de Mart¨ªn Fierro, me dijo: "Ch¨¦, director. Vender esto va a ser como vender humo".
Afortunadamente, no fue as¨ª. Un equipo profesional de primera magnitud, entusiasmado con la idea de competir informativamente en espa?ol a escala mundial, produjo, y sigue produciendo, un magn¨ªfico servicio informativo capaz de competir y de batir en Latinoam¨¦rica a las cuatro grandes agencias de Occidente. Unos a?os despu¨¦s de esa transmisi¨®n balbuciente, el humo se hab¨ªa convertido en fuego y el hierro o las siglas de Efe se publicaban o transmit¨ªan en m¨¢s de 500 peri¨®dicos, emisoras de radio y cadenas de televisi¨®n del continente.
Los primeros tiempos fueron angustiosos. No era precisamente f¨¢cil vender en la Am¨¦rica democr¨¢tica de los sesenta un servicio en espa?ol encabezado por las siglas Efe. Varias fueron las claves del ¨¦xito. Quiz¨¢ merezca la pena destacar tres: la producci¨®n de noticias veraces y objetivas, no s¨®lo del mundo, sino precisamente de Espa?a, el nombramiento de jefes de delegaci¨®n y gerentes regionales cre¨ªbles, entre los que quiero destacar al periodista espa?ol exiliado en Argentina Mariano Perla, ¨²nica persona, adem¨¢s del presidente Arturo Ill¨ªa, a quien los argentinos le dirig¨ªan el tratamiento de don (cu¨¢ntas veces esa antigua condici¨®n de editorialista de Mundo Obrero me caus¨® m¨¢s de un disgusto), y los esfuerzos que realic¨¦ para convertir a Efe en una agencia cooperativa, al estilo de Associated Press y Reuters, en la que los medios de comunicaci¨®n fueran los titulares de la propiedad y el Estado -que por la ausencia de tradici¨®n del concepto de servicio p¨²blico en Espa?a se convierte siempre en el Gobierno- un accionista m¨¢s, pero nunca el mayoritario.
A esto hay que a?adir que muchos medios de comunicaci¨®n latinoamericanos se sintieron part¨ªcipes de la Empresa y apoyaron la andadura de Efe, quiz¨¢ porque logramos convencerles de que el lema "Compre las noticias que hablan su mismo idioma" era una realidad cultural importante y no s¨®lo un eslogan comercial.
La Administraci¨®n era espartana, y todos recordamos el sentido de alivio que sentimos cuando se nos incluy¨® en el primer plan de desarrollo. La expansi¨®n exterior se hizo con 53 millones de pesetas el primer a?o del cuatrienio (1967), 63 millones el segundo, 75 millones el tercero y 93 millones el cuarto. Cuando dej¨¦ Efe, en mi segunda etapa de 1976, el presupuesto aprobado por el consejo para 1977 ascend¨ªa a 462 millones de pesetas. Pocos a?os despu¨¦s hab¨ªa saltado la barrera para m¨ª astron¨®mica de los 2.000 millones de pesetas.
La internacionalizaci¨®n de Efe no s¨®lo constituy¨® un hecho importante de afirmaci¨®n cultural del idioma espa?ol, sino que, igualmente, contribuy¨® de forma poderosa a la modernizaci¨®n del estilo informativo y t¨¦cnico de los peri¨®dicos. Baste s¨®lo recordar cu¨¢ndo se inici¨® esa internacionalizaci¨®n, en 1966; total, a la vuelta de la esquina.
Las noticias todav¨ªa se enviaban a los diarios madrile?os en hojas impresas por multicopista, y s¨®lo el diario Pueblo, como recordar¨¢n muy bien Emilio Romero, Jes¨²s de la Serna y Juan Luis Cebri¨¢n, no puso pegas a la introducci¨®n del teletipo.
Son estos recuerdos y otros muchos que no entran por falta de espacio los que no pude expresar hace unos d¨ªas durante la celebraci¨®n de un acto sencillo, organizado por la generosidad de Ricardo Utrilla, al sobreponerse mi preocupaci¨®n sobre una dolencia a mis recuerdos. Y que ahora expreso por medio de estas l¨ªneas con mi gratitud a todos mis compa?eros de Efe de antes y de ahora.
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