El poeta Jos¨¦ Angel Valente se instala en el Sur
El autor de 'El fulgor' deja Ginebra y vuelve a Espa?a, aunque cree que "no se regresa nunca"
El poeta Jos¨¦ ?ngel Valente, igual que ocurre con Juan Goytisolo, estrecha sus lazos con Almer¨ªa, en el Sur. Valente, nacido hace 56 a?os en Orense y residente habitual en Ginebra como funcionario internacional, se ha comprado una casa situada a los mismos pies de la Alcazaba, donde el mar se huele. La entrevista con el poeta se realiz¨® en dos fases: en su nueva casa y en el despacho del director del Instituto de Estudios Almerienses, Gabriel N¨²?ez, quien redacta una definici¨®n del poeta.
"Jos¨¦ ?ngel es un humanista del Renacimiento que ha bebido en dos manantiales: el de la m¨ªstica y el del veintisiete, y en el que pervive la Ilustraci¨®n en el sentido dieciochesco del t¨¦rmino y una lucidez mental inusual", dice N¨²?ez, quien con el diputado provincial de Cultura, Jos¨¦ Guirao, son los que m¨¢s est¨¢n colaborando en su nueva etapa de Almer¨ªa.Valente y su esposa, Coral, se han adentrado en los entresijos sociales y culturales de Almer¨ªa en pocos meses. El poeta public¨® recientemente un libro de poemas, El fulgor. Otro est¨¢ actualmente en formaci¨®n. "La escritura po¨¦tica se forma org¨¢nicamente, por lentos dep¨®sitos", dice. Prepara en la actualidad la reedici¨®n de su primer libro de ensayos, Las palabras de la tribu. Va a prologar una reimpresi¨®n de la Gu¨ªa espiritual de Miguel de Molinos, que hizo en 1974 "Tambi¨¦n trabajo con mi traductor franc¨¦s", a?ade "para la publicaci¨®n de cuatro libros m¨ªos en Francia".
Reconoce que su instalaci¨®n material -en Almer¨ªa no le deja mucho respiro para el trabajo. "Adem¨¢s, tengo que preparar dos cursos, uno sobre la guerra civil, otro sobre Machado y Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, para la universidad de California (Irvine), donde pasar¨¦ tres meses como profesor visitante a comienzos de 1986.
Jos¨¦ ?ngel Valente no quiere que se le relacione con nadie cuando ha elegido Almer¨ªa para vivir El escritor, que hace 32 a?os describ¨ªa: "cruzo un desierto y su secretadesolaci¨®n sin nombre...", explica ante el paisaje almeriense su viaje al Sur.
Respuesta. ?Por qu¨¦ el Sur? Parad¨®jicamente, se sube hacia la sombra y se desciende hacia la luz. Parecer¨ªa ¨¦se un sentido obvio del descenso hacia el Sur. La busca de una relaci¨®n no s¨®lo simb¨®lica, sino carnal, con la luz. Habr¨ªa, luego, la elecci¨®n del lugar. ?Por qu¨¦ Almer¨ªa? He o¨ªdo muchas veces esa pregunta en los ¨²ltimos tiempos. Pero no soy yo, en rigor, quien podr¨ªa responderla. Porque uno no elige a uno. Y eso pertenece al orden en lo poco o nada racionalidad fiable, al orden de las cosas que sin que nosotros sepamos por qu¨¦ configuran el destino.
La memoria
Pregunta. Pero usted es de otras tierras, viene de lejos y la idea de regreso por lo menos planear¨¢ sobre su mente.R. S¨ª, yo soy gallego de naci¨®n. Nac¨ª y viv¨ª en Galicia toda mi infancia, toda mi adolescencia, y tengo con respecto a aquella tierra un intenso sentido de pertenencia, tanto que soporto con dificultad la idea de un regreso. Irme fue mi modo de quedarme para siempre Tal vez por eso sea el regreso imposible. Es como si temiera que la memoria abrasase all¨ª el territorio de la realidad, lo abrasase todo Galicia es para m¨ª el territorio sin l¨ªmites de la memoria. Y en ese sentido Galicia me condiciona, me impone un sentimiento contradictorio, que es el sentimiento del regreso y a la vez el sentimiento de que el regreso no existe. No se regresa nunca.
P. ?Y Almer¨ªa?
R. As¨ª entendidas las cosas, Almer¨ªa me descondiciona. No me impone ninguna pertenencia, me acoge como una tierra nueva, tierra inc¨®gnita; me ofrece una pura receptividad. En el tiempo que llevo aqu¨ª no ceso de asombrarme de la honda receptividad de este lugar al que he venido. Entiendo ahora que ya desde sus or¨ªgenes ¨¢rabes tuviese Almer¨ªa fama de lugar de acogida, de hospitalidad. Esa capacidad de acogida se percibe de modo difuso en la ciudad, sus gentes,?pero tiene adem¨¢s en mi caso nombres propios, muy s¨®lidos fundamentos. Ser¨ªa desleal si a ese prop¨®sito no agradeciese la elegante y continua ayuda que recibo de los amigos de la Diputaci¨®n Provincial, entre los que he de citar ante todo a Jos¨¦ Guirao y a Gabr¨ªel N¨²?ez. Tampoco podr¨ªa excluir la menci¨®n expl¨ªcita de Ram¨®n de Torres, arquitecto de extraordinario talento y sensibilidad.
P. Usted empez¨® estudios deDerecho en Santiago de Compostela, donde hacia 1947 se publicaron algunos de sus primeros poemas. Tras estudiar Filolog¨ªa en Madrid, en 1955 sali¨® de Espa?a. Oxford, Ginebra, Par¨ªs, se -traduce por estar fuera de Galicia, fuera de Espa?a. ?Qu¨¦ signific¨® ese largo per¨ªodo?
"Largo trastierro"
R. Muchas cosas. Entre otras, una radical apertura hacia las formas de la modernidad (y a la vez de la tradici¨®n) que el tradicionalismo triunfante hab¨ªa clausurado por entonces en nuestro pa¨ªs. La Espa?a que dej¨¦, al igual que otros en 1955, era todav¨ªa un lugar dif¨ªcilmente respirable. Se iba uno en esa ¨¦poca por cuestiones de ritmo respiratorio. Luego, en ese largo trastierro se desarrolla una particular sensibilidad o se adquiere una particular condici¨®n fundada en el sentimiento de extranjer¨ªa, de ausencia o de exilio. Ese sentimiento de ausencia o de exilio termina por constituirlo a uno, por ser una segunda naturaleza.P. ?Ha influido ese sentimiento en su actitud como escritor?
R. S¨ª, por supuesto. La condici¨®n de ausencia o de exilio me parece la condici¨®n natural del escritor. Yo empec¨¦ a escribir en la Espa?a irrespirable de mi adolescencia para huir, para no estar total e irremediablemente aqu¨ª; luego, desde fuera, segu¨ª escribiendo en cierto modo para no dejar de estar total e irremediablemente aqu¨ª. En ambas posiciones hay una teor¨ªa de la ausencia. Creo, en efecto, que la escritura es la palabra propia del ausente. En ese sentido yo pertenezco por entero a la escritura, soy un hombre de la escritura y me constituyo por ella. El escritor no puede malvender esa forma de irrenunciable ausencia o exilio por un plato de lentejas; es decir, por formas subsidiarias. Creo que muchos escritores espa?oles que parec¨ªan pudorosos, dentro y fuera de Espa?a, durante el antiguo r¨¦gimen se han vuelto ahora inverecundos y ¨¢vidos de primeros planos de condecoraciones, de academias, de premios.
Babelia
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