El cintur¨®n del hambre
LA PRIMERA noci¨®n cient¨ªfica de que el hambre era consecuencia de la desproporci¨®n entre el crecimiento de la poblaci¨®n mundial y el de sus recursos tiene 200 a?os (Malthus); las primeras respuestas que tuvo que no fuesen irracionales se basaban en que el progreso y la capacidad de la Tierra ser¨ªan suficientes para enjugar ese d¨¦ficit. Han pasado dos siglos, la ciencia y la t¨¦cnica han avanzado hasta extremos entonces inimaginables, y las predicciones de desastre se siguen cumpliendo.La conferencia internacional de municipios que se re¨²ne estos d¨ªas en Madrid lo pone de relieve una vez m¨¢s, y se preocupa especialmente de la apretura del hambre en las ciudades: la insuficiencia de la agricultura produce movimientos migratorios dentro de los pa¨ªses hacia las ciudades, y trae el hambre consigo. Antes se llamaban cinturones rojos a estas ¨¢reas suburbanas, por lo que supon¨ªan de amenaza para la burgues¨ªa; ahora, sus esperarilzas pol¨ªticas revolucionarias, en el mundo occidental, se han sustituido por la creaci¨®n de focos de prostituci¨®n, droga, peque?a delincuencia, mendicidad.
Las guerras, conflictos, agitaciones y presiones de ?frica, Asia y Am¨¦rica tienen la fuerza de la antigua revoluci¨®n, y hay estudiosos que las consideran como el preludio de algo infinitamente mayor, a menos que se alleguen soluciones o recursos. La pol¨ªtica de bloques ser¨ªa un elemento secundario, y hasta una manera de disfraz de cada uno de estos sucesos, y de su globalidad. Tambi¨¦n un aprovechamiento. En materia de soluciones, en la conferencia de Madrid se producen t¨®picos conocidos: el de la necesidad de un nuevo orden econ¨®mico, del cual no hay indicios, aunque haya fantasmagor¨ªas, o el de la posibilidad de que los gastos de rearme y de colonizaci¨®n espacial fueran suficientes para paliar estas situaciones. La realidad es que nada de lo intentado hasta ahora ha servido; o quiz¨¢ ha servido para sus creadores, como el funcionariado de la Organizaci¨®n para la Alimentaci¨®n y la Agricultura (FAO) o los organismos de ayuda, de humanitarismo filos¨®fico, o envuelto en ideas de solidaridad y de caridad.
Por el contrario, la llegada de los nuevos elementos t¨¦cnicos desfav¨®rece a las zonas del hambre, y no s¨®lo a las cl¨¢sicas regiones mundiales, sino a las deprimidas dentro mismo del mundo desarrollado. La introducci¨®n de la electr¨®nica, despu¨¦s de la mec¨¢nica, est¨¢ privando a esas zonas de una de sus fuerzas cl¨¢sicas, la del brazo, mientras se despe?a la otra que le era peculiar, la de las materias primas. El petr¨®leo mismo est¨¢ perdiendo su valor como consecuencia de la electr¨®nica o de la reducci¨®n del concepto de energ¨ªa. Las otras materias primas sufren una angustia de mercado: los pa¨ªses se ven obligados a producir y tratar de exportar cada vez m¨¢s, y los precios disminuyen. En pa¨ªses de monocultivo la situaci¨®n s¨¦ hace dram¨¢tica. El sistema financiero, a su vez, agarra por el pescuezo a quienes quieren pagar con las devaluadas materias primas y mano de obra barata un intento de industrializaci¨®n o de modernizaci¨®n: nunca llegan a cubrir el inmenso hueco.
La idea de que las ciudades pueden luchar contra el hambre, que interesa especialmente a esta conferencia, es parcial pero es hermosa. Las ciudades no tienen capacidad de mantenerse como relativos oasis circundados de un mundo hambriento, aunque la obligaci¨®n real de quienes las rigen es paliar la miseria como puedan. Su destino es el mismo del movimiento hist¨®rico y de la actualidad: los recursos que se produzcan seguiran siendo inferiores a la marea humana, al crecimiento por la inmigraci¨®n o por la multiplicaci¨®n natural. Pero por lo mismo este empe?o forma parte de la utop¨ªa posible, de la colaboraci¨®n real que pretende no emboscarse en burocracias internacionales. El objetivo b¨¢sico es uno: Convencer a los Estados desarrollados que aumenten sus presupuestos para cooperaci¨®n. Al mismo tiempo, a escala local o regional pueden producir hechos concretos en la lucha contra el hambre del tercer mundo. Una experiencia que merece el apoyo de cuantos no quieran echarse en brazos del pesimismo.
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