La televisi¨®n europea invade el norte de ?frica
Los sat¨¦lites de ¨®rbita geoestacionaria: hacia un espacio audiovisual euromediterr¨¢neo
La creaci¨®n de espacios comunes entre naciones est¨¢ de moda. La Europa verde, la Europa policial y la Europa militar son algunos ejemplos. El desarrollo espectacular de los medios de comunicaci¨®n y la posibilidad t¨¦cnica de invadir espacios de informaci¨®n dentro de los cuales algunos Estados se cre¨ªan al abrigo, suscita desde hace tiempo la preocupaci¨®n de numerosos Gobiernos. El pr¨®ximo lanzamiento de varios sat¨¦lites que cubrir¨¢n todo el Mediterr¨¢neo con canales de televisi¨®n preocupa a los Gobiernos del norte de ?frica, que quieren proteger sus territorios de una invasi¨®n informativa.
De la misma manera que ha surgido un derecho del mar y est¨¢ en esbozo otro derecho del espacio extraterrestre, algunos pa¨ªses estudian ya c¨®mo movilizar para la creaci¨®n de una suerte de derecho a la protecci¨®n contra la informaci¨®n no deseada. La revoluci¨®n telem¨¢tica est¨¢ suscitando ¨²ltimamente la reivindicaci¨®n, por parte de aquellos que la van a sufrir, sin voto para intervenir sobre sus consecuencias, de un espacio en este caso audiovisual mediterr¨¢neo. Los pa¨ªses ribere?os del Mediterr¨¢neo sin medios t¨¦cnicos propios quieren obtener alguna manera de influir y participar en ese despliegue audiovisual que se aproxima gracias a los sat¨¦lites de telecomunicaciones en ¨®rbita geoestacionaria que poblar¨¢n en un futuro ya muy breve el cielo mediterr¨¢neo.La radio ya invade los hogares o puede invadirlos hoy d¨ªa sin posibilidad en la pr¨¢ctica para los Gobiernos de impedirlo: los sat¨¦lites van a hacer posible que la televisi¨®n haga lo mismo. A la palabra acompa?ar¨¢ ahora la imagen con una visi¨®n y una explicaci¨®n de los acontecimientos del mundo, y posiblemente incluso de las diferencias que les oponen a los pa¨ªses receptores. Los Gobiernos de los pa¨ªses que ver¨¢n las im¨¢genes no podr¨¢n controlarlas eficazmente aunque est¨¦n, eventualmente en desacuerdo con ellas.
'Rayito de luz'
Las revueltas del pan de enero de 1984 en T¨²nez y Marruecos de mostraron ampliamente la inutilidad para los Gobiernos de ambos de intentar ocultar la infomaci¨®n primero, e interpretarla a su manera despu¨¦s, ya que en porciones relativamente importantes de sus respectivos territorios se captaba perfectamente la televisi¨®n espa?ola o la italiana. La pol¨¦mica actual entre Libia y Estados Unidos y la posibilidad para los libios de captar la televisi¨®n italiana o la griega impide a Muammar el Gaddafi monopolizar la explicaci¨®n de la situaci¨®n.La capacidad de movilizaci¨®n masiva y popular en Libia contrarresta enormemente los efectos de la "penetraci¨®n audiovisual extranjera", pero es indudable que salvo una decisi¨®n gubernamental que impida colocar las antenas orientadas que permiten la capta ci¨®n de esas televisiones el ciudadano medio l¨ªbio podr¨¢ compensar el aplauso p¨²blico y asambleario con el regodeo personal y a domicilio de una apreciaci¨®n de los problemas distinta a la oficial.
En toda la zona del oeste de Argelia se capta perfectamente la televisi¨®n espa?ola, y en la zona este la italiana. En Marruecos todo el norte est¨¢ cubierto por la televisi¨®n espa?ola -y en menor medida por la portuguesa-, y el S¨¢hara por los repetidores canarios. El rey Hassan II, al instalar en su palacio de Skhirat, cercano a Rabat una enorme antena parab¨®lica para captar los sat¨¦lites europeos, ha tra¨ªdo un "rayito de luz televisiva" al menos para los que viven en una circunferencia de casi 50 kil¨®metros alrededor de palacio, que disponen as¨ª de una alternativa a la televisi¨®n oficial que hasta ahora s¨®lo se pod¨ªan permitir los hu¨¦spedes del hotel Hyatt Regency de Casablanca al precio prohibitivo de 15.000 pesetas por noche.
En T¨²nez, un pa¨ªs sin conflictos territoriales con sus vecinos, prooccidental y, por tanto, con menos necesidades de censurar la informacion enlatada ajena, la manera de combatir esa invasi¨®n ha sido un tanto original: junto a los programas de la televisi¨®n nacional, los peri¨®dicos de la capital publican diariamente la programaci¨®n de las dos cadenas de la RAI.
Pero hasta el presente el juego no ha hecho m¨¢s que comenzar. El a?o 1986 puede ser crucial en materia de informaci¨®n televisada en toda la cuenca mediterr¨¢nea, y sobre todo para los pa¨ªses del norte de ?frica, muy inclinados todos ellos a proteger sus propias emisiones y a preservar a sus propias opiniones p¨²blicas contra las informaciones procedentes de otras fuentes que no sean las oficiales del pa¨ªs. Francia tiene previsto colocar dos sat¨¦lites en ¨®rbita geoestacionaria, el TDF- 1 y TDF-2, que inundar¨¢n todo el Mediterr¨¢neo Sur con cuatro cadenas de programas. A esos dos sat¨¦lites se unir¨¢ el alem¨¢n TV-SAT, y m¨¢s tarde el sat¨¦lite europeo de televisi¨®n directa.
Si hasta ahora los sat¨¦lites necesitaban una estaci¨®n en tierra que captase las emisiones y luego las distribuyese o no; es decir, ofrec¨ªan a los Gobiernos la capacidad de censura y control, la nueva generaci¨®n de sat¨¦lites puede ser captada mediante una simple antena parab¨®lica. Por tanto, salvo que se prohiba la instalaci¨®n de dichas antenas, lo cual puede resultar altamente impopular, no existe forma t¨¦cnica de intervenir en las emisiones extranjeras de televisi¨®n.
Los pa¨ªses miembros de la Comunidad Europea, para los cuales una pol¨ªtica de cielo televisivo abierto no acarrea tantos riesgos informativos como para, los del norte de ?frica, se han preocupado ya desde 1983 de esa inevitable supranacionalidad -vocacional de la televisi¨®n, y actualmente se trabaja en la elaboraci¨®n de un marco jur¨ªdico que permita la defensa de las diferentes identidades culturales y pol¨ªticas de los pa¨ªses que integran la CE.
Sat¨¦lites pol¨¦micos
Los gobiernos del norte de ?frica, con mayor motivo, intentan ser asociados a un movimiento que defina el espacio audiovisual mediterr¨¢neo, y, naturalmente, abogan porque se ponga a d¨ªsposici¨®n de ellos un cierto n¨²mero de canales tanto para la difusi¨®n de sus programas a sus propios pueblos como para intentar competir en Europa misma con las televisiones europeas.Dentro de toda la pol¨¦mica que los sat¨¦lites suscitan, y antes de que est¨¦n describiendo elipses sobre sus cabezas, algunos Gobiernos se han preocupado ya de intentar mejorar sus propias televisiones, con la ilusi¨®n de preparar la competencia. Los argelinos han mejorado considerablemente su televisi¨®n y los marroqu¨ªes, desde finales de febrero, intentan dar un salto de calidad con nuevos presentadores, nuevos programas y, a partir de mediados de este a?o, quiz¨¢ con una segunda cadena de televisi¨®n, cuya construcci¨®n y direcci¨®n le ha sido encomendada a la sociedad francesa Sofirad.
El relativo monopolio, en tanto que alternativa televisiva extranjera, que disfruta la televisi¨®n espa?ola en gran parte de Marruecos y en buena parte de Argelia tiene, pues, por delante muy corta vida. Sin embargo, los problemas planteados por los sat¨¦lites trascienden por completo esta, circunstancia y son de fondo. Los pa¨ªses del Magreb han consagrado ya al problema coloquios, seminarios e informes gubernamentales.
Los ¨¢rabes, como tales, lo han tomado como una especie de desaf¨ªo civilizador, y Arabia Saudita en particular ha invertido: ya cerca de 200 millones de dolares en el lanzamiento de dos sat¨¦lites de comunicaciones que influyen siete canales de televisi¨®n ndirecta, el ARABSAT 1 y el ARAB SAT 2. Por el momento, la experiencia no parece haber logrado los objetivos previstos, pero constituye un indudable e importante intento de contrarrestar la oferta occidental, aunque en el terreno de la televisi¨®n, el m¨¢s importar te desde el punto de vista pol¨ªtico, las televisiones ¨¢rabes han de demostrar a¨²n su capacidad de competir con las europeas.
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