L¨®pez Cobos, maestro bruckeriano
El nombre de Anton Bruckner aparece en la Orquesta Nacional de Espa?a (ONE) en 1948, cuando Van Kenipen dirige la Quinta sinfon¨ªa. Mucho antes, en torno a 1920, P¨¦rez Casas hab¨ªa programado la S¨¦ptima, con la Filarm¨®nica. En los a?os cincuenta aparece otra vez el compositor austriaco de la mano de Paul Klezki, con la S¨¦ptima otra vez. Despu¨¦s, Lessing, en 1961; Horenstein y Schuricht, en 1962; Scherchen, en 1965; Matacic, en 1965, 1967 y 1969; Sawalich, en 1969, y Decker, en 1970, interpretaron la Segunda, Tercera, Cuarta, S¨¦ptima y Novena.A partir de esa fecha Bruckner ha ingresado en los autores habituales, y as¨ª, con la ONE y otras orquestas visitantes, L¨®pez Cobos, Kerstesz, Leitner, G¨®mez Mart¨ªnez, Atzinon, GuschInatier, Albrecht, Barenboim o Celibidache insisten en las sinfon¨ªas n¨²meros 3, 4 y 7, adem¨¢s de la Tercera obertura, la Tercera misa y el Ted¨¦um. En cuanto a la Octava, creo que s¨®lo se ha dado en Madrid antes de ahora en 1978, con L¨®pez Cobos y la RTVE, y en 1983 por Aerbig y la Sinf¨®nica de Berl¨ªn.
Orquesta Nacional de Esspa?a
Director: Jes¨²s L¨®pez Cobos. Octava sinfon¨ªa, en do menor, de Anton Bruckner. Teatro Real. Madrid, 28 de febrero y 1 y 2 de marzo.
Se trata de una de las m¨¢s importantes y dilatadas obras del ciclo sinf¨®nico bruckneriano, en la que el compositor lleva al m¨¢ximo su t¨¦cnica de desarrollo a partir de ideas muy simples. El inter¨¦s se mantiene gracias, principalmente, a la formidable disposici¨®n de las tensiones, que en el caso del adagio hacen de lo l¨ªrico verdadera expresi¨®n m¨ªstica. En la Octava sinfon¨ªa en Do menor quedan demostradas "la fuerza, la profudidad y la pureza del lenguaje musical", que alabara Wilhelm Furtw?ngler, al tiempo que alcanza m¨¢xima amplitud formal y expresiva la evoluci¨®n de un esp¨ªritu austr¨ªaco que aqu¨ª, como en otros casos, tiene su ra¨ªz en el Schubert de ¨²ltima hora.
Jes¨²s L¨®pez Cobos es el primer director bruckneriano de la ONE, pues ni Argenta, pese a su formaci¨®n germ¨¢nica, ni Fr¨¹hbeck, con toda su ascendencia, prestaron mayor atenci¨®n al gran sinfonista. El maestro de la Opera berlinesa hizo de la sinfon¨ªa una versi¨®n clarificada, potente y expresiva. Para ello logr¨® de la Orquesta Nacional un elevado nivel de calidades en lo sonoro y en la precisa cohesi¨®n y calibraci¨®n de las partes y procesos. Este g¨¦nero de sinfon¨ªas catedraficias necesita, junto a la fuerte planificaci¨®n y realizaci¨®n globales, del cuidado constante en los detalles.
Con ello debe intensificarse el impulso interno para convertirlo en "concentraci¨®n hacia fuera", sin perder los hilos con la intimidad, esos recovecos casi m¨ªsticos que airean las sinfon¨ªas brucknerianas.
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