El Zalgiris se convirti¨® en par¨¢sito de los madridistas
Claro que los lituanos hab¨ªan echado sus cuentas. Lo sab¨ªan todo y especularon: restaron la diferencia, extrajeron el cociente y calcularon el coeficiente. Tama?a era la adversidad matem¨¢tica, tal el flujo de combinaciones adversas, para el Real Madrid, que no resultaba descabellado beneficiarse del hambre de tantos que generaba una situaci¨®n as¨ª. El Zalgiris realiz¨® una infrecuente demostraci¨®n de parasitismo. Se peg¨® al Real Madrid, chup¨® de su sangre, se aliment¨® de su esfuerzo y vivi¨® a costa de su precipitaci¨®n y sus errores.Fue un par¨¢sito, como una ladilla insaciable que, por cuatro veces, recuper¨® diferencias cuando el Madrid enfebrec¨ªa y as¨ª hizo imposible lo que, en condiciones normales, sin tanto c¨¢lculo, habr¨ªa podido suceder perfectamente. El Zalgiris ten¨ªa que sacarle jugo a un partido de 35 minutos. ?sa era su ventaja, porque a cinco rninutos del final uno de los dos arrojar¨ªa la toalla. Y el Zalgiris lo ten¨ªa m¨¢s f¨¢cil.
Los sovi¨¦ticos adoptaron la inteligente decisi¨®n de dar por sentado que el Real Madrid intentar¨ªa la haza?a. As¨ª, jugaron con datos reales no como otros equipos que han servido de pasto a la apolog¨ªa del madridismo invencible (l¨¦ase el Anderlecht del 6-1, el Borussia del 4-0 o el Maccabi de varias; temporadas). El Zalgiris estuvo atinado ah¨ª, fue enormemente pr¨¢ctico, y jug¨® a procurar que el rival se desgastara a s¨ª mismo.
Hubo un momento cumbre, cuando, a falta de 1.4 minutos, el Real Madrid se colocaba en 67-57. La mala suerte, quiz¨¢s un tiempo muerto para sentar la cabeza, el hambre de bal¨®n, la rapidez furibunda, la furia, la desesperaci¨®n, fueron circunstancias todas ellas que permitieron al par¨¢sito vivir a costa de tres fallos desgraciados para respirar con un 67-63 que, poco m¨¢s tarde, qued¨® en un 72-70 frustrante. Era la cuarta vez que algo similar pasaba en el partido y el Real Madrid no se rindi¨®, pero empez¨® a dudar. Y el primero que dudase perder¨ªa.
El Zalgiris afront¨® el partido retando a la defensa madridista a un tortuoso marcaje en el exterior de la zona, donde Komithius, Kurtinaitis y Iovaisha buscaban continuos bloqueos por el centro, amparados en que el Real Madrid estaba obligado, tambi¨¦n, a impedir cualquier pase sobre Sabonis. Buscando la descolocaci¨®n del rival encontraban dos opciones, la internada o el pase al p¨ªvot.
Pero, aun as¨ª, la defensa madridista result¨® ejemplar, con seis robos de bal¨®n en pocos minutos. La tragedia se masc¨® cuando esos seis robos se tradujeron, en el c¨®mputo final, en seis pases perdidos, en seis oportunidades tontamente desperciciadas, a las que se sumar¨ªan, en cruel contagotas, los once tiros libres fallados por el Real Madrid. Era el efecto de una dificil condici¨®n: la furia y la frialdad mal¨¦volamente combinadas.
Defensa abierta
De esa manera, cuando la furia madridista se desataba en sus acciones m¨¢s espectaculares cuando el p¨²blico levantaba del asiento, cuando la ventaja se anunciaba, respond¨ªa el Zalgiris aprovechando una defensa abierta del contrario, cuyos jugadores ocupaban toda la cancha intentando saciar su sed de puntos.Cerca del descanso, la ventaja iba camino de los ocho tantos y Sabonis comet¨ªa su cuarta personal. En la reanudaci¨®n, con el marcador en 51-50, Lolo Sainz jug¨® con tres p¨ªvots para provocar la ca¨ªda de Sabonis o bien igualar el rebote. Supuso una feroz embestida que hizo temblar al Zalgiris, con Komithius y Chivilis acompa?ando a Arvidas Sabonis en la cuarta personal, con el t¨¦cnico Garastas sacando reservas para no quedarse sin equipo, con los diez jugadores desparramados por las cuatro esquinas, con el bal¨®n caprichoso, resbaladizo, huidizo, con la final en el alero.
Ah¨ª tuvo el Madrid su victoria hist¨®rica, pero de sus fallos se aliment¨® el Zalgiris para restablecer la situaci¨®n.
Al final, quiz¨¢s pudo haberse buscado una pr¨®rroga intencionada para disponer de cinco minutos supletorios en los que intentar de nuevo la proeza. Pero los cocientes y coeficientes actuaban a la contra, porque los m¨¢s de 90 puntos del Zalgiris obligaban a busc¨¢ir m¨¢s de 20 puntos de diferencia. As¨ª, el Real Madrid se sinti¨® derrotado y cay¨® con cierta mansedumbre ante un Zalgiris que en condiciones normales habr¨ªa perdido claramente.
La final ha quedado, pues, reservada para yugoslavos y sovi¨¦ticos. Mejor dicho: lituanos, que es una escuela peculiar y diferenciada del baloncesto de la URSS. Quedar¨¢ resumida como un duelo Petrovic-Sabonis, las dos estrellas que, por encima de otras individualidades, parecen mandar en Europa y est¨¢n en disposici¨®n de llevar a sus equipos a los t¨ªtulos. Ellos ofrecen un matiz diferencial que se ha terminado por imponer.
Frente a ellos han ca¨ªdo dos conjuntos que son, como juego de equipo, mejores: Simac y Real Madrid. Para Fernando Mart¨ªn queda ese reto, como en su d¨ªa lo busc¨® Epi con el Barcelona. Y ayer, aunque parezca injusto decirlo, Fernando Mart¨ªn no pudo. ?l tambi¨¦n perdi¨®.
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