Par¨ªs, en primera l¨ªnea de la danza
A la capital francesa est¨¢n volviendo poco a. poco los gloriosos tiempos en que Par¨ªs era el centro cultural del mundo occidental para todas las manifestaciones art¨ªsticas. Pero es en la danza quiz¨¢ donde conserv¨®, a pesar de la cruenta competencia de Nueva York (donde las cosas iban siempre por derroteros muy diferentes), una supremac¨ªa que se asentaba en la historia. All¨ª hab¨ªa nacido la vanguardia, y un p¨²blico tradicionalmente receptivo a las nuevas tendencias y hallazgos esc¨¦nicos segu¨ªa aplaudiendo los montajes, algunos marginales y otros de muchos recursos.Desde hace pocos a?os, Par¨ªs ha renacido de sus cenizas vanguardistas. Core¨®grafos, bailarines y productores han vuelto a poner sus ojos en los viejos teatros y los nuevos espacios donde se puede danzar. Una semana en la capital francesa, a una media de dos espect¨¢culos diarios, permite hacerse una idea de hasta qu¨¦ punto ese esp¨ªritu renovador ya ofrece productos terminados de importancia y ¨¢mbito internacional.
Merce Cunningham y Rudolf Nureyev estrenaron juntos en la ?pera sendas coreograf¨ªas con un ¨¦xito discreto. Lo interesante era la confrontaci¨®n, con bailarines de id¨¦ntica factura, ante lecturas creativas tan distantes.
Maya Plisetskaia, por su parte, el d¨ªa 3 de marzo bailaba en el Espace Cardin un programa casi en solitario: fragmentos de su creaci¨®n, La dama del perrito, basada en la pieza hom¨®nima de Chejov, con m¨²sica de su marido, Rodion Chedrin, y vestuario del propio Pierre Cardin, y como cierre The queen of the underworld, coreograf¨ªa del indio Astad Deboo y m¨²sica de Philip Glass. El primer ballet, de gran intensidad dram¨¢tica, es una selecci¨®n de cinco d¨²os en pareja con Boris Efimov, su partenaire habitual, donde danzan lazados la mayor parte del tiempo, concentrando la fuerza en la actuaci¨®n m¨¢s que en la danza. Un juego de telones, proyecciones y elementos escenogr¨¢ficos muy complejos, con una decena de figurantes que aparecen como cuadros vivientes, hacen de marco anecd¨®tico a la pareja. La m¨²sica es de inspiraci¨®n muy alta, con un aire de pasado donde se adivina a Scriabin. La coreograf¨ªa est¨¢ concebida sin riesgos formales, donde el baile actual de Plisetskaia encuentra justificaci¨®n en su estilo y la presunci¨®n de una fuerza esc¨¦nica legendaria.
Riesgos modernos
La compa?¨ªa de danza L'Esquisse est¨¢ dirigida por Joelle Bouvier y Regis Obadia, dos bailarines muy j¨®venes que desde 1980 han bailado juntos en trabajos experimentales. Con este montaje, la plantilla del grupo se ampl¨ªa hasta ocho bailarines. ?l argelino, y ella, suiza, constitu¨ªan una pareja ex¨®tica y vital en el panorama parisiense. Su nueva creaci¨®n, Le royaume millenaire, con pretensiones de gran espect¨¢culo, se ha estrenado hace una semana en el teatro de Par¨ªs. La acogida del p¨²blico ha sido irregular (algo que suele ocurrir en Par¨ªs), pasando del entusiasmo a la detracci¨®n. Con m¨²sica electr¨®nica de Jacques Lejeune fragmentos de Vivaldi y piezas corales de Strauss, la coreograf¨ªa abandona definitivamente la, danza pura para ir hacia un expresionismo m¨¢s cerca del teatro gestual que de otra cosa. Con una l¨ªnea argumental oscura. (como la escena misma: una penumbra conscientemente: amarilla a lo Rembrant), unos trajes y joyas complicados, consiguen establecer una atm¨®sfera de luchas primarias y contactos corporales violentos. Es la primera obra de una compa?¨ªa que promete para un futuro dado el rigor que han puesto en SU actual producci¨®n.
En el teatro de la Ville, Carolyn Carson ensaya con 12 bailarines su nueva pieza en medio de un ambiente tenso de arduo trabajo, fatigas, bocetos que se desechan y ejercicios que se repiten hasta la saciedad. La core¨®grafa norteamericana declar¨® a este peri¨®dico: "Todav¨ªa es muy pronto para aventurar nada. En mayo todo estar¨¢ mucho mejor. Esto se hace lentamente, sobre los bailarines. Quiz¨¢ lo que vean todos el d¨ªa del estreno no tenga nada que ver con lo que hacemos hoy".
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