Salvador Dorado V¨¢zquez
Decano de los costaleros sevillanos, lleva 40 a?os como capataz de cuadrilla
Salvador Dorado V¨¢zquez es el m¨¢s viejo de los capataces de cuadrillas de costaleros de Sevilla. Naci¨® en el barrio de Triana hace 74 a?os y es el ¨²nico capataz de costaleros de toda la historia que ha recibido de manos de una cofrad¨ªa, la de los Estudiantes, una insignia con un martillo de oro, r¨¦plica exacta del llamador que se hace sonar sobre la madera del paso para dar instrucciones a los que lo llevan a hombros. Ahora, 13 a?os despu¨¦s de jubilarse como obrero del muelle, est¨¢ pensando en hacerlo como capataz de costaleros.
En una confiter¨ªa llena de maquetas de pasos y nazarenos a escala tallados en caramelo de fresa, tras sortear el pegajoso r¨ªo de cera derramado por los penitentes a su paso por la calle de las Sierpes, una breve pl¨¢tica con Salvador le revela como quintaesencia de la filosof¨ªa de Jorge Manrique: la idea de que cualquier tiempo pasado fue mejor es constante en sus gestos y en sus palabras. Antes, dice, la Semana Santa "era otra cosa de lo que es ahora". Bajo el paso hab¨ªa que tener m¨¢s poder¨ªo y echar, al menos, el doble de coraje. "Ahora los pasos est¨¢n aligerados y el peso no es el mismo. Adem¨¢s, antes las calles estaban en otro estado, el firme era muy malo y uno no se pod¨ªa descuidar ni un momento. Y el tendido el¨¦ctrico: con los crucificados hab¨ªa que echarse a tierra con tal de esquivarlo. Antes se exig¨ªa m¨¢s que ahora".Salvador, parco en palabras -"no me gustan las entrevistas porque no quiero hablar ni recordar tanto"-, se encoge de hombros cuando se le habla de que en C¨®rdoba una cuadrilla de mujeres ha sacado este a?o un paso en procesi¨®n. Si se le insiste en el tema, responde: "A m¨ª no me gusta", y ya se le nota m¨¢s descansado, como si se acabara de desahogar. Pero lo que realmente sorprende a Salvador es que las mujeres formen parte de la junta de gobierno de la cofrad¨ªa en cuesti¨®n "y tengan derecho a voto como un hornbre".
Sin duda, las cosas no son como antes. Salvador no conoci¨® a su padre -"por eso somos una familia de trabajadores"-, y con diez a?os comenz¨® a trabajar en los tejares de Triana. Cuando se consider¨® que el ni?o ya era un hombre, dej¨® de fabricar ladrillos y comenz¨® a trabajar como cargador en el muelle. Antes de cumplir los 16 a?os sali¨® de costalero por primera vez. "Entonces sacaba siete pasos en la semana, sin dejar de ir al muelle, porque al trabajo no se pod¨ªa faltar". El Viernes Santo de 1943, a un tranv¨ªa le fallaron los frenos y fue a dar contra el paso de la Virgen de la O. Salvador iba bajo el paso y, para dejar salir a sus compa?eros heridos, intent¨® aguantarlo hasta que se le fastidiaron los ri?ones.
Costalero profesional
En 1972, cuando todos los pasos eran llevados por cuadrillas de profesionales, Salvador dirigi¨® los de la cofrad¨ªa de los Estudiantes, los primeros que llegaban a la carrera oficial sobre hombros de hermanos cofrades. Durante esta Semana Santa Salvador se ha hecho cargo de los pasos de las hermandades de Las Siete Palabras y El Silencio, en Sevilla, y El Santo Entierro, en la localidad sevillana de Des Hermanas. Seg¨²n dice, ser¨¢ su ¨²ltima salida como capataz profesional. Si sale el a?o que viene, ser¨¢ por un compromiso que tiene con los hermanos costaleros del Silencio, "pero lo que es de mi cuadrilla me despido este a?o, que ya est¨¢ bien".
Quiz¨¢ a pertenecer a una familia de trabajadores deba Salvador sus nudosas manos, su espalda cuadrada, lo arqueado de sus piernas y lo r¨ªgido de sus movimientos. ?l no cree que la fe sea imprescindible para dedicar 60 a?os de una vida a cargar y dirigir pasos de Semana Santa: "Eso lo hace el que gusta".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.