El agente
Entre los achaques que sobrevienen con la edad, uno es el de la, aparici¨®n del agente de seguros de vida. Nadie podr¨¢ decir, en cambio, que no sea razonable. Sus palabras est¨¢n cargadas de tan buen sentido que pocas veces a lo largo de los a?os se tienela oportunidad de escuchar un discurso m¨¢s ajustado. Por otro lado, su propuesta de hacernos prever el postrer amparo de la mujer y de los hijos no hace sino prolongar los pensamientos m¨¢s nobles que nacieron alguna vez en un padre mientras iba conduciendo elcoche. El tema es triste, a qu¨¦ negarlo, pero nunca se encontrar¨¢ a un interlocutor tan adecuado. A fin de cuentas, el agente es tambi¨¦n un ser mortal y no le habla al asegurado -aunque pudiera parecerlo- de una cuesti¨®n de la que deba avergonzarse. M¨¢s a¨²n, si el virtual contratante empieza a sentir una terrible desaz¨®n deber¨ªa procurar que no se le advirtiera. En esos momentos, m¨¢s que nunca, se est¨¢ hablando entre adultos, y cualquier adulto educado debe tener sabido que est¨¢ muri¨¦ndose. En este sentido, la entereza del agente de seguros es de una ejemplaridad total y ser¨ªa insoportable producirle la sensaci¨®n de que no se ha reflexionado bastante. Lo m¨¢s importante, por tanto, en estos casos, el aparentar una normalidad absoluta y darle completamente la raz¨®n. El agente, con ello, se formar¨¢ una opini¨®n correcta sobre nuestra madurez y acabar¨¢ entendiendo, llegado el momento, que si no contratamos la p¨®liza en ese instante es tan s¨®lo por razones secundarias y de ning¨²n modo por un desacuerdo esencial. Imposible contestarle con un no rotundo. S¨®lo se le pide un tiempo de reflexi¨®n para calcular la relaci¨®n prima-capital y algunos detalles por el estilo. Efectivamente, el agente telefonea y telefonea pidiendo la respuesta que se le prometi¨®, y ya, por semanas y semanas, la ruina ps¨ªquica y moral del futuro asegurado aumenta. En su vida ha aparecido una llamada cabal, cargada de verdad, y el individuo comprueba a qu¨¦ extremos de indignidad se entrega soslayando la contrataci¨®n, descuidando d¨ªa a d¨ªa el porvenir de la mujer y los hijos, rehusando la obviedad de su extinci¨®n y decepcionando, encima, al agente.
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