El arte de embestir
Torear es un arte, cuando a los c¨¢nones bien sabidos se les incorpora el sentimiento, y embestir, lo mismo. Algunos hombres saben torear, unos con arte, otros sin ¨¦l. Embestir ya no saben, al menos con arte. Para embestir con arte, normalmente hay que ser toro. No cualquier toro, sino toro pastue?o, un poco poeta, bastante menos bestia que sus cong¨¦neres, aunque no bobalic¨®n. Un toro artista es raro especimen en los campos y en los ruedos, y el arte no le viene infuso; le viene de familia. Luego el toro artista, pastue?o y poeta, nada bobalic¨®n, tambi¨¦n ha de tener casta.Uno as¨ª sali¨® ayer al rubio albero de la Maestranza; sali¨® de casualidad, porque no estaba anunciado, ni sustitu¨ªa a los muchos titulares que rechazaron los veterinarios porque no eran "el toro de Sevilla", a pesar de que los taurinos juran que el toro de Sevilla es cualquier becerro que muja por las dehesas. El toro artista llevaba el hierro de Juan Pedro Domecq, sufri¨® con entereza la carnicera agresi¨®n que acostumbran los picadores de la ¨¦poca, e igual que si en vez de grosero hierro taladrador le hubieran inyectado agua bendita, embisti¨® hasta su muerte con una boyant¨ªa sostenida y po¨¦tica que le elevaba a la categor¨ªa de artista.
Plaza de la Maestranza
17 de abril. S¨¦ptima corrida de feria. Toros: 4? y 6? de Ram¨®n S¨¢nchez; 1?, 3?y 5?, de Los Guateles; 2?, sobrero de Juan Pedro Domecq, bravo y pastue?o. Manolo Cort¨¦s: estocada (silencio); des pinchazos y otro hondo (silencio). Jos¨¦ Antonio Campuzano: estocada recibiendo (oreja); estocada trasera ladeada (ovaci¨®n y salida al tercio). Pepe Luis Vargas: estocada y tres descabellos (ovaci¨®n y salida al tercio); pinhazo y estocada ca¨ªda (palmas).
Toro de tal arte, naturalmente necesita toreo de arte, y no hab¨ªa mucho de donde sacarlo, pero Jos¨¦ Antonio Campuzano, a quien correspondi¨® la maravilla, se esforz¨® cuanto pudo y si no le sal¨ªan los arabescos que hac¨ªan al caso, lo compens¨® toreando al ritmo que marcaba la cadenciosa embestida; es decir, "despacio", como han aprendido a decir los taurinos de ahora, y no paran de repetirlo.
Trascend¨ªa al tendido que el diestro se gustaba al ejecutar redondos, naturales, y ligados pases de pecho, y en los ayudados que intercal¨® en el transcurso de la bonita faena. Y es buena se?al, muy importante, pues con toro tan dulce e inspirado, a cualquier torero le resulta dificil¨ªsimo hacer notar la calidad de su toreo. Y Campuzano lo hizo notar.
Por trap¨ªo, el juampedro eran tambi¨¦n "el toro de Sevilla" de verdad; no el que pretenden colar los taurinos, que con esa excusa soltar¨ªan becerros cada tarde. El toro que en Sevilla gusta, es el cortejano; bonito de estampa, agradable de presencia, seguramente terciado, pero con trap¨ªo. Y as¨ª era ese toro sobrero, lidiado en la Maestranza por casualidad; una alegr¨ªa de toro, artista poeta. ?No dicen en tierras ganaderas que los toros salen al amo?
Hubo en la tarde otros toros boyantes, pero ya no artistas. Uno de ellos, de Ram¨®n S¨¢nchez, le correspondi¨® a Manolo Cort¨¦s, que se dejaba tropezar la muleta en todos los pases. Al ¨¢spero ejemplar de Los Guateles que le correspondi¨® en primer lugar, tampoco le dio fiesta. Eso s¨ª, ambas faenas resultaron largu¨ªsimas, con lo cual lo acababa de arreglar.
Los toros buenos no salieron para Pepe Luis Vargas, que en cambio estuvo muy animoso. A su, primero, boyante por el pit¨®n izquierdo, lo cit¨® de largo, con la muletilla plegada, y hubo de montar sobre el natural toda la faena, pues en el derechazo el toro le pon¨ªa los pitones en el flequillo. Hubo tandas buenas, otras medianas y una de ellas la remat¨® con un molinete torer¨ªsimo. Al sexto lo machete¨®, pues sac¨® bronquedad.
Luis Lucena, pe¨®n de la cuadrilla de Vargas, dio una gran tarde de toros; hizo tres quites a sus compa?eros, uno de ellos a Antonio Chac¨®n, que sali¨® volteado de mala manera en un par de banderillas. La colocaci¨®n en el ruedo y la oportunidad del quite, tambi¨¦n son parte importante del arte de torear.
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