Aurora Vargas puso el duende
Fue una noche variopinta que en general dej¨® insatisfecho al personal, salvo la actuaci¨®n final de Aurora Vargas, que puso las cosas en su sitio con flamenco flamenco del de siempre. Hubo un nivel medio de calidad bastante interesante. Comenzando por Jos¨¦ Antonio Rodr¨ªguez, cordob¨¦s, que es un concertista de guitarra serio, profundo, en una l¨ªnea cl¨¢sica de gran belleza. Se fue a lo dificil (farruca, taranta, alegr¨ªas), haciendo un toque complejo en el que se mantiene pese a todo la primac¨ªa del sentimiento y la jondura sobre la t¨¦cnica.Los Carbonell pueden ser un buen ejemplo de lo que ocurre con muchos de los j¨®venes artistas de hoy. En ellos m¨¢s, si cabe, porque est¨¢n vinculados familiarmente a Enrique Morente; art¨ªsticamente, esa vinculaci¨®n es una pura servidumbre. Antonio, que es jovenc¨ªsimo, canta lo que canta Enrique, trata de hacerlo como Enrique y lo copia hasta en los gestos y las actitudes. Miguel cae en la ¨®rbita camaronera, mezclando las dos escuelas de manera un tanto extra?a, porque son dos modos de cantar que no tienen nada de com¨²n entre s¨ª.
Cumbre flamenca
Empujando (el arte joven)Jos¨¦ Antonio Rodr¨ªguez, guitarra en concierto. Los Carbonell: Antonio y Miguel Carbonell al cante, Montoyita y el Bola al toque. Gerardo N¨²?ez, en concierto y acompa?ando a Carmen Cort¨¦s al baile, con Guadiana y Miguel el Rubio al cante, Mario Cort¨¦s al toque, m¨¢s contrabajo y flauta. Rafael Riqueni, guitarra en concierto, con Nicasio al contrabajo; Rafael Heredia a la guitarra, m¨¢s flauta y percusi¨®n. Aurora Vargas, cante y baile, con Quique Paredes al toque y Jarillo y Enrique Pantoja al son. Teatro Alcal¨¢-Palace. Madrid, 25 de abril.
Noche de excelentes guitarristas. El jerezano Gerardo N¨²?ez busca tambi¨¦n nuevos sonidos, investiga, se aproxima. al jazz, a la m¨²sica de ahora mismo. Pero cuando se queda en lo puramente flamenco sigue siendo un tocaor extraordinario, imaginativo, de expresi¨®n brillante, casi barroca a veces, muy efectiva. No siendo gitano, el aire de Jerez, es un constante punto de referencia. Acompa?¨®, con un grupo de m¨²sicos y el cante de Guadiana y el Rubio, al baile de Carmen Cort¨¦s, esa bailaora que tambi¨¦n anda buscando nuevos caminos, aunque sin desviarse un ¨¢pice de la ortodoxia del baile flamenco.
Es muy interesante lo que Carmen esta hacienco, porque siendo una gran bailaora su vena creativa la lleva a soluciones a veces extra?as, pero de rara belleza, conectando a la perfecci¨®n con la propia inquietud creadora de su compa?ero N¨²?ez. Riqueni, sevillano, otro notable concertista de guitarra, cl¨¢sico, ha ca¨ªdo tambi¨¦n en la tentaci¨®n de arroparse con un grupo instrumental. No puedo evitar que me guste siempre m¨¢s la guitarra sola, que es lo tradicional en el flamenco y me parece que traduce las esencias de lo jondo de manera mucho m¨¢s directa, y esto me ocurri¨® con Riqueni.
Y por fin Aurora Vargas. Estuvo flamenqu¨ªsima, inspirada, quej¨¢ndose por canti?as y tientos-tangos con esa voz suya empa?ada y grave, y haciendo luego verdaderas locuras por fiesta. Espl¨¦ndida Aurora Vargas, mujer guapa, con estampa, que canta, que baila, que tiene duende y sabe transmitirlo a la audiencia con un gran derroche y generosidad. Quique Paredes le hizo el toque justo, perfecto, ejemplar, y Jarillo y Pantoja -sobre todo ¨¦ste- pusieron las palmas y el jaleo que calentaron la fiesta, en la que al final implicaron a todos los que hab¨ªan actuado.
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