El Zaragoza aguant¨® con un gol de rebote 60 minutos de presi¨®n barcelonista
El Zaragoza consigui¨® su tercer t¨ªtulo de Copa al t¨¦rmino de una final intensa y emocionante, en la que el Barcelona no pudo aprovechar su enorme superioridad en los balones, altos. El Zaragoza, que gan¨® los anteriores en 1964 y 1966, marc¨® a la media hora, gracias a un rebote, y despu¨¦s sufri¨® la continua presi¨®n del Barcelona, que s¨®lo se sacudi¨® espor¨¢dicamente con salidas al contraataque de Pardeza y Rub¨¦n Sosa, los dos mejores jugadores del equipo campe¨®n. Al Barcelona le falt¨® suerte para alcanzar el gol en alguno de los muchos saques de faltas o c¨®rneres por parte de Schuster, que provocaban situaciones de angustia en el ¨¢rea aragonesa.El nuevo campe¨®n plante¨® un buen partido defensivo: marcaje directo a los puntas Carrasco y Pichi Alonso, Juli¨¢ como libre y nadie m¨¢s atr¨¢s. Juan Carlos, de quien se esperaba que saliese como central, se fue a la media para impedir el juego de Esteban; G¨¹erri y Herrera se pegaron a las bandas, cerr¨¢ndoles el paso a V¨ªctor y Calder¨¦, y Se?or quedaba en el centro de todo, cerrando los caminos por los que suele transitar Schuster. Arriba, el Zaragoza amenazaba con sus tres puntas, cuya presencia fue suficiente para evitar las subidas de los laterales barcelonistas.
Frente a este equipo, el Barcelona sali¨® peleando y ganando balones por fuerza y decisi¨®n. En los primeros diez minutos el Zaragoza hac¨ªa valer su orden ofensivo, pero en cuanto cog¨ªa la pelota la perd¨ªa frente a la presi¨®n del Barcelona. La confusi¨®n de los zaragocistas en los primeros minutos auguraba una victoria f¨¢cil para el Barcelona, al que se ve¨ªa mayor desenvoltura.
Pero, poco a poco, fue mejorando el Zaragoza. Fue precisamente Juan Carlos, un hombre con el que, en principio, no se contaba como titular, quien mejor empez¨® a salir de la presi¨®n del Barcelona, con regates o tocando el bal¨®n en paredes en las que buscaba preferiblemente a Pardeza o Rub¨¦n Sosa, que bajaban a enlazar, como compa?eros de viaje. Gracias al buen juego de esta tripleta, el Zaragoza hizo media hora muy convincente en la primera mitad y rentabiliz¨® esa fase con su gol, sin duda afortunado, pero en el que existe el m¨¦rito por parte de Rub¨¦n Sosa de disparar desde tan larga distancia.
Aun despu¨¦s del gol, sigui¨® jugando bien el Zaragoza durante algunos minutos, pero, a medida que vio cerca el descanso, empez¨® a hacerse m¨¢s prudente y se ech¨® atr¨¢s, esperando ese respiro como una medicina.
Tras el gol, el Barcelona apret¨® y, si frente al planteamiento defensivo del Zaragoza no pod¨ªa casi nunca penetrar con claridad, s¨ª encontr¨® una v¨ªa de dominio: los balones altos. Cada falta cerca del ¨¢rea o cada c¨®rner se traduc¨ªa en una angustia para el Zaragoza. Schuster los templaba con una precisi¨®n absoluta, bien hacia el primer palo, donde se colocaba Alexanco, bien hacia el segundo, por donde aparec¨ªa Migueli. Los cinco n¨²nutos anteriores al descanso fueron impresionantes.
Tras el intermedio, el Zaragoza pareci¨® a¨²n. sobrecogido por el mal rato que hab¨ªa pasado antes y' de hecho, ya en toda la segunda parte no ser¨ªa capaz de reconstruir su juego. La media aragonesa no tuvo presencia de ¨¢nimo para retener la pelota y enfriar algo el ritmo del partido y perd¨ªa una y otra vez el bal¨®n frente al acoso del Barcelona. S¨®lo los puntas, y particularmente Pardeza, que se echaba a la media para recibir, controlar y aguantar la pelota, le plantaron cara seriamente al partido. Frente a la confusi¨®n del Zaragoza, el Barcelona se crec¨ªa y se iba arriba, pero con un nerviosismo impropio. El gran pecado del Barcelona fue jugar desde el minuto 45 como si ya estuviera en el 85. Y su gran desgracia fue no acertar en ninguno de los muchos balones altos templados por Schuster en las faltas o c¨®rneres. Tan mal lo pas¨® el Zaragoza en este tipo de jugadas que hubo saques en los que Cedr¨²n dej¨® la porter¨ªa y esper¨® con defensas y delanteros como uno m¨¢s.
Con todo ello, el partido ofreci¨® una segunda parte algo confusa, cargada de despistes, pero de enorme emoci¨®n. El Zaragoza, con defensa en ocasiones numantina y desperdiciando contraataques, en alguno de los cuales llegaron a presentarse tres jugadores blancos frente a uno azulgrana, consigui¨® sobrevivir al acoso.
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