La crisis de la Acci¨®n Cat¨®lica italiana
La Acci¨®n Cat¨®lica italiana acaba de celebrar su VI Asamblea trienal. Era inevitable que saltara al primer plano su crisis interna. El discurso, bien expl¨ªcito, del Papa al millar de delegados el primer d¨ªa de la reuni¨®n; la intervenci¨®n inaugural del presidente saliente, Alberto Monticone, con cr¨ªticas veladas al intervencionismo de la jerarqu¨ªa; el aplauso de siete minutos con el que la asamblea subray¨® su discurso; el frenazo a la aprobaci¨®n del documento final promovido por el cardenal Poletti, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, y la elecci¨®n de los nuevos miembros del Consejo Nacional, en el que siguen teniendo mayor¨ªa absoluta los monticonianos, ofrece una primera lectura de enfrentamiento de la m¨¢s numerosa y potente organizaci¨®n del laicado italiano con sus superiores eclesi¨¢sticos.Las cuestiones de fondo presentan, en cambio, una lectura mucho m¨¢s compleja. Se discute el modo de estar presente y la actuaci¨®n corporativa de una asociaci¨®n religiosa en aquel contexto sociopol¨ªtico. Se enfrentan la eficacia y la paciencia evang¨¦lica, el testimonio de un laico cristiano y el testimonio asociado cristiano y p¨²blico, la madurez y autonom¨ªa del laicado con la coherencia de la jerarqu¨ªa cat¨®lica. El hilo conductor del debate, sobre todo en el ¨²ltimo trienio, es la famosa scelta religiosa (opci¨®n' religiosa) que dio un giro notable a la organizaci¨®n, con los nuevos estatutos de 1969. Desde esa fecha ha llovido bastante y las convicciones, las actitudes y las experiencias obligaban a replantear no pocas cuestiones de fondo.
La 'scelta religiosa'
Toda opci¨®n lleva dentro una renuncia. El llamado collateralismo, o ayuda al voto cat¨®lico desde las sacrist¨ªas, adem¨¢s de anacr¨®nico, minaba la credibilidad del testimonio cristiano. Arreciaban los tiempos de contestaci¨®n. Cualquier acercamiento a la realidad hab¨ªa que hacerlo por el di¨¢logo con la pluralidad de culturas vigentes en la sociedad italiana.
Pero la opci¨®n religiosa no quiso ser nunca una renuncia voluntarista, sino otra forma de hacerse presentes los laicos. Laicidad y testimonio religioso no son t¨¦rminos irreconciliables. El sustantivo opci¨®n hacer referencia a la libertad, a la autonom¨ªa del seglar. El adjetivo religioso determinaba la especificidad de esa animaci¨®n a la elecci¨®n y al discernimiento que tiene que estar haciendo constantemente el cristiano en el mundo que vive.
La scelta religiosa es, pues, un m¨¦todo, un camino que une la libertad individual con la exigencia de criterios religiosos m¨¢s profundos. El acento hab¨ªa que ponerlo en la formaci¨®n de los militantes. El riesgo del elitismo intelectual y de la irrelevancia social fueron suficientemente advertidos.
Son¨® la alarma especialmente en dos ocasiones: cuando el Papa y el episcopado volcaron su autoridad en los dos referendos, contra la ley de divorcio (1974) y la del aborto (1981). El l¨ªder del Movimiento Popular (expresi¨®n social de Comuni¨®n y Liberaci¨®n), Roberto Formigoni, confiesa que estaba decantado el fracaso, pero que su organizaci¨®n se lanz¨® a la calle para demostrar la presencia de los cat¨®licos en la, vida p¨²blica. Se empez¨® a hablar de los cristianos de la presencia que se sent¨ªan asediados por el laicismo de la sociedad. Surgi¨® un nuevo, modo de militancia cristiana que ha ido haciendo mella dentro de las filas de la Acci¨®n Cat¨®lica.
Juan Pablo II recomienda al episcopado que se haga m¨¢s presente en la dimensi¨®n social. Su. discurso de Loreto se interpreta como una llamada a la acci¨®n conjunta de los cat¨®licos. En 1976 los obispos prefieren hablar de opci¨®n pastoral para englobar en la opci¨®n religiosa un mayor compromiso p¨²blico de todos los movimientos encuadrados en la Acci¨®n Cat¨®lica. En febrero pasado, dos meses antes de la VI Asamblea Nacional, dimiten cinco l¨ªderes de las organizaciones Juveniles. Desmienten pertenecer a Comuni¨®n y Liberaci¨®n. Echan de menos la presencia p¨²blica. Piden que la Acci¨®n Cat¨®lica se lance al testimonio p¨²blico y se comprometa en la formaci¨®n de "una aut¨¦ntica cultura pol¨ªtica". Que se comprometa en todos los campos de la vida p¨²blica, especialmente en el de la paz y el desarme. Excluyen expl¨ªcitamente la participaci¨®n en la lucha por el poder pol¨ªtico. El Consejo Nacional rechaza la dimisi¨®n: se reafirma en la l¨ªnea de la opci¨®n religiosa sin nombrarla y admite que la Acci¨®n Cat¨®lica, asociadamente, act¨²e en la denuncia prof¨¦tica contra la injusticia, que se comprometa con la paz y el desarme, y que defienda la objeci¨®n de conciencia.
El debate interno, dentro de los cuatro directivos de la Acci¨®n Cat¨®lica, es profundo, rico de matizaciones. Defiende la libertad del seglar para discernir las nuevas mediaciones culturales, t¨¦cnicas y pol¨ªticas de la fe. Rechaza las decisiones en bloque sobre modelos estereotipados y anacr¨®nicos a los cuales no quiere ligar las se?as de identidad cristiana. Todos comparten la preocupaci¨®n por la identidad. La principal fuerza social de la Iglesia italiana, formada por m¨¢s de medio mill¨®n de seglares, establecidos en cerca de nueve mil parroquias, vive estos d¨ªas no una crisis de identidad, sino de m¨¦todo para asumir los grandes problemas de la sociedad, sin mezclarse con, el poder pol¨ªtico ni con ning¨²n grupo de presi¨®n. Un debate actual entre el reduccionismo de lo social a lo pol¨ªtico y falta de espacio social para la acci¨®n de la Iglesia. Esa es precisamente la cuesti¨®n: c¨®mo abrirse paso en una sociedad tejida por los poderes, sin identificarse con ninguno ni erigirse en otro paralelo. La crisis de la Acci¨®n Cat¨®lica italiana no es de fidelidad ni de material humano. Busca sus se?as de identidad en inspiraciones profundas y no en las pegatinas de esta u otra campa?a. Una Iglesia tan viva como la italiana est¨¢ a punto de comprender y valorar la laicidad cristiana.
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