Tarde de toros
La plaza de toros de Las Ventas, un edificio de estilo neomud¨¦jar, fue inaugurada el 17 de junio de 1931 con una corrida a beneficio de los obreros en paro. Sin embargo, no volvieron a celebrarse festejos de una forma continuada hasta 1934, lo cual fue del agrado de la mayor¨ªa de los aficionados: cre¨ªan que el nuevo coso, con sus aproximadamente 23.000 localidades, era excesivamente grande, mientras la antigua plaza, por su tama?o, belleza y condiciones para la lidia, era ideal. Cuando las tropas franquistas entraron en Madrid en 1939, encontraron el ruedo de Las Ventas, de 60 metros de di¨¢metro, sembrado de patatas, tomates y zanahorias.La primera feria de San Isidro se celebr¨® en 1947, y const¨® de cinco corridas entre los d¨ªas 15 y 22 de mayo. Una semana despu¨¦s se present¨® en Madrid el novillero Gumersindo Galv¨¢n, cuyo nombre "se apag¨® sin haber alcanzado verdadera notoriedad", seg¨²n Coss¨ªo.El reconocimiento" de los toros por los veterinarios "versar¨¢ sobre la sanidad, edad, peso ( ... ) y defensas y utilidad para la lidia, y en general sobre todo lo que el tipo zoot¨¦cnico del toro de lidia requiere", seg¨²n el art¨ªculo 74 del vigente reglamento taurino. Algunos taurinos profesionales est¨ªman que los doctores de Madrid son excesivamente severos a la hora de dejar pasar los toros, mientras que algunos aficionados opinan todo lo contrario.
Antes de que se impusiera el sorteo de los toros, en 1900, quien decid¨ªa el orden de su lidia era el ganadero. Para lucirse sol¨ªa asignar los toros de m¨¢s confianza a los espadas m¨¢s capacitados, y muchas veces procuraba lidiar un toro de buena nota en quinto lugar para dejar una mejor impresi¨®n en el p¨²blico, ya que con el ¨²ltimo de la tarde mucha gente se marchaba. De ah¨ª la frase, a¨²n escuchada hoy, de que "no hay quinto malo".
Durante el sorteo, y apartado de los toros, hay expuesto en el patio de caballos un barril lleno de vino fino de una conocida bodega de Jerez, expertamente tirado en copas de pl¨¢stico por el venenciador Juli¨¢n Santo. Por la noche, Juli¨¢n act¨²a en alg¨²n restaurante de ambiente taurino. "En un d¨ªa lleno unas 2.000 copas", afirma. "A veces se me cansa mucho el brazo".
Delante de la plaza dos puestos venden carteles de toros con un espacio en blanco para imprimir el nombre del comprador entre los de Paco Camino y El Cordob¨¦s. El cartel cuesta 400 pesetas, y la operaci¨®n se realiza en tres minutos. Desde marzo a septiembre del a?o pasado se vendieron 3.436 de estos recuerdos, aproximadamente el 70% a extranjeros. Esto explica que el mes de m¨¢s ventas (636 carteles) fuera agosto, cuando m¨¢s forasteros van a los toros. Estos datos los registran en papel de impresora de ordenador.
Las puertas de la plaza se abren "una hora antes del comienzo de la corrida", seg¨²n rezan los carteles, pero ya no se permite a los aficionados bajar al ruedo. Anta?o ning¨²n aficionado que se preciara de tal dejar¨ªa comenzar una corrida sin haber inspeccionado el piso.
Soberbia estocada
El museo de la plaza est¨¢ abierto todos los d¨ªas, salvo s¨¢bados y lunes, desde las nueve de la ma?ana hasta las tres de la tarde. Tambi¨¦n abre antes de las corridas.
El local tiene una amplia colecci¨®n de carteles, cuadros, libros, muletas, estoques, y los trajes de luces y capotes de paseo de diestros renombrados, desde Mazzantini hasta nuestros d¨ªas. Hay 16 cabezas de toros disecadas, entre ellas la de Paisano, de la ganader¨ªa del duque de Veragua, lidiado en Madrid el 30 de junio de 1912 y muerto tras brillante faena y soberbia estocada por Vicente Pastor.
Un m¨¢ximo de 13.000 almohadillas se ponen en alquiler cada tarde, a 40 pesetas cada una, un incremento del 60% sobre el precio de la temporada pasada, que no hab¨ªa variado en cinco a?os. En d¨ªas de lluvia se despacha casi todo el g¨¦nero, ya que el p¨²blico no quiere sentarse sobre cemento mojado; pero esto tiene el inconveniente de que hay que dejar secar las almohadillas durante la noche en la gradas cubiertas, para el d¨ªa siguiente. Por eso el concesionario quiere que llueva justo antes del comienzo del festejo y que pare enseguida.
Hoy, d¨ªa de San Isidro, es una tarde tradicional de toros en la Corte. ?Fue un d¨ªa del santo -all¨¢ por 1865- cuando se arm¨® aquel foll¨®n entre partidarios de Tato y de Gordito? Estos dos diestros, que encarnaron una de las rivalidades m¨¢s enconadas de la historia del toreo, sol¨ªan vestirse de luces en dos fondas de la calle de la Aduana, cerca de la Puerta del Sol. Una tarde de toros comenz¨® una discusi¨®n agria entre una mujer que ten¨ªa un puesto de venta en la calle, tatista ella, y un joven empleado de una taberna, forofo del Gordo. Insultos, gritos, bofetadas y un esc¨¢ndalo may¨²sculo, en el que se vieron impilicados otros aficionados. Tuvo que venir la polic¨ªa, y en las pesquisas de la comisar¨ªa se averigu¨® que los dos contrincantes principales no s¨®lo no hab¨ªan visto torear a sus respectivos ¨ªdolos sino que nunca hab¨ªan estado en una plaza de toros.
Cada tarde se despachan en Las Ventas unos 10.000 botes de cerveza y refrescos, y un buen vendedor en un tendido de sombra, donde est¨¢n los aficionados m¨¢s pudientes, puede sacarse limpias unas 5.000 pesetas.
Las tres mulillas que arrastran al toro muerto no tienen nombres propios, pero s¨ª apodos m¨¢s o menos fijos, como La Muerta, Geranio y Mar¨ªa Jos¨¦.
Un aficionado se acerc¨® el otro d¨ªa al desolladero durante e? despiece del ¨²ltimo toro. Era la hora del crep¨²sculo, y los tajos del hacha contra hueso y nervio le produjeron un extra?o sosiego. Dos carniceros descuartizan una res en menos de 10 minutos, y al d¨ªa siguiente la carne se vende en tres puestos de la capital, fundamentalmente para estofados. Tiene un sabor interesante.
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