Victoria de los ?ngeles, la perfecci¨®n renovada
Victoria de los ?ngeles reapareci¨® en Madrid para inaugurar el breve e importante ciclo organizado por el Ayuntamiento dentro de las fiestas de San Isidro 86. La presencia de la cantante en el escenario del Real provoc¨® una ovaci¨®n cerrada que dur¨® varios minutos. A partir de ella, el p¨²blico no ces¨® de envolver a Victoria en aplausos a su actuaci¨®n, su significaci¨®n, su magisterio.Hay una generaci¨®n en la historia de la m¨²sica contempor¨¢nea que, si fatalmente tiene cifra, no posee, en cambio, nombre: la de 1916, de los nacidos entre 1909 y 1923. Pienso que debe llamarse la generaci¨®n de Victoria de los ?ngeles, su m¨¢s alta torre, su nombre m¨¢s universal. En el ¨¢mbito mundial fue una espl¨¦ndida generaci¨®n de cantantes, con las figuras se?eras de Bjoerling, Ferrier, M¨®naco, Schwarzkopf, B. Nilsson, Christoff, Souzay, Tebaldi, Callas y Victoria. ?Puede pedirse m¨¢s?
Victoria de los ?ngeles
Victoria de los ?ngeles, soprano. G. Parsons, pianista. Obras de Literes, Pl¨¢, Mis¨®n, De la Torre, Laserna, Granados, Falla, Garc¨ªa Lorca, Toldr¨¢, Rodrigo, Montsalvatge y Nin. Teatro Real. Madrid, 13 de mayo.
Lo asombroso de la soprano barcelonesa es su unicidad, como si llegara un momento en el que la cima se reduce a un punto en el que no cabe m¨¢s que un nombre: esa cima es la perfecci¨®n total y la absoluta pureza. Se encarna en Victoria de los ?ngeles, cuya voz parece el sue?o de un escol¨¢ ideal para cantar el Araceli, del Misteri d'Elig; la Elisabeth, de Wagner; la Melisande, de Debussy, o la Salud, de Falla. La asunci¨®n de cinco siglos de m¨²sica en una sola vez y un solo arte deja de ser en Victoria, una etiqueta para convertirse en una realidad m¨¢s verdadera que la verdad misma.
La alegr¨ªa de esta vuelta de Victoria a lo que anta?o llamaban los cronistas los madriles, y hoy, San Isidro 86, viene rodeada de circunstancias. favorables: Europa y Am¨¦rica, a trav¨¦s del disco, rinden m¨¢ximo homenaje con la publicaci¨®n de la serie les introuvables, de Victoria de los ?ngeles, que la EMI acaba de lanzar tambi¨¦n en Madrid y en la que se re¨²nen no s¨®lo registros dif¨ªciles de hallar, sino tambi¨¦n otros que, por distintas causas, no llegaron a ver la luz; por otra parte, la voz de nuestra cantante luce un frescor renovado.
Autenticidad
Literes, Mis¨®n, De la Torre, Pla, Laserna, nuestros dieciochescos, que. aprendiera a querer en el grupo adelantado de m¨²sica antigua Ars Musicae, animado -como la misma carrera de Victoria- por Jos¨¦ Mar¨ªa Lama?a; despu¨¦s, Granados y Falla. Escuch¨¢rselos a Victoria es reencontrar su autenticidad; las leves tonadas populares que Garc¨ªa Lorca interpretaba al piano -con la Argentinita como cantante- la suma de una musa popular que evoca los nombres de Mart¨ªnez Torner, de Emilio de la Torre, de los m¨²sicos del Instituto Escuela y la Residencia, el piano del poeta Moreno Villa, la sombra de Falla, junto a los de Garc¨ªa Lorca y los anteriores cancioneristas: Olmeda, Ledesma, Oc¨®n, Inzenga, Isidoro Hern¨¢ndez.
Para final, Toldr¨¢, el gran l¨ªrico maragalliano de Vistas al mar, la orfebrer¨ªa hecha canci¨®n en Pastorcito santo, de Rodrigo; el antillanismo de Montsalvatge; el pa?o y el Vito de Joaqu¨ªn Nin. Propinas, bravos, piropos, todo el repertorio d¨¦ reacciones que hemos visto en el Real o en el Carnegle Hall, en el Liceo o en el Elisabeth Hall. Con Victoria, el pianista Geoffrey Parsons (Sydney, 1929) supo dar cadencia a las seguidillas tristes o a la melancol¨ªa del azulao brasileiro de Jaime Ovalle.
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