Las colleras
Los rejoneadores cabalgan de nuevo esta tarde en Las Ventas. Har¨¢n las suertes propias de esta modalidad torera, que tienen su m¨¦rito y gustan a parte de los aficionados taurinos (no todos); en los dos ¨²ltimos toros las repetir¨¢n por colleras. La collera -se dice por extensi¨®n- es la actuaci¨®n de dos rejoneadores juntos. Y por c¨®mo lo vienen haciendo, ah¨ª empieza a empeorar gravemente el m¨¦rito y hasta la licitud (o por lo menos la l¨®gica) del rejoneo.
La actuaci¨®n de los rejoneadores por colleras es absolutamente innecesaria. Uno solo se basta para torear al toro. El toro siempre va en desventaja en las suertes del rejoneo. Menos r¨¢pido y menos ¨¢gil que el caballo, y adem¨¢s sin jinete que lo cabalgue y gu¨ªe, resulta toreado, burlado, clavado y corrido todas las veces que se lo proponga el rejoneador.
Se suele decir que el caballo de rejoneo es m¨¢s inteligente que el toro, pero no est¨¢ demostrado. Si el toro saliera con un rejoneador encima, ya se ver¨ªa lo que pasaba. Ahora bien, el toro sale en estas corridas huerfanito y despitorrado, el caballo con jinete, y la pelea es desigual. 0 en vez de un caballo y un rejoneador, salen dos caballos y dos rejoneadores, para un solo toro, que es el planteamiento del rejoneo por colleras.
Este abuso de poder de las colleras, siempre intolerable, se paliar¨ªa algo si los rejoneadores intervinieran uno a uno -o en quites- cedi¨¦ndole al toro ciertas ventajas, entre otras la de respirar de cuando en cuando. Pero en la pr¨¢ctica, los rejoneadores y sus inteligentes caballos entran por todas partes al toro, que no sabe a d¨®nde acudir, y en medio de su desorientaci¨®n comprueba c¨®mo le clavan en el lomo, no sabe qui¨¦n ni de qu¨¦ manera, un arsenal de hierros.
La existencia de los picadores y su cruenta funci¨®n, aunque la hicieran con arreglo a los c¨¢nones, es la principal referencia cr¨ªtica de los detractores de la fiesta. Si estos detractores de la fiesta supieran c¨®mo se realiza habitualmente el llamado rejoneo por colleras, quiz¨¢ pondr¨ªan en segundo lugar a los picadores; pues aquella modalidad convierte al toro en un ser cuya existencia no tiene otro objeto que servir de acerico.
Los rejoneadores de la actualidad han alcanzado una perfecci¨®n t¨¦cnica como nunca la hubo en la tauromaquia contempor¨¢nea, y muchos de ellos siguen perfeccionando las suertes o innovando el espect¨¢culo con otras de nueva creaci¨®n. El oficio y la categor¨ªa que han alcanzado a¨²n hacen m¨¢s arbitrario y sin sentido que estos espect¨¢culos de rejoneo se celebren con toros despuntados.
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