Chernobil, una triste sombra sobre Gorbachov
La sombra de Chernobil plantea importantes desaf¨ªos a la Administraci¨®n del nuevo l¨ªder sovi¨¦tico, Mijail Gorbachov, que inicia por estas fechas su segundo a?o en el poder. Hasta que se produjo el accidente de la central nuclear, la Administraci¨®n de Gorbachov, calificada a veces por la Prensa de "coalici¨®n renovadora, punto de ruptura revolucionario, nueva v¨ªa o estrategia de aceleraci¨®n" hab¨ªa conseguido llevar a cabo algunas reformas importantes. Su base pol¨ªtica qued¨® fundamentalmente reforzada y ampliada tras el 27? Congreso del Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica (PCUS), celebrado el pasado mes de febrero. Tambi¨¦n se han constituido con rapidez en el Kremlin equipos de cerebros encargados de formular problemas de seguridad y pol¨ªtica exterior, as¨ª como problemas ideol¨®gicos, econ¨®micos y sociales.No obstante, hemos podido apreciar m¨¢s cambios en el seno del Kremlin que fuera de ¨¦l. No hace mucho tiempo, pas¨¦ casi un mes en una peque?a ciudad del norte del C¨¢ucaso, donde la principal novedad eran las largas colas para adquirir vodka, que hoy resulta m¨¢s dif¨ªcil de comprar que la carne o la mantequilla.
Ser¨ªa err¨®neo subestimar el trabajo que ha sido realizado durante el pasado a?o, pero la equivocaci¨®n ser¨ªa a¨²n mayor si se pensara que las principales dif¨ªcultades incluso prescindiendo de Chernobil, han quedado ya atr¨¢s. Con ocasi¨®n de una reuni¨®n de editores de peri¨®dicos celebrada recientemente en Mosc¨², Alexander YakovIev, del secretariado del PCUS, admiti¨® francamente que la v¨ªa trazada por el 27? Congreso est¨¢ encontrando fuertes resistencias en la econom¨ªa y en las organizaciones del partido, e incluso en las bases.
El miembro del Politbur¨® Yegor Ligachev declar¨® hace poco, mientras conversaba con un grupo de trabajadores del teatro: "No tememos tanto a los trabajadores que plantean una resistencia abierta a la v¨ªa de la renovaci¨®n, aunque existan, sino a los que apoyan de palabra todas las medidas y en la pr¨¢ctica hacen que todo siga siendo lo mismo. ?stos son los m¨¢s peligrosos".
Boris Yeltsin, el nuevo l¨ªder de la organizaci¨®n del partido en Mosc¨², que ha desarrollado una en¨¦rgica lucha contra la corrupci¨®n, admiti¨® en fecha reciente que ni siquiera las redadas masivas practicadas entre los trabajadores del comercio al por menor han conseguido reducir de manera apreciable los abusos y el pillaje. "A¨²n no hemos conseguido tocar fondo", admiti¨® Yeltsin.
El miembro del Politbur¨® Lev Zaikov reconoci¨® que el partido no tiene suficiente gente como para cubrir los puestos de m¨¢xima responsabilidad en el Gobierno. Esta circunstancia conduce a la designaci¨®n de l¨ªderes provisionales, que con frecuencia deben ser despedidos porque no justifican la confianza que el partido ha puesto en ellos. En los comit¨¦s regionales del partido y en el Comit¨¦ Central se est¨¢n creando unas reservas de promoci¨®n -centros de formaci¨®n de militantes que ser¨¢n ascendidos en un a?o o dos.
M¨¢s a¨²n, la pol¨ªtica de diplomacia activa emprendida por Gorbachov y el estilo del nuevo l¨ªder no ha aportado ning¨²n ¨¦xito notable, especialmente por lo que se refiere a las relaciones con Estados Unidos. El presidente Reagan ha resultado ser un interlocutor mucho mas dif¨ªcil de lo que pareci¨® el a?o pasado en Ginebra, y, sin embargo, las soluciones a muchos problemas deber¨¢n ser alcanzadas precisamente con esta Administraci¨®n norteamericana.
En este contexto se produjo el inesperado accidente en la central nuclear de Chernobil. A nivel pol¨ªtico, durante los primeros d¨ªas que siguieron al siniestro se pod¨ªa detectar una evidente incertidumbre. ?sta fue la circunstancia que provoc¨® en la clase dirigente una reacci¨®n casi instintiva de limitar al m¨¢ximo todas las informaciones sobre las causas y las consecuencias de la cat¨¢strofe.
Informaci¨®n unilateral
Ahora hemos dejado de padecer esa falta de informaci¨®n, pero la que tenemos sigue siendo excesivamente unilateral. El tema del hero¨ªsmo prevalece en la Prensa sobre el tema de la responsabilidad. Se habla del coraje, pero no de la negligencia. Sin embargo, el suceso a debate no es la erupci¨®n de un volc¨¢n o la irrupci¨®n de un terremoto, sino las consecuencias del trabajo deficiente de algunas personas y organizaciones. ?Por qu¨¦, entonces, se ha dedicado nuestra Prensa a destacar cuestiones generales relacionados con la seguridad internacional, en lugar de abordar los problemas concretos planteados por la necesidad de reforzar los sistemas de seguridad de las numerosas centrales nucleares sovi¨¦ticas?
Nadie duda del valor ni del esp¨ªritu de sacrificio de los bomberos que, tal vez al precio de sus vidas, impidieron que el fuego se extendiera del cuarto reactor a la totalidad de la central y bloquearon la destrucci¨®n de todos los controles de la planta. Pero ?por qu¨¦ hab¨ªa cuatro superpotentes reactores sobre un mismo suelo y bajo un mismo techo? ?Por qu¨¦ tanto el sistema de cables como el techo de la central hab¨ªan sido fabricados con materiales tan inflamables? ?Qu¨¦ hubiera ocurrido si el mayor Teliatnikov, jefe de la brigada de bomberos, hubiera sido m¨¢s lento o menos h¨¢bil, y el techo de la central se hubiera hundido sobre sus subordinados? En tal caso, habr¨ªamos tenido que hacer frente a un accidente en el que habr¨ªan estado implicados no uno, sino cuatro reactores que contienen m¨¢s sustancias radiactivas que varias bombas at¨®micas de gran tama?o.
No hay duda del coraje de los operarios de la construcci¨®n y de los soldados que trabajaron durante 16 d¨ªas bajo el reactor en llamas para reforzar sus cimientos. Pero tambi¨¦n aqu¨ª se plantean otras cuestiones: ?por qu¨¦ durante la construcci¨®n de la planta no se hicieron unos cimientos lo suficientemente fuertes como para resistir cualquier accidente?
Se pueden hacer muchas preguntas. El valor de las tripulaciones de los helic¨®pteros que arrojaron miles de toneladas de arena, yeso, plomo y boro sobre el reactor incendiado es indudable, pero ?no hubiera sido m¨¢s racional erigir en torno a ¨¦l, desde un principio, unas instalaciones de contenci¨®n de hormig¨®n armado como se hace en Estados Unidos?
Hace tiempo que recibimos todo tipo de garant¨ªas en el sentido de que las centrales nucleares sovi¨¦ticas son totaImente seguras y de que su peligrosidad estaba siendo exagerada en Occidente por razones de competencia comercial. Seg¨²n escribi¨® el acad¨¦mico N. Dollezhale en una publicaci¨®n comunista en 1979, en la URSS no existen los negocios privados y, por esa raz¨®n, las centrales nucleares sovi¨¦ticas "son las m¨¢s seguras ( ... ) de todas las empresas industriales, dados que los cient¨ªficos sovi¨¦ticos no tienen m¨¢s intereses que los del pueblo y que las decisiones t¨¦cnicas que adoptan no tienen otro punto de partida que unos objetivos especialmente humanos". Otro acad¨¦mico, E. Sheidlin, declar¨® en Literaturnaya Gazeta hace s¨®lo dos a?os: "Las centrales nucleares son absolutamente seguras para la Poblaci¨®n en nuestro pa¨ªs, de manera que los motivos de inquietud simplemente no existen". Se podr¨ªan recordar muchas citas similares.
Es un hecho bien conocido que los pa¨ªses occidentales redujeron dr¨¢sticamente sus planes de construcci¨®n de centrales nucleares despu¨¦s de que se produjeran algunos accidentes. En cambio, por las mismas fechas, la Uni¨®n Sovi¨¦tica adopt¨® un programa grandioso de construcci¨®n de centrales at¨®micas potentes y superpotentes, especialmente en la orilla occidental del r¨ªo Volga. Para 1985, hab¨ªa 25 centrales nucleares, en construcci¨®n o en funcionamiento, que aportan casi el 10% del producto energ¨¦tico del pa¨ªs. Los planes pretenden a?adir a ese conjunto, en los pr¨®ximos cinco a?os, otras 20 plantas nucleares con 80 grandes reactores. Nuestros constructores no hacen caso de Ia experiencia de otros pa¨ªses, que da pruebas de que las centrales peque?as son mucho m¨¢s fiables que la grandes.
Durante los ¨²ltimos 20 a?os se han registrado fallos y peque?os accidentes en centrales nucleares sovi¨¦ticas, si bien muchos de ellos han sido cuidadosamente ocultados incluso por los propios administradores de las centrales. En 1983, cuando Yuri Andropov inici¨® su campa?a disciplinaria, una carta dirigida por el Comit¨¦ Central del partido a las organizaciones locales indicaba que s¨®lo la suerte hab¨ªa impedido que la negligencia criminal de algunos trabajadores de una central nuclear provocara una "grave cat¨¢strofe".
El mismo a?o se cre¨® un comit¨¦ especial del Gobierno para supervisar la seguridad de las centrales nucleares sovi¨¦ticas. Tres semanas antes de la ¨²ltima cat¨¢strofe, uno de los peri¨®dicos ucranianos se refiri¨® a la baja calidad de la construcci¨®n de la plantas de Chernobil. Gente con menos prejuicios, pero no menos competente, me ha dicho que de la aplicaci¨®n del presente plan energ¨¦tico ten¨ªa que derivarse antes o despu¨¦s un accidente y que ese siniestro podr¨ªa haber sido incluso mucho m¨¢s grave que el de Chernobil.
Cuatro lecciones
?Qu¨¦ lecciones nos aporta la cat¨¢strofe? Sin duda, el programa de construcci¨®n de nuevas centrales nucleares en nuestro pa¨ªs debe proseguir, pero resulta inevitable:
- Que se reconsideren los emplazamientos de reactores superpotentes para instalarlos lejos de las zonas densamente pobladas y cerca de los puntos donde se entierran materiales radiactivos.
- Que se ampl¨ªen los niveles de seguridad de las centrales existentes, reforzando sus cimientos y sustituyendo los materiales inflamables que contengan, incluidos los techos, e incluso cubri¨¦ndolos con b¨®vedas de hormig¨®n armado.
- Que se cambien los sistemas de gesti¨®n y se a¨ªslen entre s¨ª los grandes reactores. En el futuro se deber¨ªa evitar la construcci¨®n de grandes reactores con grandes capacidades que concentran grandes cantidades de materiales radiactivos. (En la URSS funcionan ya reactores de 1,5 millones de kilovatios y se est¨¢n construyendo reactores de 2,5 millones de kilovatios.)
Los especialistas pueden a?adir muchas sugerencias a esta lista. Indudablemente, la consecuci¨®n de tales medidas de seguridad requerir¨¢ inversiones considerables y, en consecuencia, la reducci¨®n de los programas nucleares previstos en el actual plan quinquenal y para el per¨ªodo que concluye en el a?o 2000. Pero ?qui¨¦n puede calcular cu¨¢nto ha costado ya a nuestro pa¨ªs la cat¨¢strofe de Chernobil? No hablamos s¨®lo de gastos directos financieros, sino tambi¨¦n de costes, pol¨ªticos, morales y de otro tipo, por no mencionar la p¨¦rdida de vidas humanas, que son insustituibles.
La nueva direcci¨®n del Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica ha demostrado ser capaz de tomar algunas decisiones. Cabe esperar que ahora consiga sacar las conclusiones correctas del accidente de Chernobil.
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