En los despachos del toreo
En 1951 el apoderado Enrique Callejas firm¨® un contrato para que Chicuelo Il torease una novillada en Valencia. Los dos hombres viajaron a esa ciudad por tren en un vag¨®n de tercera clase, y el diestro cobr¨® 3.000 pesetas por su actuaci¨®n. Tres a?os despu¨¦s, Callejas cenaba en un restaurante de lujo de Madrid con el organizador de la corrida de la Beneficencia el marqu¨¦s de la Valdav¨ªa, cuyo ejemplo en la elecci¨®n y empleo de tenedores y cuchillos sigui¨® con atenci¨®n. Chicuelo ya era matador de toros y acababa de triunfar ruidosamente en San Isidro, as¨ª que cuando el marqu¨¦s pregunt¨® al apoderado cu¨¢nto pretend¨ªa cobrar, Callejas le contest¨® que medio mill¨®n de pesetas.
El arist¨®crata se quej¨®: era una suma que nadie jam¨¢s hab¨ªa pretendido, menos a¨²n conseguido, era una locura. Pero con el postre, lleg¨® el acuerdo: el torero cobrar¨ªa 450.000 pesetas. De 600 duros a 90.000 duros. Callejas recuerda la historia como una muestra de la importancia del apoderado. "Hay que saber exigir el m¨¢ximo", dec¨ªa el otro d¨ªa, "pero a la vez hay que saber cu¨¢ndo parar".
Callejas, de 74 a?os, es el decano de los apoderados taurinos. Aparte de Chicuelo II, ha llevado a siete novilleros a la alternativa, y ha dirigido las; fortunas de Ortega Cano, Joaqu¨ªn Bernad¨®, El Caracol y el rejoneador Manuel Vidri¨¦. Actualmente apodera a Juan Antonio Espl¨¢ y al rejoneador Joaqu¨ªn Moreno Silva. En un negocio donde abundan los frescos y los menos formales, Callejas es tenido como un hombre honrado y cumplidor.
"Soy de Albacete, y antes de la guerra hab¨ªa intentado ser torero", dijo Callejas. "Luego fui carnicero y vend¨ªa. la carne de las corridas de toros, as¨ª que llegu¨¦ a conocer a las empresas de la zona. Despu¨¦s empec¨¦ a ayudar a toreros de la tierra, y conoc¨ª a Chicuelo".
"El aDoderado tiene que ayudar a su torero en todo", prosigui¨® Callejas. "Tiene que viajar con ¨¦l, llevarle al campo, dirigir las relaciones p¨²blicas y ayudarle a corregir sus defectos en el ruedo. Tiene que haber un cari?o entre los dos, una compenetraci¨®n". Pero Callejas es realista: como muchos taurinos profesionales, compara. al torero con cualquier otro producto que se ofrece en el mercado.
Con un apret¨®n de manos
Callejas se?ala a Bala?a padre, Chopera padre y Livinio Stuyck como los tres empresarios mejores que ha conocido, tanto por su trato humano como por sus dotes profesionales. "Siempre estaban dispuestos a dar facilidades para que un torero rompa, y las corridas se ajustaban con un apret¨®n de manos. Ahora, sin embargo, los festejos se programan con mucha antelaci¨®n, y muchas veces no hay palabra ni escrito que valga. Todos salen perdiendo".
Callejas tambi¨¦n critica las llamadas exclusivas, en las que un empresario contrata directamente al matador para proporcionarle un n¨²mero determinado de corridas a cambio de una suma fija de dinero. "El sistema les gusta a aqu¨¦llos toreros que no tienen fe en s¨ª mismos", dice Callejas. "Toreando por libre y estando bien, subir¨ªa su cotizaci¨®n y podr¨ªan ganar mucho m¨¢s dinero. Se vuelven conformistas, no hay competencia, se convierten en funcionarios". A pesar de que muchos matadores han reaccionado recientemente, Callejas cree que el sistema perdura, a veces disfrazado: "Cuatro o cinco empresarios van intercambiando sus toreros en las grandes ferias ,y se imponen al p¨²blico muchos toreros que no interesan".
Este apoderado echa de menos la figura mandona del toreo, lo cual tambi¨¦n resta inter¨¦s. "Por otra parte, cuesta una fortuna lanzar a un novillero: las novilladas no son rentables, tienen altos impuestos, hace falta protecci¨®n para estos festejos, tiene que intervenir el Estado".
A pesar de esto, Callejas es optimista. "La fiesta tiene una fuerza arrolladora, seguir¨¢ viva". ?Y cu¨¢nto tiempo seguir¨¢ en ella el decano de los apoderados? "Esto es un veneno", contesta. "El apoderado sue?a con descubrir la figura que podr¨ªa mandar en la fiesta. No es el dinero sino la ilusi¨®n de figurar, la satisfacci¨®n de crear nuevas cosas. Seguir¨¦ en esto hasta el cuerpo ya no resista".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.