Henry James, un escritor admirable
He compilado una enciclop¨¦dica antolog¨ªa de la literatura fant¨¢stica; he traducido al Kafka, a Stevenson, a Melville y a Bloy. No s¨¦ de una labor m¨¢s asombrosa que la de Henry James. Los escritores que he mencionado son, desde la primera Una, maravillosos; proponen un universo que es casi profesionalmente irreal, James, antes de manifestar lo que es, un habitante ir¨®nico y resignado del infierno, corre el albur de parecer un mero novelista mundano, m¨¢s incoloro que otros.Iniciada la lectura de un libro suyo, nos molestan algunas ambiguedades, alg¨²n rasgo superficial; al cabo de unas p¨¢ginas comprendemos que esas deliberadas negligencias enriquecen el texto. James ha sido acusado de incurrir en temas melodram¨¢ticos. Nada m¨¢s absurdo. Ello se debe a que los hechos, para este escritor, son meras hip¨¦rboles o ¨¦nfasis de la trama. Las situaciones no surgen de los caracteres; los caracteres han sido imaginados para justificar las situaciones. Parad¨®jicamente, James no es un novelista psicol¨®gico. As¨ª, en The American, el crimen de Madame de Bellegarde es incre¨ªble en s¨ª, pero aceptable c¨®mo cifra de la corrupci¨®n de una antigua familia.
La edici¨®n definitiva de su obra abarca 35 vol¨²menes, que ¨¦l mismo revis¨® minuciosamente. La parte principal de esa escrupulosa acumulaci¨®n consta de novelas y cuentos; tambi¨¦n incluye una biograf¨ªa de Hawthorne, a quien siempre admir¨®, y de estudios cr¨ªticos sobre Turgueniev y Flaubert, de quienes fue amigo ¨ªntimo. Ten¨ªa en poco a Zola y, por intrincadas razones, a lbsen. Protegi¨® a Wells, que le correspondi¨® con ingratitud. Fue padrino de casamiento de Kipling y tuvo trato con Stevenson, con quien intercambi¨® alguna correspondencia.
La obra completa encierra estudios de muy diversa ¨ªndole: el arte de narrar, el hallazgo de temas a¨²n no explorados, la vida literaria como tema, el procedimiento indirecto, las virtudes y los riesgos de la improvisaci¨®n, lo sobrenatural, los males y los muertos, el curso del tiempo, lo inadmisible del dialecto, el relato en primera persona, el destierro del americano en Europa, el destierro del hombre en el universo... Estos an¨¢lisis, debidamente organizados en un volumen, integrar¨ªan una esclarecedora ret¨®rica.
En los teatros de Londres present¨® varias comedias, que fueron saludadas con un¨¢nimes silbidos y con la respetuosa censura de Bernard Shaw. Nunca fue popular, y acaso a ¨¦l tampoco le interes¨® serlo. La cr¨ªtica brit¨¢nica le ofrend¨® una distra¨ªda y fr¨ªgida gloria que, como casi siempre sucede, sol¨ªa excluir la lectura. "Sus biograf¨ªas", ha escrito Ludwig Lewinshon, "son m¨¢s significativas por lo que omiten que por lo que contienen".
Hermano del ilustre psic¨®logo que fund¨® el pragmatismo, Henry James n¨¢ci¨® en Nueva York, el d¨ªa 15 de abril de 1843. Su padre, un converso swedenborgiano, que ten¨ªa su mismo nombre, quer¨ªa que los hijos fueran cosmopolitas, es decir, ciudadanos del mundo en el sentido estoico de la palabra, y dispuso que los educaran en Inglaterra, en Francia, en Ginebra y en Roma.
En 1860, Henry regres¨® a Am¨¦rica, donde emprendi¨® y abandon¨® un vago estudio del derecho. A partir de 1864 se dedic¨® a las letras, con creciente abnegaci¨®n, lucidez y felicidad. Residi¨® en Londres y en Sussex, y sus ulteriores viajes a Am¨¦rica fueron ocasionales y nunca pasaron de Nueva Inglaterra.
En 1915 adopt¨® la ciudadan¨ªa brit¨¢nica, por entender que el deber moral de su patria era declarar la guerra a Alemania. Muri¨® el 28 de febrero de 1916. "Ahora, por fin, esa cosa distinguida, la muerte", dijo en la hora de la agon¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.