Telef¨®nica rechazo a una joven en las oposiciones por no pesar seis kilos m¨¢s
Cuando Isabel Mu?oz, de 24 a?os, se present¨® a unas oposiciones en la Compa?¨ªa Telef¨®nica jam¨¢s pens¨® que haber conseguido mantener la l¨ªnea en l¨ªmites normales ser¨ªa la causa de verse rechazada. Isabel Mu?oz, seg¨²n los ex¨¢menes, m¨¦dicos realizados por personal de Telef¨®nica, no cumple "los ¨ªndices biom¨¦tricos". Despu¨¦s de un desesperado recorrido, de insistir y rogar, Isabel supo que eso significaba que ella no daba la relaci¨®n talla / peso. Pesaba menos de lo que un empleado de la compa?¨ªa de tel¨¦fonos debe pesar para pasar a formar parte de la plantilla.
Todo parece indicar que los ¨ªndices biom¨¦tricos est¨¢n hechos de acuerdo con la talla y el peso de los hombres. Las mujeres, si quieren entrar en la empresa, deben estar m¨¢s bien llenitas.Un d¨ªa, all¨¢ por el mes de noviembre de 1985, Isabel Mu?oz decidi¨® presentarse a una oposici¨®n para cubrir las plazas de celador empalmador de la Compa?¨ªa Telef¨®nica Nacional de Espa?a. El celador empalmador trabaja en la reparaci¨®n de aver¨ªas, conexiones, etc¨¦tera. En las bases no se especificaba que las mujeres no pudieran optar a ese trabajo y adem¨¢s Isabel ten¨ªa la certeza absoluta de que la Constituci¨®n espa?ola garantiza la no discriminaci¨®n en funci¨®n del sexo, la religi¨®n o las ideas pol¨ªticas, as¨ª que no lo dud¨® un momento.
Se present¨® a la primera prueba: un examen sobre sus conocimientos de electricidad, electr¨®nica, f¨ªsica y matem¨¢ticas. Aprob¨®. La segunda prueba era un examen m¨¦dico. Isabel sab¨ªa que su salud era de hierro. Y contaba con que su capacidad para utilizar ambas manos le ser¨ªa incluso beneficiosa en la prueba psicomotriz. A los pocos d¨ªas recibi¨® una carta de la compa?¨ªa en la que escuetamente se le comunicaba que, tras el examen m¨¦dico, hab¨ªa resultado no apta.
El gran susto
Isabel se llev¨® la mano al pecho. Por su cabeza pasaron mil pensamientos. "Esto es el coraz¨®n, o los pulmones, o algo de h¨ªgado que ni s¨¦ que tengo". Hasta Id pareci¨® notar una punzada en el lado izquierdo. Corri¨® asustada a que se le hiciera un nuevo reconocimiento m¨¦dico. Nada. Estaba completamente sana. Algui¨¦n de Telef¨®nica le aclar¨® que ella no cumpl¨ªa los "¨ªndices biom¨¦tricos". Pregunt¨® y supo que eso significaba que no ten¨ªa la relaci¨®n talla / peso que se exig¨ªa en la compa?¨ªa.
Desesperada, pidi¨® un certificado m¨¦dico oficial. En ¨¦l se dice que "Isabel Mu?oz no presenta ninguna alteraci¨®n ni ps¨ªquica ni f¨ªsica, ni padece ninguna enfermedad infectocontagiosa". "Capacidad psicomotriz: normal. Vista y o¨ªdos: normales ( ... ). Peso: 48,5 kilos. Talla: 156 cent¨ªmetros". Y, sobre todo, el certificado asegura, para acabar con cualquier tipo de du
Telef¨®nica rechaz¨® a una joven en las oposiciones por no pesar seis kilos m¨¢s
das, que "las caracter¨ªsticas biom¨¦tricas son normales para su edad, talla, peso y complexi¨®n". A partir de ese momento, Isabel emprendi¨® un arduo peregrinaje por despachos y pasillos de la Compa?¨ªa Telef¨®nica. Nadie le daba raz¨®n. Hasta que alguien se apiad¨® de la muchacha. "Mira, hija, lo que ocurre es que los ¨ªndices que aqu¨ª se establecen exigen como m¨ªnimo un peso de 55 kilos y t¨² pesas 48,5. Te faltan casi seis kilos". "Pero en ese caso estar¨ªa m¨¢s bien gorda", replic¨®, confusa, Isabel. "Pues s¨ª. Lo que pasa es que estos ¨ªndices, est¨¢n hechos para hombres, que pesan m¨¢s...".
Cargar con la escalera
Fuentes de la direcci¨®n de la Compa?¨ªa Telef¨®nica consultadas por este peri¨®dico lo niegan y aseguran que en los ¨ªndices biom¨¦tricos se tiene en cuenta el sexo. Sin embargo, no son capaces de explicar c¨®mo se pide a tina mujer un m¨ªnimo de 55 kilos para tina altura de 1,56 metros" m¨¢xime cuando se argumenta que el trabajo de celador empalmador exige a veces arrastrarse por lugares estrechos o subirse a postes, es decir, que es conveniente no tener ¨¦xceso, de grasa "Es que, adem¨¢s, en ocasiones tiene que cargar con una escalera. Es normal que se pidan unas caracter¨ªsticas f¨ªsicas determinadas, ?no?".
Isabel no lo ve tan claro. As¨ª que decidi¨® iniciar su particular batalla por los distintos estarnentos de la empresa a base de misivas. Primero escribi¨® al presidente de la sociedad, el socialista. Luis Solana. No hubo respuesta. Despu¨¦s al jefe de personal. No hubo respuesta. Finalmente al comit¨¦ de empresa...
Isabel, ahora, se debate entre la carcajada y la desesperaci¨®n. No sabe muy bien si callarse o contar su caso. Cuando se decide a hacer lo, intuye que la miran de reojo, calcul¨¢ndole el peso. "S¨¦ que nunca voy a entraren la empresa, pero me molesta que sea porque no estoy gorda...". Y murmura que, en el fondo, lo que sospecha es que se trata de una forma solapada de discriminaci¨®n femenina. O que la Compa?¨ªa Telef¨®nica las prefiere llenitas.
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