El triunfo de De Mita
EL CONGRESO de la Democracia Cristiana italiana ha significado un triunfo claro de Ciriaco de Mita; su reelecci¨®n como secretario general ha sido arrolladora, con el 74,5% de los votos. Cosecha los frutos de cuatro a?os de esfuerzos, en el curso de los cuales hubo momentos, seg¨²n ¨¦l mismo ha confesado, en que estuvo a punto de abandonar su empe?o. De Mita lleg¨® casi por sorpresa a la secretar¨ªa general en 1982; casi desconocido fuera del partido, pertenec¨ªa a su ala izquierda, de Moro y luego Zaccagnini, y se hab¨ªa ganado la confianza de muchos de sus correligionarios por una s¨®lida formaci¨®n intelectual y la tenacidad propia del hombre que sabe lo que quiere; su objetivo era acabar con las corrientes que hab¨ªan estructurado a la Democracia Cristiana (DC) en tomo a una serie de barones que se apoyaban en el caciquismo, el clientelismo y en no pocos casos, como en Sicilia, en oscuras relaciones con la Mafia. El grave retroceso de la DC en las elecciones de 1983, con la p¨¦rdida de dos millones de votos, ?era un fracaso del nuevo secretario general? ?O confirmaba su tesis de que la Democracia Cristiana necesitaba transformarse si quer¨ªa evitar la ca¨ªda? Parece que esta segunda tesis prevaleci¨® en el partido, y De Mita fue reelegido en el congreso de 1984, pero con serias dificultades; las corrientes conservaban una influencia determinante.En el 17? congreso ha rebrotado el tema de su supresi¨®n y se ha colocado en el centro de los debates. De Mita considera que ese paso condiciona que la DC salga de la par¨¢lisis provocada por las eternas luchas de poder en su seno, pueda establecer una nueva relaci¨®n con la sociedad, salir de su encasillamiento con fuerza conservadora, promover un reformismo que responda a los nuevos dinamismos que se manifiestan en la sociedad italiana. En una etapa de crecientes presiones derechistas del Vaticano, insisti¨® en el car¨¢cter laico del partido, sin que ello signifique abandono de su inspiraci¨®n cristiana. La resistencia de los barones ha sido escasa en el congreso; en gran medida, las cartas ya se hab¨ªan jugado antes y De Mita llegaba con un apoyo ampliamente mayoritario. Andreotti -m¨¢s ligado al vaticanismo de Comuni¨®n y Liberaci¨®n- present¨® su propia lista, pero ofreci¨® a la vez su apoyo a De Mita. Curiosamente, las principales objeciones se levantaron en las filas de la izquierda del partido; no por cuesti¨®n de principio, ya que en otras ¨¦pocas Zaccagnini intent¨®, pero no pudo, acabar con las corrientes. El problema es si ahora la DC no se va a convertir en un partido con un centralismo excesivo -algunos dijeron un "partido presidencialista de estilo norteamericano"-; un sector de la izquierda expres¨® el temor de que un cambio a primera vista positivo condujera a una DIC sin debate pluralista interno, con graves consecuencias pol¨ªticas.
En todo caso, la orientaci¨®n definida por De Mita hacia una democracia cristiana m¨¢s flexible, m¨¢s sensible a los problemas modernos, dotar¨¢ a ese partido de una mayor capacidad de penetraci¨®n en los espacios electorales del centro-izquierda. Lo cual implica una relaci¨®n, m¨¢s pol¨¦mica con el Partido Socialista. Sobre todo si se tiene en cuenta que con el pentapartido Craxi est¨¢ cada vez m¨¢s instalado en la jefatura del Gobierno, con poco m¨¢s del 10% de los votos, menos de un tercio de los que tiene la DC. ?ste fue el otro tema que polariz¨® las discusiones y los comentarios suscitados por el congreso de la DC. Sin poner en discusi¨®n la actual estructura del Gobierno ni la presidencia de Craxi, De Mita dej¨® claro que era una situaci¨®n excepcional; el Partido Socialista fue el principal objetivo de sus ataques pol¨¦micos. En particular, rechaz¨® la tesis de que el Partido Socialista ha logrado situarse en el centro del arco pol¨ªtico italiano, lo cual explicar¨ªa la conveniencia de la presidencia de Craxi. Con respecto al Partido Comunista Italiano (PCI), De Mita, aunque repiti¨® conceptos tradicionales, agreg¨® otras ideas que cabe interpretar como una respuesta indirecta, pero no negativa, a los esfuerzos que hab¨ªa hecho en abril el congreso comunista de salir de su aislamiento. Rechaz¨® la propuesta comunista de discutir sobre un "Gobierno de programa", y nadie dudaba de que lo har¨ªa. Pero dijo que la DC y el PCI son los mayores partidos italianos y que un di¨¢logo entre ellos sobre los grandes problemas del pa¨ªs puede ser fruct¨ªfero.
El congreso de la DC no introduce un cambio concreto en la pol¨ªtica italiana actual, pero anuncia su voluntad de recuperar la jefatura del Gobierno en un plazo no definido. Y ello coloca a Craxi, desde ahora, en una posici¨®n m¨¢s que inc¨®moda.
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