El t¨²nel
Ayer qued¨¦ atrapado por un atasco de coches en un paso subterr¨¢neo durante una hora. Aquel t¨²nel de cemento no conduc¨ªa a Damasco, sino al paseo de la Castellana, pero en esa traves¨ªa interior me ca¨ª del caballo y tambi¨¦n yo entre los cascos vislumbr¨¦ a Dios, aunque ¨¦ste ten¨ªa forma de zanahoria. Dentro de aquella caverna hac¨ªa un calor f¨¦tido, hab¨ªa una sucia penumbra de ne¨®n y a medida que el tiempo pasaba todo se iba llenando de gas con sabor a almendra amarga. Despu¨¦s de un momento de crispaci¨®n supe que no hab¨ªa escapatoria. Yo era un conductor culpable. Apagu¨¦ el motor y puse el cerebro en punto muerto. Para consolarme en medio de la putrefacci¨®n que me envolv¨ªa, comenc¨¦ a pensar en cosas bellas e in¨²tiles; por ejemplo, en una lejana cascada azul, en el olor a tierra mojada despu¨¦s de una tormenta de verano, en el sonido de una abeja libando en la flor de mi infancia.De pronto mir¨¦ por la ventanilla. Las paredes de aquel intestino de la ciudad estaban empapeladas con rostros de l¨ªderes pol¨ªticos que me sonre¨ªan sin conocerme de nada. Unos me indicaban el buen camino. Otros me alentaban a seguir adelante. No obstante, el coche permanec¨ªa parado. A veces, de forma neur¨®tica, avanzaba un poco, y entonces, por, los cristales, ve¨ªa nuevas caras de futuros presidentes pegadas en el cemento del t¨²nel. Todas eran iguales y distintas. El mismo espectro se multiplicaba, invit¨¢ndome a construir Espa?a de otra forma, forz¨¢ndome a tener valor o simplemente oblig¨¢ndome a votar. Mientas tanto, en el tubo, los motores produc¨ªan una resonancia atroz y en medio del ruido las sonrisas de aquellos fantasmas crec¨ªan en los carteles hasta convertirse en fieras carcajadas. Tuve un mal sue?o. Cre¨ª que nunca saldr¨ªa de esa ratonera. Imagin¨¦ que all¨ª dentro ser¨ªa devorado a dentelladas por unos l¨ªderes que quer¨ªan salvarme. Por fortuna no fue as¨ª. De repente vi un resplandor en mitad del subterr¨¢neo producido por una gran urna de cristal llena de zanahorias, donde iban votando todos los conductores que me preced¨ªan. Cumpl¨ª con mi deber all¨ª mismo, echando una zanahoria m¨¢s. Y al encontrar mi espacio pol¨ªtico me sent¨ª feliz.
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