La ¨²ltima generaci¨®n
Uno de los m¨¢s atractivos empe?os del C¨ªrculo de Bellas Artes en su etapa actual es, sin duda, el de los Talleres de Arte Actual, en los que, entre otras cosas, se busca el encuentro entre m¨²sicos y pintores. A ello se refiri¨® Tom¨¢s Marco en las palabras introductorias del concierto de clausura, con mayor optimismo que el que demostr¨® Juan Genov¨¦s en su breve y acertada intervenci¨®n. Y es que Marco pensaba, quiz¨¢, m¨¢s en lo est¨¦tico, en la confluencia de las obras, mientras Genov¨¦s hablaba de lo vital, de la necesaria comunicaci¨®n entre los hombres de una y otra parcela creadora. La resucitada pecera del Bellas Artes, de la que se esperaba hacer punto de coincidencia, conocimientos e intercambio de ideas y preocupaciones, se torn¨® pronto, seg¨²n Genov¨¦s, en una serie de grupos cerrados: la mesa de los pintores, la de los compositores.El problema no es nuevo entre nosotros y procede seguramente de los desniveles imperantes en la educaci¨®n espa?ola, cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos. Un acto como el que comentamos se presenta pleno de valores positivos, y m¨¢s cuando la m¨²sica escuchada (en este caso, original de Manuel Balboa, Antonio Jos¨¦ Flores, Carlos Gal¨¢n, Tom¨¢s Garrido, Fernando Palacios, David del Puerto y Daniel Zimbaldo) ofrec¨ªa calidad, inter¨¦s, variedad de pensamiento y expresi¨®n y rasgos de identificaci¨®n, por no hablar de la belleza sonora que abundaba en las obras de los j¨®venes autores interpretados.
Talleres de arte actual 1985-1986
Grupo C¨ªrculo. Director: Jos¨¦ Luis Temes. Obras de Balboa, Flores, Gal¨¢n, Garrido, Palacios, Del Puerto y Zimbaldo. C¨ªrculo de Bellas Artes. Madrid, 21 de junio.
Otra gran consecuci¨®n del Bellas Artes: el Grupo C¨ªrculo, dirigido por Jos¨¦ Luis Temes, que ha llegado a lucir calidades de gran conjunto internacional. Se advierte en los componentes de C¨ªrculo -todos ellos instrumentistas de m¨¦rito-, no ya inter¨¦s, sino identificaci¨®n con su trabajo. No hacen m¨²sica para vivir; viven para hacer m¨²sica y, dentro de ella, para testimoniar y defender la m¨²sica de su tiempo.
El de los compositores escuchados es el de la que denomino generaci¨®n de 1951, a la que todos pertenecen salvo Fernando Palacios, un poco mayor, que se mueve en la constelaci¨®n situable entre la generaci¨®n anterior -la de Tom¨¢s Marco-, de 1946, y la de Balboa, Del Puerto, Flores Mu?oz, Gal¨¢n, Garrido, Balsach, Rodr¨ªguez Pic¨®, Mac¨ªas, Casablancas, Hidalgo, P¨¦rez Maseda o Fern¨¢ndez Guerra, por citar s¨®lo algunos nombres destacados.
M¨²sicos-pintores
La conjunci¨®n m¨²sicos-pintores ha dado, una vez m¨¢s, resultados sorprendentes. Manuel Balboa (La Coru?a, 1958) se enfrenta con P¨¦rez Villalta en Rapto de la indiferencia a partir de dos confesadas ideas-fuerza: la preferencia del pintor por el azul ultramar y la humana condici¨®n volitiva del artista, a lo que a?ade Balboa algunos efluvios de lo que tal vez sea su personalidad. El resultado no tiene nada de brebaje, como, con iron¨ªa, dice el autor, sino de conjunto depurado, coherente y pleno de belleza. Tendente -como cuanto conozco de Balboa- a lo l¨ªrico y voluntarios amente expresiva, la p¨¢gina transparenta plasticidad, lo que es bien distinto a componer como pintar y, por supuesto, m¨¢s rigurosamente est¨¦tico.Actitud reductiva y s¨ªntesis sugerente determinan En la luz, respuesta del madrile?o David del Puerto (1964) a la pintura de Julio Le Parc. Vivacidad e imaginaci¨®n colorista (Del Puerto trabaj¨® con Francisco Guerrero), dan por resultado un arte incisivo, preciso, bien trabado, mejor aireado y radicalmente antielocuente.
Circo, para Luis Garc¨ªa Ochoa, evidencia una naturaleza musical bien notable en Antonio Jos¨¦ Flores Mu?oz (Sevilla, 1961). Quiz¨¢ el compositor obedece antes a los modos de mirar que a la misma pintura contemplada. Y es que en Garc¨ªa Ochoa es muy rico el repertorio de sugerencias para una mirada activa y creadora. De gesto a gesto -pl¨¢stico y sonoro-, se establece en Flores una serie sutil de relaciones en la que lo sensitivo importa m¨¢s que lo emotivo.
Confieso la fascinaci¨®n que me produce cuanto hace el navarro Fernando Palacios (Castej¨®n, 1952), que ideol¨®gicamente parece proseguir una l¨ªnea inventiva practicada por el primer Tom¨¢s Marco, luego abandonada y -estoy seguro- llamada a reaparecer la iron¨ªa, el humor, la cotidianidad y cierto casticismo conceptual y ling¨¹¨ªstico. Tiene algo de valleinclanesca su Ojo con la pintura, para Andr¨¦s Nagel, aun cuando parte de supuestos bien distintos a los del fabulador gallego. Plenos de deportivismo, l¨²dicos y cr¨ªticos, los pentagramas de Palacios, de una sorprendente polivalencia, amontonan impresiones y nos las transmiten, a trav¨¦s de los acentos burlones, l¨ªneas claras, gestos precisos y nerviosos. Como dicen los viejos que quieren parecer j¨®venes: una gozada.
La pintura de Gustavo Torner es, en s¨ª misma, musical, lo que aparentemente allana el camino al compositor que la trata, pero, en realidad, lo dificulta. Pero el poco m¨¢s que veintea?ero Carlos Gal¨¢n (Madrid, 1963) ha resuelto felizmente el problema por un camino que responde a una actitud: la afirmaci¨®n de su propia personalidad ante las incitaciones de los lienzos tornerianos. En la parte central de Veintid¨®s (que as¨ª se llama la p¨¢gina estrenada ahora) parece entregarse moment¨¢neamente a la individualidad del pintor en su po¨¦tica del color y del espacio. Pero el resto habla con fuerza y vitalidad casi violentas.
Quiz¨¢ el autor que m¨¢s directamente pens¨® en una actitud de correspondencias fue Tom¨¢s Garrido (Arnedo, 1955) en su D¨ªptico sobre Rafael Canogar, que no alude a una obra concreta del pintor sino a la generalidad de su est¨¦tica a partir de las constantes o elementos predominantes. Sustanciado musicalmente el an¨¢lisis, el compositor realiza su viaje paralelo hasta ofrecernos algo maduro y expresivo en su misma distanciaci¨®n.
En fin, el argentino espa?olizado Daniel Zimbaldo (Rosario, 1955) en su Nocturno, basado en Frederic Amat, crea una m¨²sica atmosf¨¦rica cuya l¨ªrica procede de la apurada valoraci¨®n de lo sonoro en cuanto tal. De todas las obras escuchamos versiones claras, bien entendidas y, por lo mismo, claramente comprensibles. "Yo creo", me dec¨ªa Mart¨ªn Chirino, que pilota el nuevo Bellas Artes, "que esta m¨²sica es m¨¢s f¨¢cil de entender que un cuarteto de Beethoven. No entiendo al p¨²blico normal cuando habla de dificultades de comprensi¨®n". "Es que ese p¨²blico", respond¨ª, "en buena parte, aunque diga entusiasmarse con los ¨²ltimos cuartetos de Beethoven, no los ha entendido todav¨ªa. Si los alaba es en raz¨®n de su prestigio cultural".
Triunfo de los m¨²sicos j¨®venes, triunfo enorme de Temes y su excelente grupo y triunfo significativo para el Bellas Artes y su secci¨®n musical, que dirige Marco.
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