Adi¨®s a los extremos aut¨¦nticos
Los extremos se han acabado. Los partidos del Mundial que hasta ahora se han jugado as¨ª lo han demostrado. No hay pa¨ªs en el mundo que cuente con un buen extremo aut¨¦ntico. Pero el f¨²tbol de ataque no ha muerto porque los equipos que quieren goles han reconvertido su juego. Presentan una l¨ªnea de centrocampistas falsa. En ella hay delanteros camuflados. El mejor ejemplo de ello son las selecciones de Dinamarca y B¨¦lgica, esta ¨²ltima clasificada para las semifinales.Un mundial es la cara que va a ofrecer el f¨²tbol en los pr¨®ximos a?os. Y el panorama para los espectadores y entrenadores, como es mi caso, amantes del juego abierto y ofensivo, no es bueno. Ya no quedan extremos. Si los hubiera, los emplear¨ªan, porque son la mejor llave para abrir defensas. Ante su carencia, las selecciones han recurrido a otras f¨®rmulas ofensivas que permiten mantener un buen tono goleador y, lo m¨¢s sorprendente, que el 70% de los tantos vengan conjugadas generadas desde una de las (los bandas.
La t¨¢ctica del 4-4-2 ya es cl¨¢sica, de salida, en todos los equipos. Pero aun con la misma estrategia, unos equipos juegan m¨¢s ofensivamente que otros. La diferencia est¨¢ en que mientras unos act¨²an con una l¨ªnea de centrocampistas natos, caso de la selecci¨®n espa?ola, otros introducen en ella delanteros aut¨¦nticos, como Scifo, Ceulemans y Vercauteren, caso del conjunto belga, o Arnesen y Jesper Olsen para el dan¨¦s, que se unen as¨ª a Elkjaer-Larsen y Laudrup, formando un ataque demoledor en el equipo dan¨¦s.
Transformaci¨®n
Ocurre entonces que una estrategia aparentemente conservadora como es la de cuatro defensas, cuatro medios y dos delanteros se transforma as¨ª en ofensiva a poco que los centrocampistas se desdoblen en posiciones avanzadas y ocupen los espacios libres del ataque, casi siempre los extremos porque son los que est¨¢n vac¨ªos, apoyando a los dos delanteros centro ya habituales en todas las selecciones. De ah¨ª la gran mayor¨ªa de goles que vienen desde las bandas.
El compacto juego que, en teor¨ªa, deb¨ªa producirse en el centro del campo desaparece as¨ª y vuelve a brillar la alegr¨ªa de? f¨²tbol, pese a faltar los extremos, que hicieron del f¨²tbol un espect¨¢culo para el mundo entero. Es, al menos, una forma de consolar al aficionado y de no dejar que muera el f¨²tbol de ataque.
Esta nueva manera de atacar, nacida por esa falta de buenos y genuinos extremos, hace dif¨ªcil que el rival pueda defender con comodidad. No hay posiciones fijas sobre el c¨¦sped y hay que atender cualquier parcela del campo, aunque en ella no haya ning¨²n contrario, porque en cualquier momento el juego puede derivar hacia esa zona en busca del centrocampista que buscar¨¢ el bal¨®n a la carrera. Y entonces puede haber ya cuatro o cinco delanteros, o falsos delanteros, en posiciones de remate al haberse incorporado los centrocampistas, que por naturaleza son ofensivos, al ataque.
Esta es una de las principales conclusiones que se pueden sacar de este Mundial de M¨¦xico.
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