M¨²sica espa?ola e int¨¦rpretes checos
Una antigua y excelente orquesta checa, la del hist¨®rico balneario de Karlovy Vary, dirigida por el expert¨ªsimo Radomil Eliska, ha sostenido el inter¨¦s espa?ol de dos jornadas granadinas. Obras de Falla, Rodolfo Halffter y el estreno de los Sonetos lorqu¨ªanos, de Manuel Castillo, estuvieron acompa?ados en los programas por m¨²sica de Prokofiev y Dvorak.Las representaciones de Pedro y el lobo y El retablo de maese Pedro evidenciaron la superior invenci¨®n de Falla sobre Prokofiev; demostraron la gran categor¨ªa profesional de los instrumentistas bohemios, que estuvieron mucho m¨¢s brillantes en lo espa?ol que en lo ruso. Y, en este caso, pusieron en cuarentena la labor de un director esc¨¦nico tan inteligente como es Daniel Su¨¢rez. Habr¨ªa bastado la belleza y, simplicidad, el tierno encanto de los t¨ªteres, los sumarios decorados y el habil¨ªsimo movimiento del grupo de maese Villarejo para darnos, junto a la incre¨ªble partitura de Falla, nriedia hora de felicidad.
La familia Villarejo rinde homenaje al tempranamente desaparecido Jos¨¦ Antonio, creador de este mundo m¨¢gico, repartidor silencioso de alegr¨ªa por el mundo. Sentimos la sensaci¨®n de que all¨ª estaba el c¨¦lebre maese, y as¨ª era en verdad, pues no hay mejor prolongaci¨®n de los hombres en el mundo que la de sus obras.
La comprensi¨®n, rigor y fidelidad a lo escrito, en su letra y en su esp¨ªritu, hizo de la versi¨®n musical de Radomil Eliska algo muy notable; no lo habr¨ªa sido tanto sin un tr¨ªo de voces tan compenetradas con la obra de Falla como son la mezzosoprano Mar¨ªa Arag¨®n, el tenor Manuel Cid -l¨ªrico y grave como el madrigalismo de Francisco Guerrero evocado por Falla en la invocaci¨®n a Dulcinea- y el bar¨ªtono Luis ?lvarez, un natural y noble Don Quijote que, en uni¨®n de Sancho Panza, fueron vestidos, ignoramos por qu¨¦, cual si se tratase de imitar a Tip y Coll.
Bien conocido entre nosotros es el ballet Don Lindo de Almer¨ªa, de Rodolfo Halffter sobre argumento de Jos¨¦ Bergam¨ªn, al que, por cierto, aconsejaba Garc¨ªa Lorca que denominara a su obra Don Lindo de C¨¢diz, por el esp¨ªritu del personaje y cuanto le rodea, y condiciona.
Feliz creaci¨®n nacionalista, neocl¨¢sica y un tanto valleinclanesca, la suite del mayor de los Halffter La presencia de Manuel Castillo para estrenar sus Cinco sonetos lorquianos, para voz y orquesta, reafirm¨® el valor y los perfiles del m¨²sico. Aborda Castillo algunos sonetos amatorios de Federico, tan lejanos del t¨®pico andalucista como pueda estarlo, en el caso de Falla, el homenaje a Paul Dukas. Castillo busca soluciones no por sencillas menos cargadas de contenido. M¨¢s que servirse de los sonetos, pone a su servicio todos sus saberes y su arte.
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