Grandilocuencia contra tragedia
El estreno de la versi¨®n castellana de la Ant¨ªgona de Salvador Espriu, realizada por el poeta valenciano Francisco Brines, abri¨® el ciclo grecolatino del Festival de Teatro de M¨¦rida, un ciclo que este a?o gira en torno al cincuentenario de la guerra civil y al an¨¢lisis del mito cl¨¢sico en el pensamiento contempor¨¢neo.Antes de comenzar la representaci¨®n, Jos¨¦ Monle¨®n, director del festival, anunci¨® la lectura de unos poemas de Espriu, en su versi¨®n original catalana y en su correspondiente traducci¨®n castellana, lo que provoc¨® la airada reacci¨®n de dos personas del p¨²blico: "?En espa?ol, en espa?ol!"', "?somos espa?oles!". Fue el ¨²nico incidente desagradable que se registr¨® aquella noche, un incidente que pronto fue olvidado cuando Marina Rossell cant¨® La barca del temps, de Espriu, y El cant dels ocells, cosechando grandes aplausos.
Ant¨ªgona, de Salvador Espriu
Versi¨®n castellana de Francisco Brines. Int¨¦rpretes: Silvia Munt, Nuria Gallardo, Mayte Brik, Teresa Cuniller, Encarna S¨¢nchez, Abel FoIk, Pepe Mart¨ªn, F¨¦lix Rotaeta, Ramon Teix¨ªdor y Carles Sales. Espacio esc¨¦nico y vestuario: Isidre Prun¨¦s y Montse Amen¨®s. M¨²sica: Ovidi Montllor y Frederic Mompou. Direcci¨®n: Joan Oll¨¦. Espect¨¢culo coproducido por la Diputaci¨®n Provincial de Valencia, el Centro Nacional de Nuevas Tendencias Esc¨¦nicas y el Festival de M¨¦rida. Anfiteatro Romano de M¨¦rida, 29 de junio.
La Ant¨ªgona de Espriu encaja a la perfecci¨®n con los dos objetivos que se ha marcado el Festival de M¨¦rida en su presente edici¨®n: es un an¨¢lisis, una actualizaci¨®n del mito cl¨¢sico, realizada a partir de una guerra fratricida, nuestra guerra civil, vivida por el poeta. Como es sabido, la primera versi¨®n de la Ant¨ªgona de Espriu lleva la fecha 18 de marzo de 1939, es decir, algo anterior a la liberaci¨®n de Barcelona. En esa primera versi¨®n, el poeta se mantiene fiel, si no a la letra, s¨ª al esp¨ªritu, de S¨®focles: su Ant¨ªgona es una muchacha tozuda que no ha nacido para compartir el odio sino el amor, para decirlo con las mismas palabras de S¨®focles, en una de las frases m¨¢s hermosas de toda la tragedia griega. La Ant¨ªgona de Espriu es un canto a la superaci¨®n de la guerra, al olvido, a la fraternidad entre todos los espa?oles.
Aquella primera versi¨®n sufri¨® diversos cambios a lo largo de los a?os. Cambios en los que debi¨® de pesar la lectura de la Ant¨ªgona de Anouilh (donde la figura de Creonte cobra una gran fuerza) y de la adaptaci¨®n que realiz¨® Brecht de la versi¨®n cl¨¢sica de Holderlin; cambios en los que influyeron, sin duda, los acontecimientos pol¨ªticos del pa¨ªs, la larga dictadura del general Franco (identificable con la figura de Creonte). En su versi¨®n ¨²ltima y definitiva, que es de mediados de los a?os sesenta, la versi¨®n de poeta se enriquece con la incorporaci¨®n de un nuevo y trascendental personaje (el l¨²cid conseller / el narrador), que viene a ser un alter ego de Espriu, el cual ve la tragedia desde fuera, pero todav¨ªa con algo de espanto en sus ojos, espanto y piedad, por unos y, otros. Su postura no es precisamente la de un hombre demasiado optimista: "?Y despu¨¦s, qu¨¦?" (despu¨¦s de la muerte de Franco-Creonte), se pregunta el narrador. En realidad, Espriu no fue jam¨¢s un declarado optimista, pero su mirada l¨²cida, nada ret¨®rica, es, hoy como ayer, una mirada enormemente atractiva, yo dir¨ªa que necesaria para seguir oteando el paisaje civil, pol¨ªtico, de la piel de toro.
Joan Oll¨¦, Montse Amen¨®s e Isidre Prun¨¦s han ideado un espacio esc¨¦nico en el que los personajes de esta tragedia de c¨¢mara irrumpen de una Grecia de espejos, presidida por el cipr¨¦s del cementerio de Sinera, el ¨¢rbol emblem¨¢tico del poeta, una especie de Hades posmoderno en el que la parroquia se refleja. La idea es buena, pero, por desgracia, aqu¨ª acaba el invento. En el mismo momento en que los personajes irrumpen en el peque?o escenario, toda ilusi¨®n se desvanece.
Sin direcci¨®n
El nivel interpretativo es francamente flojo, por no decir malo. Malo si se tiene en cuenta la calidad exigida, o que deber¨ªa exigirse, en un festival de esas caracter¨ªsticas. No hay una unidad interpretativa o, dicho de otro modo, no hay tal direcci¨®n de actores. Cada cual hace pr¨¢cticamente lo que le da la gana: hay quienes confunden la tragedia con la grandilocuencia (y eso, entre otras cosas, es traicionar a Espriu), y quienes, sin caer de lleno en esa grandilocuencia, permanecen agarrotados, v¨ªctimas de unos personajes que les vienen grandes. Admito que no es nada f¨¢cil interpretar hoy en d¨ªa una tragedia, pero ah¨ª est¨¢ la gracia: hay que dar con un tono justo, y eso, la verdad, no se consigue en ning¨²n momento. Para colmo, las escenas no est¨¢n marcadas; todo el texto se convierte en una larga perorata en la que algunos de los int¨¦rpretes, catalanes, se esfuerzan por hablar un castellano teatral, lo que resulta todav¨ªa mucho m¨¢s penoso. Por suerte, el narrador, Carles Sales, demuestra una mayor discreci¨®n y ello posibilita que la lucidez del poeta llegue m¨¢s o menos al p¨²blico al final de la obra.La versi¨®n de Brines me pareci¨® correcta, pero una interpretaci¨®n menos chillona, menos preocupada por ofrecer un castellano teatral y menos silenciada por unos subrayados musicales que a veces lograban que no nos enter¨¢semos de lo que dec¨ªan los actores, es evidente, digo, que habr¨ªa puesto de relieve todas sus bondades, que intuyo deben ser muchas.
Al final o¨ª decir que el espect¨¢culo no estaba del todo cocido, que le faltaban ensayos. Aunque abrigo serias dudas sobre la posibilidad de enderezar el invento, pienso que si realmente no estaba cocido lo m¨¢s decente habr¨ªa sido invitar al p¨²blico a presenciar gratuitamente un ensayo general. Y otra cosa: al homenaje a Espriu (v¨¦ase EL PA?S de ayer) y al estreno de esa Ant¨ªgona castellana no acudieron autoridades pol¨ªticoculturales de la Administraci¨®n central, ni las de la Generalitat de Catalu?a. Tambi¨¦n me han llegado noticias de que la se?ora Marta Tatjer, responsable del Grec 86, declin¨® el ofrecimiento que se le hizo de presentar esa Ant¨ªgona al p¨²blico barcelon¨¦s, alegando que, al tratarse de un Espriu en castellano, carec¨ªa de inter¨¦s. Por lo visto, la cultureta sigue haciendo de las suyas.
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