Los ni?os mas pobres de Bogot¨¢ escriben a Juan Pablo II
Juan Pablo II dej¨® ayer Bogot¨¢ para continuar su peregrinaci¨®n a lo largo y a lo ancho del pa¨ªs. Su ¨²ltimo encuentro en la capital colombiana estuvo dedicado a los m¨¢s pobres de esta ciudad. Una de las cosas que m¨¢s impresion¨® a la opini¨®n p¨²blica y a los propios colaboradores del Papa fue un manojo de cartas enviadas a Juan Pablo II por los ni?os de los barrios de la periferia m¨¢s miserable de Bogot¨¢. Tras afirmar que est¨¢n contentos de que el Papa haya venido a esta tierra, a?aden que ahora esperan que dicha visita pueda servir para ayudar a resolver algunos de sus problemas concretos m¨¢s urgentes.
"Somos ni?os, Santidad, que sufrimos mucho", dicen algunos. "Somos tres hermanitos", reza otra de las cartas, "que no podemos ir a la escuela porque aqu¨ª no las hay; lo poco que sabemos nos lo ense?a nuestro hermano mayor porque de d¨ªa trabaja al haber sido todos nosotros abandonados por nuestro padre". Y otra: "Muchos de nuestros pap¨¢s, Santidad, se ven obligados a robar para que no nos muramos de hambre".Muchas cartas son como un rosario de preguntas simples y provocativas que en los labios y en la caligrafia fr¨¢gil y pobre de estos ni?os de ojos grandes profundos, pero de sonrisa triste, adquieren el valor de un acto de acusaci¨®n que golpea como un l¨¢tigo la conciencia de los responsables civiles y de la Iglesia del poder.
"?Por qu¨¦", se preguntan, "nosotros tenemos siempre hambre y los hijos de los ricos comen cada d¨ªa manjares sabrosos? ?Por qu¨¦ no podemos jugar en un parque como los dem¨¢s en vez de hacerlo en la calle llena de fango de donde nos echan a patadas los grandes? ?Por qu¨¦ nosotros vivimos en las barracas que apestan y otros ni?os est¨¢n en palacios? ?Por qu¨¦ nosotros tenemos que sufrir siempre, Santidad, por qu¨¦ somos siempre los ¨²ltimos?".
Juan Pablo II, antes de haber le¨ªdo esas cartas que quiz¨¢ nunca llegar¨¢n a sus manos, afirm¨® ante los m¨¢s pobres de Bogot¨¢: "Nadie debe olvidarse de que los bienes que el Creador ha confiado a los hombres tienen un destino universal y no deben, por tanto, convertirse en patrimonio exclusivo de unos pocos, sean ¨¦stos individuos, grupos o naciones".
Ante el temor de que Juan Pablo II pueda pasar por las calles de este pa¨ªs observando desde la jaula blindada de su Papa-m¨®vil s¨®lo la realidad m¨¢s exterior, embellecida ocasionalmente a lo largo de su trayectoria, y que se le oculte el rostro m¨¢s crudo y real de la miseria colombiana, los movimientos cristianos de base, inspirados en la teolog¨ªa de la liberaci¨®n y muy activos en estos barrios de marginaci¨®n obrera, han bombardeado al Papa con cartas e informes. Tambi¨¦n han organizado marchas pac¨ªficas con la participaci¨®n de miles de estos pobres para recordarle que existe otra Colombia que algunos intentan ocultar a los ojos del Papa. Se trata de informes muy completos llenos de cifras y datos a veces escalofriantes.
Lo cierto es que en Colombia, despu¨¦s de tres d¨ªas del viaje papal, los grupos m¨¢s poderosos no est¨¢n muy satisfechos de los discursos del Papa, que consideran demasiado e injustamente acusatorios contra ciertos grupos detentores de una riqueza acumulada en manos de unos pocos.
Tampoco est¨¢n contentos los militares, que consideran que el Papa polaco est¨¢ siendo demasiado blando en su condena a los grupos guerrilleros debido a que est¨¢n respetando con una tregua el viaje papal y porque dio a entender, aun condenando abiertamente el terrorismo, que ¨¦ste puede tener a veces sus ra¨ªces en las injusticias sociales y que ha podido ser inspirado en algunos, aunque equivocadamente, por sentimientos ideales.
Durante la ma?ana, el Papa dej¨® Bogot¨¢ por unas horas para dirigirse a Chiquinquira, en las monta?as. Juan Pablo II or¨® all¨ª con miles de peregrinos.
[Por otra parte, el Gobierno colombiano declar¨® ayer el estado de emergencia en una extensa zona del centro, este y sur de Colombia, donde las lluvias de los ¨²ltimos d¨ªas provocaron inundaciones que causaron al menos 23 muertos].
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